No hay cuerpo que aguante a las exigencias del mundo laboral actual

Suena el despertador, lunes otra vez. Tu cuerpo ha comenzado a invadirte con pensamientos e imágenes negativas; cumplir horarios, injusticias, ya puedes ver la cara de aquellas personas indeseadas que dificultan tu día y sentirte angustiado. ¿Te suena? ¿Lo has sentido? Así se nos pasa a muchos de nosotros gran parte de la vida.

El cuerpo es la más compleja de todas las máquinas, y sin embargo vino sin manual de usuario. Lo peor de todo es que no podemos comprar otro, tenemos sólo uno y debemos cuidarlo. Mira a tu alrededor, ¿Puedes ver otras máquinas tan antiguas? Si tienes tan sólo treinta años pero en lugar de humano fueras un auto, ya serías de colección, pero tú recién estás comenzando.

En promedio pasamos en el trabajo unas ocho horas diarias. Aproximadamente cuarenta horas semanales. Al terminar el mes habrás estado en tu oficina unas ciento sesenta horas, el equivalente a seis días completos de trabajo. Seamos todavía más crueles, si trabajas un promedio alentador de treinta años, habrás estado en tu trabajo casi siete años de tu existencia. No puedes malgastarlos, es menester no padecerlos, no hay cuerpo que lo resista.

Pero entonces, ¿Cuál es la solución? ¿Qué podemos hacer al respecto? Debemos generar un cambio en el paradigma de la salud en el ámbito laboral. La misma debe ser entendida desde el bienestar físico, psíquico y social, y no sólo como la ausencia de enfermedades.

Es una necesidad de los tiempos que corren que las compañías puedan transformarse en organizaciones saludables, lo que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) significa que las empresas destinarán parte de su presupuesto a la aplicación de acciones orientadas a: 

- Resolver las distintas dolencias de sus colaboradores (cervicalgias, cefaleas, bruxismo).

- Mejorar la nutrición cotidiana de los mismos, y fomentar el movimiento en pos de evitar el sedentarismo y sus nefastas consecuencias.

A nivel mundial y previo a la pandemia, las empresas ya estaban intentando convertirse en organizaciones saludables. En la post pandemia, será más una necesidad que un objetivo que las compañías se conviertan en un entorno útil para promover la salud.

Es de vital importancia entender cómo están mutando las formas de trabajo en el mundo, dado que si los ámbitos de trabajo continúan desarrollándose como hasta el presente terminarán por afectar cada día más la salud de su componente más valioso, el recurso humano. Las compañías están repletas de colaboradores que padecen estrés, sedentarismo, tabaquismo, malnutrición y automedicación, un combo explosivo que va directo a generar un sinfín de patologías como las cefaleas tensionales, las cervicalgias, el bruxismo y las enfermedades no transmisibles (ENT), como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares  y las enfermedades respiratorias crónicas. Todas ellas desencadenantes de disminución de la productividad, malestar en el clima colectivo de trabajo y marcada pérdida de la calidad de vida. Esto constituye otra de las pandemias, una que no vemos pero que genera costos millonarios en ausentismo laboral, consumos de fármacos por automedicación y consultas médicas y kinésicas que podrían evitarse si se apuntasen los cañones hacia la prevención, una palabra a la cual hemos echado al olvido.

Tal vez la pandemia Covid-19 sea el punto de inflexión que ayude a considerar todos los cambios que el sistema pedía a gritos pero no fuimos capaces de escuchar.

(*) Director del Instituto Kinergo, consultoría eco-saludable.