Por Redacción
Historias de mujeres que atravesaron el dolor para darle una vida mejor a sus hijos. Sobrevivir a la mutilación genital, a la violencia de género y otros abusos.
Existen diferentes tipos de violencias de género, tanto verbales como físicas, que incluyen violación de derechos, golpes, maltratos, insultos, abusos y más. En Argentina se registraron 322 femicidios durante el 2023 superando ampliamente años anteriores. En este contexto, la agencia Antártica Press realizó una investigación profunda y visibilizó inspiradoras historias de mujeres que luchan contra la violencia de género.
Para esta cobertura, los periodistas de Antártica Press viajaron a Kenia, España, Suiza, Austria, Sierra Leona, Alemania, Etiopía y Somalia. Conocieron historias de mujeres que atravesaron la mutilación genital, hablaron con médicas especialistas, activistas y personas que están a favor de la práctica.“Sobrevivientes, no víctimas”, así describen a las mujeres que lo vivieron.
Asha Ismail es una sobreviviente y una guerrera que lucha todos los días para salvar a mujeres que no conoce. Nació en Garissa, Kenia, y cuando tenía cinco años su madre la llevó a otro pueblo para que le realizaran la mutilación. Años después, huyó con su beba de un matrimonio arreglado por su familia para que su hija no pasara por lo mismo.
Hoy ambas viven en Madrid, España, y son activistas en contra de la mutilación genital. Crearon la ONG -Save a Girl, Save a Generation- para acabar con la mutilación genital femenina, el sistema de dotes y el matrimonio forzado. “No es la vida de una víctima, es la vida de una sobreviviente”, resume en su entrevista. Trabajan en España, en Kenia y en Nairobi donde tienen una casa de acogida para las mujeres y niñas que escapan de la mutilación y de matrimonios forzados.
La mutilación genital femenina sigue vigente en 97 países, entre los que se encuentran Colombia, Estados Unidos y España. Es una práctica que altera o lesiona los genitales femeninos por motivos no médicos y, si bien existen 51 países donde está prohibido por ley, todavía se realiza de forma clandestina. La cultura, la religión, las costumbres y las tradiciones familiares son factores que propician su continuidad.
“Terminará conmigo”
Fatuma Hakar luchó contra su familia y su comunidad para salvar a su hija. “Al día de hoy puedo sentir en el cuerpo lo que viví ese día”, recordó y detalló que la mutiladora usó la misma cuchilla para cortar a cinco o seis chicas más, hasta que el filo no sirvió más.
Años más tarde se casó, en un matrimonio arreglado por sus padres, y se fue a vivir a Inglaterra. Tuvo seis hijos y cuando sus hijas tuvieron la edad correspondiente decidió que no iban a pasar por la mutilación. “Les dije que no. Mi hija no sería cortada, terminará conmigo. Yo lo viví. Conozco el efecto. Conozco el daño, conozco el dolor. Entonces no quiero que mis hijas vivan eso”, expresó.
Cuando volvieron a vivir a Kenia todo se complicó. Las compañeras de colegio de sus hijas les hacían bullying por no estar mutiladas. Las niñas le suplicaban y hasta lloraban para que las mutile, querían ser igual al resto. Finalmente, Fatuma se convirtió en activista y creó GirlKind Kenya, una ONG que lucha en contra de la mutilación genital femenina y brinda cursos de costura e informática a las mujeres que buscan una salida laboral.
“Estaba convencida de que me mataría”
Otra historia de superación es la de Diana, de 48 años y madre de siete hijos, oriunda de la provincia del Chaco. Dio una entrevista ante las Naciones Unidas (ONU) para contar su historia, con la esperanza de que a otras mujeres no les suceda lo mismo. Sufrió durante 28 años violencia de género. “No tenía miedo de que me pegara, sino que estaba convencida de que me mataría”, narró.
Al vivir con un padre maltratador, sus hijos también sufrían las consecuencias psicológicas y económicas de su accionar. Salir no fue fácil, pero contó con el apoyo de un refugio local y trabajadores sociales que la acompañaron y le brindaron un espacio seguro para recuperarse. “Fue difícil, pero con terapia, ayuda legal y la formación en habilidades, me recuperé”, señaló.
Diana es una de las 199 mujeres sobrevivientes alojadas en un refugio afiliado a la Red Interamericana de Refugios, apoyada por ONU Mujeres a través de la Iniciativa Spotlight en América Latina. El refugio actúa desde el 2017 ofreciendo apoyo psicosocial y asistencia legal. Es importante remarcar que existen redes de contención para ayudar y acompañar a las sobrevivientes.
Tanto Asha Ismail, Fatuma Hakar como Diana son tres sobrevivientes que dieron todo por salvar la vida de sus hijos. Las dos primeras enfrentaron a sus familias, comunidades y costumbres para evitar la mutilación. Y Diana enfrentó a su marido y muchos desafíos económicos para que sus hijos no vivan la misma violencia. Todas son líderes que siguen trabajando para salvar a más mujeres.
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