Dos santafesinos conocen el secreto del veneno de las abejas y lo exportan

El veneno que segregan las abejas obreras como medio de defensa contra predadores, la apitoxina, tiene sus “secretos”. Por un lado, es materia prima para la industria de la cosmética natural -de hecho, se promociona como “el bótox natural”- porque, al estimular la circulación sanguínea, estimula la producción de colágeno de la piel,su hidratación, y elasticidad. Además, tiene acción analgésica y antiinflamatoria, y se utiliza en terapias alternativas contra enfermedades como artrosis, reuma y esclerosis.

“En nuestro país aún se conoce poco el producto pero su visibilidad viene en subida, y también está aumentando la demanda de apitoxina desde el exterior, donde ya se fabrican una gran cantidad de cremas, inyecciones, gotas sublinguales y comprimidos”, reveló a Punto biz, Juan Eduardo Dukart. Este apicultor se asoció a un colega, Juan Pablo Prida, y crearon World Apitoxin, firma con base en Hersilia dedicada a la producción, extracción y comercialización de apitoxina cristalizada. Los emprendedores santafesinos (que también producen otos productos ligados a la apicultura bajo la marca Bee Insumos) son los primeros de Argentina en vender apitoxina cristalizada al exterior.

“El reemplazo de productos químicos por naturales está creciendo en todo el mundo y la demanda aumentó a razón del 100% anual en el último lustro. Recibimos consultas de empresas nuevas todos los días. Sobre todo, exigen materia prima que garantice el cuidado del medio ambiente y la pureza del producto, por eso certificamos normas Iram, la composición por análisis de laboratorio y además utilizamos un sistema de producción que preserva la vida de las abejas”, destacó Dukart.

El proceso de fabricación se basa en unas máquinas de extracción que se colocan en las colmenas, y la abeja deposita el veneno en la máquina en una proporción que, según Dukart, no pone en riesgo su vida (la mayoría de las abejas muere al segregar la apitoxina cuando pica, pero no en este caso). “El dispositivo se retira de la colmena, al entrar en contacto con la atmósfera el veneno se cristaliza y nosotros lo retiramos del dispositivo realizando un raspaje. Luego, lo almacenamos en vidrio caramelo, para que no entre en contacto con la luz y pierda sus propiedades”, explicó Dukart.

Un negocio concentrado

“Somos la única empresa de Argentina que comercializa apitoxina cristalizada y una de las pocas de Sudamérica, trabajamos 200 colmenas y el gramo se vende al exterior a u$s50”, indicó Dukart. Sobre las dificultades para escalar el negocio, explicó que el problema son las trabas burocráticas con las que deben lidiar para exportar por vías tradicional. “Hace años que lo intentamos pero todavía no podemos exportar por las vías tradicionales, estamos haciendo los envíos por courrier. Es un negocio con un gran potencial, pero para expandirlo necesitamos despegar con exportaciones y financiamiento”, reclamó.