El enigma Milei: qué opinan los empresarios de la región

Una nueva Argentina asoma. Con una economía extraviada desde hace tiempo, un hombre que recela de la política es electo presidente. No es lo único que la democracia desconoce: no hay antecedente hasta aquí de una personalidad con modos, estilo y lenguaje tan disruptivos, que anticipa tempestades y, aún así, es ampliamente respaldado por el voto popular. Javier Milei es libertario, licenciado en economía –el primero que ocupará el sillón de Rivadavia– y promete nadar contra la corriente de todo lo que se ha hecho en el país en las últimas décadas. ¿Podrá? ¿Será ésa la salida adecuada o profundizará las penurias actuales? 

Quizás por sus formas, tal vez por la hondura del cambio que propone, probablemente por la magnitud de la crisis que debe afrontar, su figura y el impacto que podrían alcanzar sus medidas y su gestión provocan en representantes de la industria y del comercio una marcada incertidumbre. Punto biz consultó a referentes de esos sectores, castigados actualmente por un clima de negocios hostil. La mayoría coincide en que el tiempo por venir, con las ínfulas del promocionado “plan motosierra”, carece de certezas. A pesar de ello, intentan depositar expectativas en el proceso que se abre.  

“Estamos con mucha preocupación e incertidumbre a futuro”, asegura Mariano Schor, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, delegación Rosario, e integrante de la firma Dyscon S.A. “Sí, la definición más exacta es incertidumbre”, suma Edgardo Moschitta, presidente de la Federación Gremial del Comercio e Industria. Ricardo Diab, titular de la Asociación Empresaria de Rosario, habla también de “un período de incertidumbre”. 

La palabra se repite entre la mayoría de los actores consultados. Nadie sabe el alcance de las medidas que propone la nueva gestión. No está claro cómo será el ajuste fiscal proyectado, que algunas estimaciones sitúan en un 5% del PBI, un recorte pronunciado que no se logra desde 1993. O qué impacto tendrá eso sobre la inflación. Cómo influirá en la economía diaria y en el mundo de los negocios. Si provocará retracción y despidos, tal como lo sugirió el propio Milei al hablar de “estanflación”. Se desconoce, además, qué asistencia financiera tendrá Argentina para afrontar las próximas medidas o qué respaldo parlamentario y social –con índices de pobreza que superan el 40% y una indigencia rondando el 10%-- tendrán las futuras decisiones del libertario. 

“No sabemos bien todavía a qué atenernos porque el discurso del candidato que resultó electo presidente cambió bastante desde hace un mes y medio para acá. No es que nos de un panorama muy claro. La verdad es que, por mi parte, no lo tengo claro todavía”, indica Roberto Cristiá, de la Asociación Industriales Metalúrgicos.  

Pablo Paladini, representante del gigante alimenticio, plantea que el escenario que se configuró en Argentina es semejante al de “una tormenta perfecta” y advierte que será necesario tener paciencia “porque se van a venir momentos muy duros”, con una inflación “que no va a poder frenarse en los próximos tiempos y con medidas económicas que van a terminar afectando en algún punto al consumo”.

La apertura de la economía y del mercado, la posibilidad de corregir distorsiones o de avanzar hacia un tipo de cambio único, son variables que los empresarios reclaman desde hace tiempo, pero que también aguardan su implementación para ver de qué forma se resolverán y cómo se traducirá en los futuros negocios. 

El presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Miguel Simioni, habla de un sector como la agroindustria que “prácticamente estuvo desde septiembre del año pasado hasta esta fecha intervenido”, donde se presentó un panorama “caótico para poder comercializar”. A todo ello se le sumó el infierno de la sequía, que provocó estragos. Frente a ese cuadro límite reclama “que la política se ordene” porque “no hay margen para que se siga perjudicando a la agroindustria”. 

Están también los nichos que esperan mejoras, pero que advierten por reglas de juego que podrían provocar nuevos contratiempos. La apertura indiscriminada de los mercados y la llegada de productos importados, que puedan competir con la industria nacional, podrían activar nuevas alarmas. 

Cristiá, de los metalúrgicos, acepta que una variación en el valor del dólar, con una eventual devaluación del peso, podría beneficiar a sectores que colocan sus productos en el exterior o al de la maquinaria agrícola, ligado a un campo exportador. Pero aclara que eso no será extensivo a todos y pone como ejemplo a su propia empresa, Crivel S.R.L., dedicada a la fabricación de electrodomésticos. 
“La gente que exporta está con una expectativa positiva. A los pequeños electrodomésticos se las hace imposible. Nosotros no tenemos ninguna posibilidad de exportar porque los productos chinos llegan a toda América Latina, más baratos que los nuestros. Y la calidad de ellos ha ido mejorando”, explica. 

Paladini, en cambio, cree que “si el tipo de cambio es competitivo y las condiciones para exportar mínimamente se mejoran”, habrá “un boom exportador que va a ser beneficioso para la Argentina”. 

La quita de subsidio en las tarifas, con una inflación desbocada y salarios en caída libre, abren también la puerta a una puja por lograr nuevos acuerdos paritarios. “No está claro qué es lo que va a pasar con las tarifas, y tampoco está claro qué es lo que va a pasar con la evolución de los salarios. Todo esto puede resultar en una mella adicional a la que ya tenemos en el poder adquisitivo de la gente, que pueda debilitar la actividad económica”, advierte Moschitta. 

Diab observa aumentos en los precios en los últimos días que van del 20% al 50%, una bola de nieve que castiga el poder adquisitivo de los ciudadanos y que de no detenerse llevarán a constantes negociaciones salariales. “Si se nos pide reabrir paritarias y ajustar a ese nivel es casi imposible hacerlo”, asegura. También anticipa otro elemento de conflictividad, “fundamentalmente con los sectores gremiales”, porque “va a ser difícil que enteguen lo conquistado”.

Otro interrogante que abrió Milei con sus anuncios sobre el parate de la obra pública, para la que -de acuerdo a consultoras privadas- se destinó en 2023 el 1,5% del PBI. La medida, explicó el libertario junto a un combo que incluye restringir el giro a las provincias y el aporte a empresas públicas, se propone ante la escasez de recursos en caja y como un modo inevitable de desactivar lo que él ve como una peligrosa bomba de tiempo. 

El sector de la construcción tiene actualmente unos 480 mil trabajadores registrados en todo el país, de los que 250 mil son empleados por la obra pública. El movimiento de esta actividad es clave para dinamizar la economía. Su parate podría plantear, entonces, una profundizacion de la crisis.

“La construcción es mano de obra intensiva. Aparte es una generadora de consumo de muchas industrias importantes en nuestro país. En consecuencia, si ese apagón o parate fuera muy abrupto creo que podría producir algunas consecuencias no deseables”, advierte Moschitta. Schor cree que el Estado deberá respetar los contratos que están vigentes y acuerda con el titular de la Federación Gremial del Comercio e Industria en que “el parate de eso significaría mucha gente y muchas empresas fuera del sistema”. 

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