El día después: cómo se procesa el teletrabajo en las empresas

El último informe de la Fundación Banco Municipal “El teletrabajo y otras modalidades de empleo flexibles, ¿ganan terreno en el mercado laboral?” da cuenta de que el teletrabajo prendió distinto en Rosario que en el resto del país. En la etapa más dura de confinamiento, el Covid obligó a las empresas a buscar alternativas para no frenar la producción, la migración fue rápida y se sostuvo con altibajos. “Rosario ha tenido respecto del resto del país niveles más pequeños de teletrabajo”, afirmó Ana Navarro, gerenta de Investigaciones Económicas de la Fundación Banco Municipal. 

La participación del teletrabajo en el total de ocupados del Gran Rosario se mantuvo estable antes de la pandemia, pero con oscilaciones, y en 2020 creció hasta representar el 5,3% del total del empleo. En 2021 -últimos datos disponibles- su participación disminuyó notablemente, aunque permaneció por encima del promedio registrado entre 2016 y 2019 (2,6%). 

Al observar la evolución del teletrabajo en el Gran Rosario y el resto de los aglomerados, hay regiones como Capital Federal que se caracterizan por una mayor penetración. Esto responde a varios factores: disponibilidad y velocidad de Internet, estructura productiva y proporción de empleo público. “En las ciudades que tomamos, que son capitales de provincia, hay más empleo público que en Rosario. En ese sector hubo un gran empuje del trabajo a la casa, excepto salud. En educación, por ejemplo, el trabajo híbrido hoy es la norma”, sostuvo Navarro en diálogo con Punto biz. 

En 2013, dos profesores de Oxford, Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, publicaron un artículo académico en el que vaticinaban que para 2033 casi la mitad de los empleos de los Estados Unidos se encontrarían en “alto riesgo” de ser automatizados. Para Navarro, la pandemia posibilitó la aceleración de ese fenómeno. Los trabajos que podían ser automatizados son los que -en gran parte- se realizan ahora en forma de home office. 

Lo bueno, lo malo y los desafíos 

La investigación empírica demuestra que hay ganancias y pérdidas para empresas y trabajadores. La demanda de habilidades está en niveles récord en mercados con altas tasas de desempleo, el crecimiento económico desigual persiste y los empleadores continúan buscando soluciones flexibles y estratégicas para la fuerza laboral. 

“Estamos en un periodo de cambio tecnológico y siempre hay ganancias y pérdidas. Hay ganancia para el trabajador porque ahorra en tiempo de viaje, que es lo que más destruye el bienestar de la persona, y también en vestimenta. Aunque el trabajar sin estar vinculado tanto tiempo a la gente de la compañía tiene consecuencias emocionales y afecta la productividad”, remarcó la economista. 

Desde la gerencia regional de Manpower apuntaron cuatro tendencias que impulsan esta nueva era: cambios demográficos, elecciones individuales, adopción tecnológica e impulsores competitivos. 

“El mayor desafío está en remodelar la cultura de la empresa para generar confianza, retener equipos remotos y energizar la experiencia de los empleados. En esta escasez de talento, los empleadores tendrán que darse cuenta de que si no invierten en la cultura de la empresa ni la hacen evolucionar, tendrán dificultades para llevar a cabo su estrategia y deberán prepararse para perder talento a mano de otras empresas que sí lo hagan”, remarcaron. 

“Lo que ganaron ambas partes es poder romper las fronteras de distancia, salvo el rubro IT que fue pionero del trabajo remoto. Anteriormente, la gente que vivía en pueblos o zonas alejadas tenía que mudarse a lugares más urbanizados para poder formarse y trabajar, pero hoy podés contratar desde cualquier lugar en un contexto de falencia de talentos. Es un ‘win-win’”, refirió, por su parte, Alejandro Servide, director de Professionals y RPO de Randstad. Y sumó: “Lo que se pierde es lo que no te da la virtualidad, transmitir la cultura de la compañía”. 

De la pata empresaria, la mirada no se corre demasiado. “Hay una predilección en general de trabajar desde la casa. Es difícil poder dar un veredicto respecto de si es bueno o malo; creo que es bueno y malo a la vez. Son experiencias que se están haciendo, evidentemente hay una tendencia, pero las empresas todavía tienen que sufrir una cantidad de adaptaciones necesarias para poder decir que estamos estabilizados. Y aún así no va a terminar de ocurrir porque una de las características de las nuevas tecnologías es la evolución permanente”, sostuvo Edgardo Moschitta, presidente de la Federación Gremial. 

Agregó además: “Todo esto implica un cambio de cultura a la cual se tendrán que ir adaptando tanto las empresas como los trabajadores. Por ejemplo, hoy se habla de la gestión del trabajo por objetivo y no por horario. No sólo tiene que ver con una disponibilidad de los sistemas adecuados a la digitalización, sino también con un cambio de gestión de los recursos humanos dentro de la empresa”. 

Enseñanza, finanzas y servicios profesionales son los sectores que más se adaptaron al teletrabajo por sus características, y del otro lado la industria manufacturera o automotriz presentan un nivel más bajo de ocupación remota, limitándose a algunas tareas que son minoritarias comparadas con el grueso del empleo. Aunque Moschitta aclaró: “No se pueden establecer sectores específicos porque puede haber tareas que se hacen a distancia y otras que no. No sólo se segmenta por sectores, sino por tipo de tareas dentro de cada sector”. 

Salarios y teletrabajo 

Del trabajo de la Fundación Banco Municipal también se desprende que el ingreso por hora de la ocupación principal de teletrabajadores es mayor que el de los trabajadores presenciales. Esa diferencia porcentual era reducida antes de la pandemia. En 2020 aumentó notoriamente, siendo la mediana del ingreso por hora del teletrabajador un 76% superior a la registrada en los ocupados presenciales. Aunque en 2021 la brecha se redujo, continuó mostrando una diferencia visible.

“Lo analizamos con algunas metodologías bastante específicas que te permiten ver cómo se comporta toda la distribución de ingresos (desde el que está en el 1% más pobre de la población, pasando por el que está en la mitad al último que gana más). Es que un aumento del 10% en el teletrabajo tiene o produce reducciones en los salarios más bajos y aumentos en los salarios más altos. Es decir que aumenta la desigualdad. Creemos que esto está relacionado con la complementariedad necesaria que se requiere entre el capital humano y el capital físico para que el teletrabajo funcione. Todo esto involucra capacidad de aprendizajes que en los salarios más bajos no los tenés”, graficó Navarro. 

Los aprendizajes que derivaron del Covid suponen una oportunidad para reforzar los sistemas de formación para el trabajo, educación y adquisición de habilidades, y transformar las instituciones laborales para enfocarlas hacia las nuevas demandas de empleo.