Borsellino suma m2 y busca imprimirle su sello a nuevos productos

“Está bajando mucho el consumo. Por ejemplo, una marca dejó de fabricar cuatro quesos, hay clientes que empezaron a imprimir otra vez los potes en lugar de aplicarle la etiqueta y todo eso te lleva a repensar un poco el negocio”. Quien habla es Pedro Borsellino, un histórico de la industria gráfica de Rosario. Pero aún en este contexto adverso, de alta inflación y reglas poco claras para el rubro, su carta fuerte pasa hoy por diversificarse. “Yo sigo invirtiendo para imprimir lo que sea, hasta madera si fuera el caso”, enfatizó. 

Después de un parate de casi dos años, la semana pasada arrancaron las obras para levantar 5.000 m2 en el Área Industrial Uriburu (AIU) -sobre una superficie total de 15.000 m2- y que se sumarán a los 11.300 m2 de planta industrial que la firma Borsellino Impresos tiene distribuidos entre Ovidio Lagos y Callao. “Empezamos a proyectar todo ahí hace más de dos años, pero las constantes lluvias, la pandemia y el dólar complicaron las cosas. Tuvimos que realizar nuevamente todos los estudios de suelo, pero no hay mal que bien no venga y aproveché para hacer unas modificaciones a la nave en base a cosas que copié de otras empresas de afuera”, confesó Borsellino a Punto biz. 

Lo cierto es que en este tren de buscarle la vuelta, en Uriburu concentrarán la producción de envases flexibles, mangas termocontraíbles y autoadhesivos. En tanto que en la planta original continuarán con estuches y papelería comercial y la idea también es meterse de lleno en el rubro farmacia y laboratorio. Aunque si bien el negocio está definido y zonificado, aún no se puso fecha para el final de obra. Y en gran parte responde a la incertidumbre doméstica. 

“No tenemos un plazo definido. No hay costo de hierro ni de paneles, así que todavía estoy esperando. Voy de a poco como cuando se amplió la planta de Rosario, ladrillo sobre ladrillo. Cuando me descuidé, estaba operativa”, reconoció Borsellino. La necesidad de expandirse por fuera del ejido urbano responde a que ya no podían crecer más en la zona donde concentran su base de operaciones y eso dificultaba sumar a la oferta nuevos productos y servicios. Esta ampliación implicó, además, el hacerse de tecnología para lograr procesos más eficientes. 

Si bien Borsellino no puso cifras al desembolso, confió que la inversión se fue engrosando con el tiempo y que se realizó íntegramente con fondos propios. “Tenemos por Ovidio Lagos una planta de 9.300 m2 y al frente la planta vieja de 2.000 m2, en la que todavía seguimos fabricando algunos formularios, hay una máquina de impresión flexo al agua, cortadoras a bovinas y hacemos algunos servicios aplicados a etiquetas”, refirió. El proyecto es en lo macro ambicioso, aunque se mantiene cauto sobre los plazos atendiendo al comportamiento de la economía.