El pintoresco refugio de los amantes del tango en Av. Pellegrini

Varios de los negocios inoxidables de la ciudad están sobre la avenida Pellegrini. Desde la sastería Caliotti –una octogenaria– hasta calzados Bottier no hay que caminar demasiado, apenas unos metros. Con 61 años sobre sus espaldas, se mantuvo en el rubro con un local exclusivo de calzado de baile (tango, jazz, tap, folclore y flamenco) sobre Pellegrini al 800, que arrastró a dos generaciones. Todo arrancó en 1950 y desde entonces han vestido a los bailarines más exigentes de la Argentina y el mundo. 

Apenas un puñado de negocios hay en el país de estas características y la mayoría con casa madre en Buenos Aires. Según cuentan los actuales dueños –la hija y el yerno de quien fuera su iniciador–, esto les ha permitido seguir vigentes y no sufrir tanto el paso y el peso del tiempo. Además de que también podés encontrar indumentaria, sombreros y todo tipo de accesorios para completar el look. 

Otro punto que destacan es que en Bottier prima la diversidad del calzado de baile, algo que no ocurre en Capital Federal. “Tenés un local de zapatos de tango, otro de jazz, pero son pocos los que concentran todo en un solo lugar como hacemos nosotros en Rosario”, explican. Por su trayectoria, se convirtieron en el centro referente del tango en Rosario y son reconocidos tanto a nivel nacional como internacionalmente. 

Cuando estaban pensando qué nombre ponerle al negocio, no dudaron que sería Bottier –fabricante de botas en francés–. Precisamente fue ese el idioma con el que Carlos Gardel hizo famoso el tango alrededor del mundo. De hecho, la imagen del “zorzal criollo” es de las que más destacan en el interior del local así como el todo fileteado tan típicamente porteño que lo recorre de adentro hacia afuera. La estética se replica en cada rincón y no queda un espacio libre: hay cientos de pares de zapatos, sombreros, abanicos y trajes arrabaleros, que sobresalen por la exclusividad de sus diseños y la calidad de los materiales. 

Pese a que se especializan en la confección de varios tipos de calzado –tanto en hormas, suelas y tacos de preferencia– y el catálogo es variado, pisa fuerte el tango y así se siente puertas adentro. Trabajan con dos proveedores de Rosario y otros más de Buenos Aires y la atención es personalizada para guiar al comprador en la elección del modelo más adecuado, sin dudas un plus que el cliente valora y por el que decide volver. Aparte, y como otra forma de mover el negocio, incorporaron una vidriera de regalos en la que hay desde parejas y dedales hasta imanes y músicos de porcelana.