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Economía

Opinión

Están dadas las condiciones para salir del cepo

Están dadas las condiciones para salir del cepo
Leonardo Piazza

El cepo frena el ingreso de capitales porque ningún inversor lleva dinero a un país si duda de poder retirarlo después.

A pesar de los logros en materia fiscal y monetaria que logró el gobierno y de los apoyos que supo cosechar en las elecciones y la relación con Estados Unidos, el boom de inversiones extranjeras directas se hace esperar. El problema es el cepo cambiario que no deja entrar cuando está prohibida la salida. El 2026 tiene que ser el año del fin del cepo para siempre.

El gran desafío que tiene el gobierno para atraer inversiones extranjeras o de argentinos con ahorros en el exterior es salir definitivamente del cepo cambiario. El cepo es la gran restricción para la entrada de capitales porque nadie lleva capitales a un lugar donde duda de que luego pueda sacarlos. Aunque tenga sus vías de filtración, como el contado con liqui, su uso no está exento de complejidades administrativas y penalidades. Ahora el régimen especial del Rigi aspira a ser una isla de condiciones propicias para grandes inversiones donde está la desaparición del cepo, pero dada la historia de incumplimientos de Argentina los potenciales candidatos se mantienen cautos.

Los argentinos se acostumbraron al cepo y hasta lo toman con naturalidad. El cepo entró en escena a finales del 2011, hace ya 14 años, salvo un breve interregno entre 2016 – 2019, y se mantiene hasta hoy con promesas vagas de que el año que viene se terminaría. Para ilustrar la necesidad de eliminarlo sirve observar el Gráfico 1.

El gráfico muestra con claridad que el cepo está estrechamente asociado al estancamiento económico que sufre la Argentina, precisamente, desde el 2011.

Entre el 2004 y el 2011 la economía creció porque tenía condiciones propicias desarrolladas durante la década de los ’90 –infraestructura, energía, presión impositiva menos distorsiva, regulaciones procompetitivas–, un salario real muy deprimido por la crisis del 2002 y el fuerte viento a favor por los altos precios de las exportaciones argentinas gracias a la incorporación de China al mercado mundial. Hay una breve caída en el 2009 por la crisis financiera en Estados Unidos y la Unión Europea pero el crecimiento se retoma en el 2010 y 2011. A partir del 2012, los precios internacionales dejan de crecer, el país se consumió la infraestructura y la energía, subió el peso de los impuestos distorsivos y se incorporaron muchas regulaciones anticompetitivas. El salario real ya se había recuperado y había un serio problema de inflación (25% - 30% anual; que hoy es un logro, pero en una economía normal esto es alta inflación) por exceso de gasto público.

Cuando viene la alta inflación por exceso de gasto público sucede que el tipo de cambio pasa a ser fijado por el gobierno para ser usado como ancla inflacionaria; pero la misma inflación aprecia en términos reales el tipo de cambio. Esto implica que la demanda de divisas se vuelve consistentemente superior a la oferta de dólares oficiales. Aquí se abren dos alternativas: devaluación o mantenimiento del tipo de cambio oficial con restricciones a la compra (cepo).

En el período 2012 – 2015, el kirchnerismo profundizó el déficit fiscal y eliminó la independencia del Banco Central para apelar a su financiamiento con emisión monetaria. Esto agravó la inflación lo que exigió endurecer el cepo. En el 2016 – 2019, vino el gobierno de Cambiemos que entre sus primeras medidas estuvo eliminar el cepo. El problema es que no eliminó el déficit fiscal por lo que, sin cepo y la confianza que había generado en los mercados internacionales, pasó a financiar el déficit fiscal con dólares especulativos del exterior. En el 2018, cuando el déficit fiscal se agravó, el flujo de capitales se revirtió y se produjo la crisis cambiaria. El gobierno de Cambiemos se negó a volver al cepo, por lo que pasó a la alternativa de dejar que el dólar se devalúe, y así fue como el dólar pasó de $20 cuando se desata la crisis a $60 en agosto del 2019 cuando no queda otra que restablecer el cepo. En el 2019 – 2023 nunca se barajó siquiera la posibilidad de salir del cepo.

Donde más claro quedan expuestas las consecuencias de tener una economía anticompetitiva sostenida por el cepo cambiario se vio en el 2022. Los precios internacionales de las exportaciones llegaron a niveles récord, más elevados que los observados entre 2004 – 2011, por la guerra de Ucrania y Rusia que contrajo la oferta internacional de oleaginosas, cereales y petróleo. Debería haber sido Año Verde para Argentina. Sin embargo, con una economía desinvertida, con inflación rampante y un cepo endurecido con alta y volátil brecha cambiaria, se perdió la oportunidad y la economía no logró salir del estancamiento.

En el 2025, la economía se recuperó del golpe que le dio la aceleración inflacionaria 2023 y el profundo ajuste fiscal del 2024. Esta en el nivel del 2022. Genera gran expectativa en los mercados internacionales. Hay anuncios de negocios que vendrían a la Argentina. Pero no salen de eso: anuncios y expectativas. El problema es la persistencia del cepo. Los inversores no se animan a plantar dinero con inversión extranjera directa, que lleva años en madurar, sin la certeza de que en el futuro podrán sacar la rentabilidad de sus inversiones y, eventualmente, recuperar su capital vendiendo a otro inversor su planta de producción.

El dato más duro del cepo lo dan Chile y Uruguay

Mientras en Argentina nos acostumbramos a vivir con cepo y a ilusionarnos que algún día llegarán las inversiones, autoengañándonos que el cepo no frena inversiones, los vecinos volaron. Mejor dicho, siguieron volando aun cuando terminó la gran bonanza del 2004 – 2011. Esto se ve en el Gráfico 2.

Hasta el 2011, los tres países volaban. Se termina la bonanza y Argentina queda carreteando, mientras Chile y Uruguay siguieron volando. La economía argentina quedó estancada en un nivel 50% mayor que en el 2004, mientras que Chile y Uruguay ya van a duplicar el tamaño de su economía. Esto subyace en la base de que Argentina tiene una pobreza de 32% y Chile y Uruguay de menos del 10%.

Conclusión

El gobierno logró el superávit fiscal, avanzó en un ordenamiento monetario, se ganó un fuerte apoyo popular en las elecciones, tiene el apoyo y blindaje el Secretario del Tesoro americano y logró desacoplar parcialmente la inflación del tipo de cambio.

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