Un símbolo de Pichincha cambia de dueño y vuelve a sus orígenes

Chinchibira es todo un clásico del barrio de Pichincha. El bar está plantado desde hace más de 20 años en la esquina de Santiago y Jujuy y su sello distintivo siempre fue la coctelería. Desde 2014 era administrado por la sociedad comercial CH Pichincha S.R.L., pero en enero dos socios que siempre habían sido habitués decidieron comprar el fondo de comercio y devolverle al lugar la vieja mística que –según entienden– había perdido. Se trata de Bruno Perona y Lucas Sabbatini, que a un mes de haber concretado el negocio se la jugaron por ponerlo a caminar otra vez, aunque pensando ya en una futura transformación.

Para Bruno y Lucas lo más importante era recuperar el inmueble y también apostar fuerte a lo gastronómico. Por eso, definieron este agosto hacer un breve receso para volver renovados en septiembre. “Siempre fue un bar que estuvo bien posicionado, sin embargo nos interesaba darle otra impronta modificando un poco los tragos y el estilo. La idea cuando lo compramos fue que volviera a tener la mística de antes, aunque con algunas renovaciones”, refirió Perona a Punto biz, sobre esta otra etapa que implicará un cambio estético y a la vez nueva carta gastronómica.

Con la reapertura, los nuevos socios a cargo buscan mantener la esencia del emblemático bar coctelero, pero con un diferencial dado por el diseño y su carta de tragos y cocina de primer nivel. Reformaron la barra, pintaron, el techo volvió a ser de doble altura y se destacaron más que nada las molduras que le daban un toque señorial al inmueble. “Va a ser una mezcla de un bar de los ‘50 por la apariencia con un golpe moderno en cuanto a coctelería”, detalló el empresario. Si bien la carta contemplará tragos que ya son una marca registrada del lugar, habrá otros con los que buscarán innovar y estar a la altura de instaladísimos bares porteños. Por ejemplo, que te sirvan una bebida en una petaca envuelta en cuero con un mapa de Rosario o cócteles en un vaso con forma de corazón.

Cuando Bruno y Lucas empezaron a administrar el negocio, no se animaron a encarar enseguida las reformas porque querían sondear cómo se movía. Después de experimentar también con el brunch –un poco empujados por la pandemia y las restricciones horarias–, sintieron que era el momento. “Nos dimos cuenta de que estamos entregando una propuesta muy diferente a lo que había Rosario y muy completa. Y si bien apuntamos a ser referentes en coctelería, los brunch los vamos a mantener viernes, sábados y domingos”, sostuvo Perona. De ahora en más planean redoblar la apuesta y hasta se pusieron un ambicioso objetivo: meterse entre los 50 mejores bares del mundo. “Apuntamos a rankear a nivel internacional”, afirmó.