Esquivado por Milei a nivel nacional, el jefe del PRO quiere un mejor lugar para los suyos dentro del oficialismo santafesino.
El expresidente Mauricio Macri intentó está semana recuperar algo de la centralidad política que en algún tiempo le perteneció y que hace ya largo tiempo extravió. Se reunió con Javier Milei, relanzó al PRO y se mostró una vez más como el conductor formal del espacio que él mismo creó. El ingeniero busca poner su figura en valor. Lo hace, y quedó demostrado una vez más en estos días, desde un lugar incómodo, resbaladizo, buscando encontrar cuál es la oferta adecuada que debe mostrar hoy su partido. Elogia a Milei, pero castiga al entorno presidencial. Le achaca, además, que no supo por el momento formar equipos. Enumera las virtudes de la gestión, pondera sus ideas, las reconoce como propias, pero rechaza la idea de una fusión con los libertarios. No sabe aún de qué lado del mostrador ubicarse y qué le puede redituar más. ¿Es parte del arco opositor o es un aliado del oficialismo? Macri quiere hacer valer el peso de su partido, mostrarse como garante de la gobernabilidad y ganar espacio para los suyos. Eso podría acercarlo a Milei. Pero, ¿cuál es el límite adecuado para evitar que La Libertad Avanza se fagocite al PRO?
Buena parte de lo que era su electorado adoptó a Milei para hacer lo que él no pudo. Macri lo sabe y busca en este tiempo sostener algunas cuotas de poder. Hará todo para lograr que, al menos su criatura partidaria, no se diluya aún más en la espiral de la política argentina. Le ofrecerá a Milei apoyo parlamentario y, también, a algunos de sus principales cuadros. Lo mismo intentará en cada lugar donde el PRO pueda tener un espacio. Santa Fe es un caso. Quizás por eso que durante esta semana, cuando decidió volver al ruedo y detonar alguna bomba, algunas de sus esquirlas llegaron a la provincia.
No anduvo con vueltas al momento de buscar destinatario para sus diatribas santafesinas. Con nombre y apellido arremetió contra el gobernador, Maximiliano Pullaro. Le cuestionó el “muy poco lugar activo en la gestión” que tiene el PRO dentro de Unidos para Cambiar Santa Fe. “Esperaba que Maxi, con el cual tengo una buena relación, nos hubiese dado más lugar. El radicalismo es bravo cuando tienen que abrirse a dar lugar”, se quejó el expresidente.
Razones para patalear no le faltan. Cuando llegó el momento de administrar los lugares de decisión dentro del Gabinete, Pullaro le dió apenas un ministerio a los amarillos: Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Los radicales se quedaron con ocho sillas y los socialistas con las dos restantes.
Encima, para disgusto de Macri, la compañera de fórmula de Pullaro la impuso Horacio Rodríguez Larreta, por entonces todavía en la carrera presidencial y ya en aquel momento distanciado del ingeniero. Gisela Scaglia, la vicegobernadora, es una dirigente que respondía al ex alcalde de la Ciudad de Buenos Aires.
Macri no lo olvida. Y es a ella a quien le recrimina los pocos espacios de poder que ha ganado para el PRO en la provincia. Entre sus dardos, el expresidente creyó oportuno marcar que como presidenta de los amarillos en Santa Fe es ella quien tiene la obligación de defender el lugar del partido y “de hacer que el gobierno de Pullaro también le dé un lugar”.
El ingeniero cree que el PRO santafesino negoció y negocia mal. Quizás escuche, para inflar sus argumentos, el repiqueteo de Federico Angelini, actual subsecretario de Intervención Federal dentro de la estructura que maneja Patricia Bullrich. Angelini pulseó con Scaglia para quedarse con la conducción partidaria del PRO en la provincia. No lo logró. Pero sus críticas contra ella persisten. Quizás, también, tenga algo de razón. El partido de Macri se siente relegado en las discusiones de peso dentro de Unidos –por caso, reforma constitucional y renovación de la Corte Suprema–, viendo cómo radicales y socialistas se pasan la pelota de un lado a otro sin compartir mucho con el resto de sus aliados.
También le asisten a esas dos estructuras motivos para apartar al resto: la UCR y el PS tienen la enorme mayoría de los legisladores de la alianza gobernante y la inserción territorial que el tercer socio –muchos menos los otros, claro– no posee. En definitiva, radicales y socialistas juegan de acuerdo a lo que las urnas y el peso de sus armados les dictan y permiten.
Macri salió a cruzar a Pullaro pensando en un pasado de repartos injustos, pero mucho más en el futuro. Quiere mover el avispero para que se rediscutan, si es necesario, algunos términos dentro de la coalición. También, pensando en nombres y listas para las legislativas del año próximo, todo un tema cuando aun en Unidos no han definido si a nivel nacional buscarán replicar o no la alianza que tan buenos resultados les dio en la provincia.
Cerrando una semana sinuosa
Los palos de Macri no han sido los únicos que recibió Pullaro en los últimos días. El jueves anduvo de oficina en oficina, visitando a funcionarios nacionales: de Guillermo Francos a Luis Caputo. Estuvo con otros siete colegas, todos integrantes de Juntos por el Cambio.
Los mandatarios fueron a buscar respuestas vinculadas con aportes, subsidios, obras y pago de viejas deudas. Se marcharon con promesas, que en tiempos de crisis y de recortes agudos, como es el actual, se asemeja bastante a irse con las manos vacías. El mayor entusiasmo para la delegación lo generó cierto avance con el proyecto para traspasar la administración de las rutas y caminos cercanos a las terminales portuarias a manos de la provincia.
Mientras intenta una reforma que permita moderar el déficit que tiene en su propia caja, el gobernador volvió también a reclamar por los viejos aportes adeudados por Nación al sistema jubilatorio santafesino. Le prometieron verlo. Figurita repetida. Hasta la Corte ya falló en ese tema, pero quienes comandan en la Rosada –no importa cuándo se lea esto– encuentran siempre la forma de hacerse los distraídos con este asunto.
Capítulo tres de un cierre de semana con sinsabores para Pullaro. El viernes los docentes rechazaron la oferta salarial de 9,95% de aumento, a pagar en tres tramos. Lanzaron un paro para el 7 de agosto. Con el peronismo aturdido, el PRO atenazado y La Libertad Avanza como dócil oposición dentro de la provincia, los sindicatos que nuclean a maestras y maestros siguen siendo una de las pocas voces refractarias frente a los planes y el avance impetuoso que pretende imprimirle Pullaro a su gestión. Un reflejo del momento que vive la política santafesina. El año próximo, legislativas mediantes, quizás algo de eso comience a cambiar. Pero para 2025 falta una eternidad. O eso parece. Los almanaques argentinos suelen manejar tiempos muy particulares.
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