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Política

Política provincial

Hora de votar, a qué apuesta y qué arriesga cada candidato

Hora de votar, a qué apuesta y qué arriesga cada candidato
Mauro Aguilar

Los santafesinos elegirán constituyentes y concejales sin gran  entusiasmo. La definición del futuro mapa político está en juego. 

El futuro ya llegó. La reforma de la Constitución provincial, lo que durante años fue motivo en el territorio santafesino de debates, armado de comisiones, disputas, mesas de estudio, chicanas, encuentros, proyectos y negociaciones políticas, está a punto de dar un paso clave para terminar de concretarse: este domingo quedarán elegidos los 69 dirigentes encargados de modificar 42 artículos y debatir por la incorporación de 19 derechos.

Con matices, más profundos o más livianos, una enorme mayoría del arco político local acuerda con la necesidad de una reforma. La Carta Magna fue modificada hace ya 63 años. Un mundo nuevo alumbró desde aquel momento. Ninguna otra Constitución provincial, con excepción de Mendoza, queda por ser remozada luego del cambio que se decidió a nivel nacional, en 1994. 

Desde la reelección para los cargos de gobernador y vice hasta la autonomía municipal, pasando por la eliminación de los fueros, la seguridad pública, la protección del medioambiente y la promoción de la ciencia, la investigación y la innovación, por citar apenas un puñado de temas, estarán involucrados en el debate. 

Está en juego un nuevo texto que tendrá la impronta de los dirigentes y las fuerzas políticas que sean elegidas. También, inevitablemente, del tiempo que estamos viviendo. Se espera que la sabiduría alumbre a los designados. Es posible que pasen décadas para que se introduzcan nuevamente cambios y quienes los propongan y apliquen ahora deberían estar a la altura para pensar una redacción moderna y justa, sin egoísmos ocasionales. Se verá cuando la Asamblea Constituyente sea convocada y comience a funcionar.  

El gobernador Maximiliano Pullaro anticipó que podría proponer, para que el grupo reformador inicie su tarea en los meses de julio y agosto. Sería un periodo posterior a la elección provincial de junio y anterior a la nacional de octubre. El mandatario se comprometió a hablar con todos los elegidos para acordar si esa fecha es posible y adecuada. Opción dos: febrero y marzo del año próximo. El plazo legal permite estirarse hasta abril de 2026. 

Lo que cada espacio pone en juego

Aunque el objetivo central es la reforma de la Carta Magna provincial, con el peso histórico que ello tiene, los partidos y sus dirigentes participan este domingo de otras pulseadas que los proyectarán con mayor o menor potencia hacia el futuro. Están en juego liderazgos, internas, disputas que podrían consolidar o modificar el tablero político santafesino. 

Pullaro fue el impulsor de la reforma. Durante largos meses dejó correr a los suyos para que trabajen el tema. Evitó exponerse a una discusión que la sociedad sigue observando de reojo y que siente algo lejana. Recién en diciembre, cuando fue inevitable llamar a sesiones extraordinarias para que la Legislatura trate el tema, salió a jugar. 

Desde ese momento expuso lo que se conocía desde siempre: su interés mayúsculo en un proceso que podría permitirle, entre otros cambios que impulsa, su reelección. La Constitución actual no lo contempla. 

En una cruzada de alto impacto, que en poco más de un año incluyó reformas en la justicia, en la seguridad y en lo previsional, Pullaro decidió plebiscitar su gestión encabezando la lista de Unidos. Un triunfo potente podría impulsar una gestión que hoy tiene un alto nivel de aprobación. Incluso, posicionarlo como una opción a nivel nacional.

En los últimos días el propio Pullaro se encargó de moderar las expectativas oficialistas. Si hasta hace semanas los más optimistas dentro de la coalición gobernante hablaban de quedarse al menos con 35 de los 69 convencionales para reformar la Constitución sin sobresaltos, ahora plantean que estaría bien llegar a 30, ubicarse como la primera minoría y trabajar acuerdos en cada articulado para conseguir las reformas que buscan. 

