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Política

Política santafesina

Javkin y la re-reelección: ¿va en serio o sólo quiere evitar ser un “pato rengo”?

Javkin y la re-reelección: ¿va en serio o sólo quiere evitar ser un “pato rengo”?
Mauro Aguilar

La versión apareció en la escena en las últimas semanas. Sería un caso inédito desde la vuelta de la democracia. 

Cuando la hojarasca del año electoral se disipe comenzará, casi como en un ciclo natural, la carrera hacia 2027. Desde la gestión o desde el llano la dirigencia política se volcará a tejer, más temprano que tarde, para competir en lo que viene. Un caso que permite ejemplificar esa necesidad constante para imaginar escenarios futuros y proyectar estrategias de reposicionamiento lo encarna el intendente de Rosario, Pablo Javkin

Muchos se preguntan sobre lo que hará la máxima autoridad de la ciudad cuando finalice su mandato. Él jura públicamente que su deseo, después de ocho años de mandato, es marcharse para dejar paso a una figura que pertenezca a su espacio o, en todo caso, a Unidos, la coalición que integra en Santa Fe

La cuestión es que en las últimas semanas son muchos a su alrededor los que empezaron a agitar la posibilidad de que el alcalde compita por un nuevo mandato. El influyente secretario de Gobierno municipal, Sebastián Chale, dijo que “no lo descarta” en la competencia para conducir por otros cuatro años el Palacio de los Leones.  

Se trataría de un caso inédito en la ciudad desde el retorno de la democracia. Horacio Usandizaga, Hermes Binner, Miguel Lifschitz, Mónica Fein y Pablo Javkin lograron ser reelectos una vez. Héctor Cavallero completó el segundo mandato de Usandizaga y luego fue ratificado en su cargo en las urnas. Es casi una costumbre que se repita el respaldo por lo conocido. Eso sí: nadie intentó buscar un tercer período. 

Primera aclaración que merece hacerse: desde lo legal no hay impedimentos para intentarlo. Hasta aquí, la Constitución provincial habilitaba las reelecciones indefinidas. Eso se modificó con la reforma concretada este año, pero las limitaciones dispuestas –dos períodos consecutivos como máximo– no configuran un escollo para Javkin. 

El actual mandato –que cubre el período 2023-2027– es considerado, como en el caso del gobernador, como el primero. Es decir que el intendente está habilitado por la ley para continuar, si el electorado lo respalda, claro, hasta 2031. 

Zanjado lo legal, existen razones políticas que deben analizarse. ¿Existe un interés real de Javkin para permanecer en el cargo? ¿Hay una necesidad dentro de Unidos para impulsar su nombre? ¿O es sólo parte de una estrategia para que su poder no comience a diluirse conforme se aproxima la fecha del final de su gestión? 

El escenario de la gestión actual

En el entorno de Javkin algunos muestran cierto entusiasmo. Sus operadores y funcionarios más leales insisten en que la gestión actual es la que debe evaluarse. Sobre la primera, aquella que se inició en 2019, plantean que la pandemia y la inseguridad impidieron que el intendente se aboque a tiempo completo para las tareas que fue elegido.

Ahora, entre obras públicas, el avance contra la violencia urbana y cierta efervescencia por la celebración del tricentenario de la ciudad –cuestionado desde algunos sectores por su poco apego a lo que dictan algunos episodios de la historia local– la gestión cree ver un repunte y una mirada más alentadora y favorable de los vecinos. 

Es real que los índices de imagen del intendente han cambiando. El mes pasado la agencia Nueva Comunicación relevó que el 51,6% de los rosarinos tiene una mirada positiva sobre Javkin, mientras que un 42,8% lo evalúa negativamente. En marzo, apenas ocho meses atrás, Innova detectó que un 60% tenía una evaluación crítica del alcalde. El cambio se advierte, en buena medida ayudado por la colaboración que le presta a la gestión el gobernador Maximiliano Pullaro, otro que ve en Rosario un bastión que debe fortalecer en favor de su proyecto personal. 

Esos datos entusiasman a quienes rodean al intendente. Es, sin embargo, una foto del presente que nadie puede proyectar a futuro. Hay otros elementos de la actualidad que pesan. Aunque falta mucho para 2027, en Unidos nadie se recorta con claridad –como sí sucede en otros espacios con Juan Monteverde o Juan Pedro Aleart– para ser considerado el candidato natural del espacio. 

María Eugenia Schmuck tiene pergaminos e historia. Ciro Seisas apareció con las luces de lo nuevo hace poco tiempo. Carolina Labayru ganó un espacio con su posicionamiento como la preferida del intendente para pelear por una concejalía. Ninguno, sin embargo, parece aún tener el suficiente peso para ser ungido con unanimidad. Ese es otro elemento para que los javkinistas agiten el nombre de su jefe.  

Los que empujan la idea de que compita intentan convencerlo de que lo que vendrá será mejor. Argumentan que quien sea elegido tendrá la histórica posibilidad de conducir los destinos de una ciudad autónoma, algo que distintas gestiones buscaron en vano. El próximo alcalde tendrá finalmente esa herramienta. Un nuevo mapa se abrirá. Distinto, desafiante y alentador para una metrópoli del tamaño de Rosario. Otro motivo, le insisten a Javkin, para intentarlo. 

Pero quizás lo que más pesa para empujar ese run run de las últimas semanas sea un elemento al que la política debe enfrentarse cuando se aproxima el final de un mandato. Lo que en el círculo de poder llaman “síndrome del pato rengo”, una definición que alcanza a los que no buscan su reelección o que ya tienen definido a un sucesor y que, por eso mismo, van perdiendo influencia y poder.

“No me gusta ponerme un cassette. Muchos me dicen ‘no lo digas tanto antes, perdés poder’”, reconoció esta semana Javkin al insistir con su idea de marcharse para ejercer otra tarea a partir del 10 de diciembre de 2027.

¿Cuál sería? Difícil predecirlo, aunque su nombre ya circuló para ocupar un lugar en la Corte Suprema santafesina. Él mismo se encargó de decir que escucharía gustoso una propuesta de ese tipo, pero después de terminar su mandato. Tres cortesanos continúan en la mira de Pullaro, por lo que la renovación de ese Tribunal está todavía en curso. Una candidatura legislativa es otro destino posible. 

En esa idea de no restarle autoridad y preponderancia, sostener el nombre de Javkin como posible competidor por la Intendencia podría ser una estrategia para contener, por ejemplo, a un rival como Monteverde. No dejarle la puerta abierta del municipio ni dar la idea de que no se quiere competir una vez más contra él, si fuera necesario, es lo que podrían buscar instalar en el entorno del intendente.  

Mientras tanto, el propio Javkin insiste en que prefiere “completar la obra, pasar a otra función y apostar a la renovación”. Sin embargo, esta semana dejó la puerta entornada al asegurar que la elección de un candidato es parte de una estrategia que “no la decide uno solo”. 

El tiempo marcará si existe interés de su parte, una necesidad para que compita del espacio político al que pertenece o sólo se trata de una jugada para blindar su poder mientras emprende el camino de salida. En cualquier caso, y aunque falten dos años, Javkin y su entorno ya están pensando en eso.  

 

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