Por Redacción
El enfrentamiento bélico en Oriente Medio tiene su efecto en mercados como el de la carne y la soja.
Tras la agudización de los conflictos bélicos entre Irán e Israel, sin dejar de lado lo moral y las vidas humanas, vale analizar los efectos de esta disputa sobre ciertos mercados para Argentina.
Según publicó la Bolsa de Comercio, Israel es un destino estratégico para las exportaciones del complejo carne y cueros bovinos, el sexto complejo exportador del país. Fue el segundo destino más relevante para las carnes argentinas en 2024, representando el 7,8% de las exportaciones totales del complejo exportador.
En 2024, además de los cupos tradicionales de carne kosher sin hueso, se habilitó la exportación de carne kosher con hueso, lo que dio un nuevo impulso al comercio bilateral. Ese año, las exportaciones cárnicas argentinas hacia Israel alcanzaron un récord nominal, consolidando a este mercado como uno de los más relevantes del complejo bovino. Tomando el promedio de los últimos cinco años, cerca del 70% de las exportaciones argentinas a Israel consistieron en carnes. Con un volumen de importaciones próximo a las 175.000 toneladas de carne para Israel en 2024, y un nivel de embarques desde Argentina por más de 45.000 toneladas, Argentina abasteció más de un cuarto de las importaciones israelíes de carne.
Sin embargo, Israel también es destino de exportaciones de otros destacados productos del agro argentino, como harina de soja, maní, maíz, jugos de limón, porotos, peras, manzanas, uvas, trigo, entre otros. Si bien Israel importa de uno a dos millones de toneladas de trigo y maíz al año, estas provienen fundamentalmente de Rusia, Ucrania o la UE, en vista de su mejor acceso logístico para originar hacia dicho destino desde estas regiones.
Desde 2011 nuestro país dispone de los beneficios del acuerdo de libre comercio Mercosur – Israel, el primero que el bloque sudamericano firmó con una contraparte extra regional. En este sentido, el comercio bilateral es sostenidamente superavitario para la Argentina. Cerca de la totalidad de las exportaciones argentinas a Israel consisten en productos agro.
Por su parte, las exportaciones argentinas a Irán se muestran más irregulares y con mayor proporción secreto estadístico. No obstante, dichas exportaciones se explican fundamentalmente por compras de harina de soja hacia dicho destino. Con cerca de 450.000 toneladas exportadas en 2024, Argentina abasteció el 15% de las importaciones de este producto de Irán. Otros relevantes proveedores de harina de soja en Irán son Brasil, Emiratos Árabes Unidos, Países Bajos, Reino Unido e India.
Más allá de lo anterior, los efectos indirectos de este conflicto surgen quizás entre los más amenazantes para la economía global en general y para la economía argentina en particular. Tenemos más cerca del presente a las últimas dos recesiones globales, que fueron causados por una pandemia (2020) y por motivos financieros (2009). Sin embargo, las fuertes desaceleraciones económicas a nivel mundial en 1975 y 1982 se explican en las crisis del petróleo que les precedieron, generando además fuertes recesiones en los Estados Unidos, con eco en todo el mundo.
El estrecho de Ormuz, al sur de Irán, tiene el protagonismo en este caso. Por este paso circula más del 11% del comercio marítimo global. Sin embargo, su relevancia es aún más fuerte en los mercados energéticos: por el estrecho circula más del 35% del petróleo comercializado por buques del mundo, además del 19% del gas natural embarcado a nivel global. Por ello se entiende que casi dos tercios de su tráfico marítimo se lleve adelante en buques cisterna o tankers, diseñados para transportar líquidos a granel.
Si bien afortunadamente el conflicto ha reducido su intensidad y las tensiones militares se ven más recortadas, cualquier disrupción directa sobre este estrecho afectaría de manera directa el comercio marítimo mundial, todavía sintiendo los efectos de los conflictos en Yemen sobre el estrecho de Bab el-Mandeb. Este le ha traído menos preponderancia a la vez al canal de Suez, generando en contraposición un mayor volumen transportado por el Cabo de la Buena Esperanza, en Sudáfrica, con el costo logístico y temporal adicional que eso implica.
Este contexto reciente tuvo impacto sobre los mercados de fletes. Desde diciembre del año pasado el flete por importaciones hacia la Argentina venía bajando, medido en costo por tonelada importada. Sin embargo, aún está un 25% por encima de los valores del 2024, comparando los datos de mayo de este año con los del mismo mes del año pasado. Esto toma especial preponderancia mientras se registran subas de precios a nivel internacional de insumos fundamentales para el agro argentino, como se vio con los fertilizantes en las últimas semanas.
En este sentido, las idas y vueltas del conflicto podrían traer incertidumbre adicional a los fletes marítimos, en un marco de crecientes niveles de importaciones desde destinos con mayor incidencia del flete en los costos, como China. Por estos factores, entre otros, se muestra que en lo que va del año el costo promedio de flete y seguro por tonelada importada fue el segundo más alto en veinte años.
Asimismo, es cierto que las oscilaciones de los precios del petróleo hoy encuentran a la Argentina mejor posicionada, con una balanza energética superavitaria y un sostenido crecimiento de la producción petrolífera nacional. No obstante, relevantes socios del agro argentino hoy se encuentran con balanzas energéticas deficitarias, por lo que no debe perderse de vista que cualquier shock del petróleo podría limitar sus crecimientos en la demanda de productos agro. En este sentido, India tiene un déficit energético por cerca de 4 puntos de su PIB, una proporción que asciende al 8% para Tailandia y 7% para Corea del Sur, de acuerdo con datos de BMI. Más aún, China tiene un déficit energético por más del 2% de su PIB, un dato próximo al déficit de muchas economías europeas, como Italia, Francia y Alemania.
Sin embargo, no debemos dejar de mencionar que esta situación de tensión sobre los mercados petroleros encuentra a un Estados Unidos con una balanza energética que es superavitaria desde 2019, de acuerdo a la EIA. Más aún, la región de Medio Oriente ha perdido participación en los mercados mundiales de energía al tiempo que el PIB global se ha vuelto menos dependiente del petróleo en las últimas décadas. Estos factores se suman al desescalamiento de tensiones que vimos en esta semana para traer cierto alivio en un contexto global que aún persiste volátil e incierto entre aranceles y conflictos todavía abiertos.
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