El gobernador explica que la elección es muy diferente a la que lo consagró, en septiembre de 2023. Cree que del millón de votos que cosechó aquella vez podría aspirar ahora a 500 mil. Con mucho optimismo estira la cuenta a 600 mil. Dice que antes eran cuatro las opciones y que ahora hay una oferta tan dispersa que reconfigurará los volúmenes y el porcentaje del reparto. 

El peronismo con sus diferentes vertientes, juega una partida interna y otra hacia afuera. Para adentro, Marcelo Lewandowski y Juan Monteverde competirán para dirimir el liderazgo partidario. El líder de Ciudad Futura encaró una campaña con incomodidades. Debió aliarse con figuras que nada tienen que ver con su prédica histórica y propone a los ciudadanos acompañarlo como el puntapié hacia un desafío que lo obsesiona: la Intendencia de Rosario, en 2027. Parece un convite apresurado. Muchos ciudadanos no saben siquiera qué se vota el domingo. Hablarle sobre lo que sucederá en dos años parece demasiado. 

Lewandowski cree haber ganado varias veces en las urnas –aun cuando en la disputa con Pullaro perdió– la representación popular para ser el conductor del PJ. Por estas horas, el senador ha repetido incansablemente que fue la propia Cristina Fernández de Kirchner la que sugirió que sea él quien encabece la lista del partido sencillamente porque había sido el último dirigente en ganar elecciones y en cosechar la mayor cantidad de votos. Finalmente el deseo de la ex presidenta no se concretó y ahora el legislador busca revalidar su caudal. Se verá dónde queda parado. 

El peronismo salió a apagar el incendio interno buscando a un extrapartidario como Monteverde. Existen, en ese acuerdo, múltiples lecturas. Los caciques del partido podrán empujar para obtener una victoria, pero muchos de ellos lo hacen sólo para conservar su cuota de poder y no porque quieran caminar en el futuro de la mano de Monteverde. No los une el amor, sino el espanto de retroceder en el respaldo popular. La dispersión de la oferta justicialista, que tendrá también compitiendo a Roberto Sukerman, conlleva el peligro de quedar muy relegado como fuerza opositora. Esas alarmas dentro del peronismo suenan con mayor fuerza si se piensa en el peso que podrían tener las ofertas liberales.  

La Libertad Avanza y Amalia Granata compiten por el electorado desencantado. Habrá que ver si esa población de descreídos, si ese hartazgo, se traduce con números potentes en las urnas. Las dificultades de la economía también pesan. 

Entre los libertarios campean sensaciones encontradas. Hasta ahora proyectaron la idea de una performance sólida en la provincia, más empujados por el sello que por la pregnancia de la figura de Nicolás Mayoraz –primer candidato a la Constituyente– en el electorado. 

Desde hace días parece, sin embargo, que las expectativas comenzaron a recostarse más en Rosario que en todo el territorio santafesino. En LLA creen que vender nacionalmente un triunfo en una de las ciudades más importantes y pobladas del país sería un gran logro. Guardan, entonces, enormes expectativas en el debut de Juan Pedro Aleart. No se descarta, si eso sucediera, que bajen figuras nacionales. Parece que los libertarios apuestan un pleno ahí, aunque no les será sencillo cantar victoria. Todo el aparato de Unidos se encolumnó para que Ciro Seisas no sufra un traspié. Final abierto.

Mientras continúa desgranándose su bloque parlamentario, Granata vuelve a sumergirse en una cruzada casi personal. Jugando el enorme caudal de votos de una última gran elección –la de 2023, cuando fue reelecta como diputada–, sin inserción territorial y rodeada por el avance de los libertarios mileístas, ahora se enfrenta al desafío de ver si la polarización la debilita o sale bien parada para dar en dos años una pelea mayor. 

En el otro extremo ideológico, el de los partidos de izquierda, queda por ver si el Frente Amplio por la Soberanía (FAS), la coalición encabezada por el periodista Carlos del Frade, logra fidelizar los votos que lo acompañaron en el último comicio y que le permitieron obtener tres bancas en la Cámara baja santafesina. Esa cantidad de representantes es la que aspiran a conseguir para la Asamblea Constituyente. Es una proyección. Como las del resto. Todas quedarán confirmadas o se desdibujarán, este domingo, cuando comiencen a contarse los votos. 

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