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Política

Política santafesina

El PJ calibra su mensaje para sumar y no espantar 

El PJ calibra su mensaje para sumar y no espantar 
Mauro Aguilar

La campaña de Monteverde transita por una delgada línea roja. Sus objetivos de mínima y máxima. 

De abajo hacia arriba y de la periferia al centro. Con esa idea como motor, Juan Monteverde, primer candidato del peronismo para la Asamblea Constituyente que reformará la Carta Magna, recorre Santa Fe. El líder de Ciudad Futura tiene por delante múltiples desafíos. Primero, instalar su figura en territorios donde el nivel de conocimiento que registra no es profundo. Por ello, ha caminado mucho en los últimos días por localidades del norte provincial. Segundo, surfear una campaña en la que intenta exhibir unidad y renovación, pero donde debe mostrarse al mismo tiempo lo más alejado que pueda de referencias partidarias que son importantes para traccionar votos, que tienen una incidencia central dentro del PJ, pero que están alejados del modo de construcción política que propone Monteverde. Por caso, el senador por San Lorenzo, Armando Traferri, quien competirá también por su departamento. 

No terminan allí los desafíos. La situación del peronismo a nivel nacional lo coloca también en un brete. Aunque ha tejido una buena relación con Axel Kicillof, la disputa que el bonaerense mantiene con Cristina Kirchner, la presidenta del partido, impide exhibir ciertos apoyos que pueden ser valiosos, pero que generarían ruido interno. En Expoagro estuvo con Gastón Katopodis, ministro de Kicillof con el que la corriente de intendentes del peronismo que acompaña la candidatura de Monteverde tiene buena relación. No más que eso. Tampoco pondrá los pies en el plato de la reforma santafesina Sergio Massa, aun cuando Diego Giuliano –titular del Frente Renovador y referencia en Santa Fe del ex candidato presidencial– es uno de los que integra la lista del PJ.  

El concejal rosarino tiene un objetivo de mínima y uno de máxima. El de mínima es imponerse para que su lista y los sectores del justicialismo que lo acompañan, superen en una especie de interna a cielo abierto que mantienen con el senador nacional Marcelo Lewandowski. 

Esa es una de las pulseadas que se resolverán el 13 de abril próximo, cuando la ciudadanía elija, entre otras categorías, a los 69 convencionales. Quien gane esa pulseada, se supone, podrá mostrarse como líder de un partido que hoy intenta reponerse de una derrota histórica en Santa Fe, pero que tiene un caudal de votos y una inserción en todo el territorio incuestionable. 

El objetivo de máxima de Monteverde es que el peronismo, al menos los sectores a los que representa –por fuera de la estructura oficial competirá, además de Lewandowski, también Roberto Sukerman–, queden posicionados como la principal fuerza opositora. Hay, allí, una pulseada en la que se abre un gran interrogante con La Libertad Avanza compitiendo por primera vez como partido. ¿Hasta dónde llegará el sello? ¿Hasta dónde, para bien y para mal, pesará la gestión de Javier Milei en esta elección con peso, raíz y temática netamente provincial? 

Cabe preguntarse también en ese punto que será de Amalia Granata que en el último par de elecciones cosechó un caudal importante de adhesiones con un discurso disruptivo, pero que ahora deberá dividir su electorado con los libertarios. 

En el comando de campaña del peronismo pretenden ser transversales. Exhibir lenguajes, modos y propuestas que integren y sumen la mayor cantidad de adhesiones posibles y que no espanten a nadie. Bajar críticas contra Pullaro y contra Milei, diferenciarse, pero tratando de ser propositivos. Cada voto es necesario y valioso. Sin embargo, saben que el estanque del que pescarán apunta a un electorado ubicado del centro a la izquierda, progresista. “Para el otro lado sobran los candidatos: Pullaro, Mayoraz, Granata”, enumeran en el comando de campaña. 

Hay un último desafío para Monteverde, además de instalar su imagen, surfear exhibiendo unidad con sectores con los que no comparte la forma de hacer política, superar a adversarios internos que jugaron por fuera de la estructura partidaria oficial e intentar dejar a la fuerza que representa como la más fuerte dentro del arco opositor. El último de los objetivos es salir bien parado para el futuro. Él y la construcción que hizo con La Cámpora, el rossismo, los senadores provinciales, los intendentes del PJ. Los necesitará a todos para repetir, en un par de años, la pulseada por la intendencia, su sueño más vivo.

Todo eso está en juego para él. El candidato ha logrado subir un peldaño en su carrera política. El peronismo, que ha gobernado Santa Fe durante 28 años de los 41 años transcurridos desde el retorno de la democracia, tuvo que buscarlo como salvador para presentar una propuesta electoral competitiva. 

Monteverde aceptó el reto y ha logrado darle a la campaña su impronta. El candidato recorre desde hace semanas todo el territorio santafesino. Expone lo mejor de la vieja política: contacto con los vecinos y encuentros en los que promueve la participación ciudadana. Para eso elaboró lo que dio en llamar “La Constituyente de la gente”, un esquema que le permite reunir a dirigentes, entidades y ciudadanos alrededor de mesas en las que se debaten propuestas concretas para llevar al momento de debatir la reforma de la Constitución. 

Con ese esquema, va surfeando el territorio y llega a lugares donde debe instalar su imagen. El 1 de marzo arrancó en Venado Tuerto. Le siguieron Reconquista y Rosario, donde jugó de local. Este fin de semana le tocó a Rafaela y el sábado 29 concluirá esa ronda en la capital de Santa Fe. 

Allí se trabaja con la gente sobre cuatro ejes que tocan temáticas vinculadas con la salud, la educación, la seguridad pública, cuestiones de género, acceso a la información, hábitat, industrias, medioambiente, servicios públicos, autonomías municipales y la organización de los tres poderes del Estado, entre múltiples asuntos. Es una construcción semejante a la que utilizó, a menor escala, para competir por la intendencia de Rosario. 

En su idea de exhibir renovación, se muestra con Pablo Corsalini –uno de los líderes del espacio que nuclea a los intendentes peronistas–, con el diputado rossista Germán Martínez y con Lucila De Ponti, del Movimiento Evita. No lo hace con otras referencias partidarias como pueden ser Traferri o Agustín Rossi. Esa conducta ha provocado que Sukerman, el mismo que de alguna manera posibilitó su desembarco al PJ habilitando una interna para la intendencia en 2023 que finalmente perdió, lo tilde de “antiperonista”.   

El miércoles próximo, como parte de sus recorridas y charlas, estará acompañado en Rosario por Rafael Bielsa, ex canciller y ex candidato a la gobernación de Santa Fe. En él pensó el peronismo durante semanas para que encabece la lista de constituyentes. Por motivos personales el hermano de Marcelo y de María Eugenia se negó. Ahora, después de mucho tiempo, vuelve a mostrarse públicamente en una actividad partidaria. Bielsa intenta, así, aportar también un granito de arena. El peronismo sabe que necesita de todos para salir del pozo en el que lo sumergió la última derrota electoral. Incluso, de un extrapartidario al que muchos desde adentro miran con recelo, pero al que deben acompañar en la búsqueda de una posible reconstrucción. 

 

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