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Política

Política santafesina

El PJ se unificó en solidaridad con Cristina, pero sólo para eso

El PJ se unificó en solidaridad con Cristina, pero sólo para eso
Mauro Aguilar

La decisión de la Corte conmovió a las huestes locales. Pero las distintas tribus deambulan cada una por su lado.

La confirmación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner provocó un terremoto en el mapa político argentino. Está en marcha la reconfiguración de un sistema que ya experimentaba cambios profundos desde la disruptiva irrupción de Javier Milei. Hacia dónde marcharán los partidos, qué alianzas y estrategias elaboran es parte de un proceso incierto. El peronismo, claro está, es el espacio más afectado. La dirigente que ocupó la centralidad de ese movimiento ha quedado apartada de toda disputa electoral. Para siempre, aun cuando su defensa explore ahora mismo alternativas en tribunales internacionales para revertir el proceso judicial en su contra. 

Lo primero que ha exhibido el peronismo es un abroquelamiento previsible en defensa de la ex presidenta y en contra del accionar judicial. Eso permitió dejar a un lado las diferencias que atraviesan al partido. Le sucedió al PJ bonaerense y al Tucumán, Entre Ríos o Río Negro, por citar algunos ejemplos. También, al de Santa Fe. 

Por primera vez en mucho tiempo las distintas tribus que representan al partido en la provincia caminaron en la misma dirección. Expresaron respaldo a Cristina. Pero, además, plantearon su inquietud porque consideran que algunos rasgos protectores de la democracia están amenazados a partir del recorrido que tuvo la llamada causa “Vialidad”. Hablan de un objetivo claramente “proscriptivo” para el que se alinearon distintos actores y poderes. 

El partido, que hoy comandan en Santa Fe los senadores, los intendentes y jefes comunales, el rossismo y La Cámpora, expresó formalmente a través de un comunicado su postura. Hubo, además, gestos y declaraciones en el mismo sentido de algunos dirigentes que están alejados de la conducción formal, pero que sintieron que la situación los obligaba a pararse en la misma vereda. No los unió el amor, sino el espanto.

El senador Marcelo Lewandowski participó de una reunión con Cristina el mismo día que se conoció la condena. El ex candidato a gobernador, quien hace apenas tres meses rechazó la sugerencia de la presidenta del partido para encabezar la opción del justicialismo para la disputa por la convencional constituyente, planteó ahora que el accionar de la Justicia “atenta contra el sistema democrático”. 

Juan Monteverde, convertido hoy en uno de sus rivales internos dentro del PJ santafesino, opinó en el mismo sentido y aseguró que el fallo “no busca justicia, sino proscribir a Cristina”. Por la misma línea se pronunciaron el Movimiento Evita y hasta el sector quizás más refractario a la conducción de la ex presidenta dentro del variopinto arco ideológico que ofrece el justicialismo provincial: el perottismo. 

Omar Perotti se resguardó de hacer un pronunciamiento público. Es su conducta habitual: el rafaelino mide cada gesto. Suele accionar pensando en su suerte y en su imagen. Pero algunas de sus principales espadas salieron a defender a la ex presidenta y a fustigar a la Corte Suprema. Lo hicieron los diputados Celia Arena y Marcos Corach, dos de sus exministros y actuales integrantes de su bloque en la Cámara baja. El tablero del peronismo quedó, de alguna manera, completo con esos pronunciamientos. Podría decirse que nadie faltó a la cita de los repudios. 

Del Rosatti “traidor” al dardo envenenado contra Pullaro 

La conducción del peronismo emitió en la semana dos comunicados. En el segundo, una vez conocida la ratificación de la condena contra Cristina, atacó con extrema dureza al juez de la Corte Suprema Horacio Rosatti y apuntó, además, contra Maximiliano Pullaro. Al mandatario le achacó su respaldo al accionar de la Justicia y le apuntó por posibles prácticas que podría aplicar en la provincia contra dirigentes opositores. Parece un escenario impensado. 

En el escrito el PJ plantea que “ni un presidente comunal ni una legisladora o legislador” de la provincia está a salvo de ser perseguido “por el sólo hecho de representar intereses contrarios al poder económico y político que hoy gobierna”. 

Y encara, sin ambages, contra Pullaro. Dice que le “preocupa y atemoriza” la postura del gobernador, porque lejos de defender la institucionalidad, “deja en claro que está dispuesto a replicar estas prácticas” proscriptivas en Santa Fe.  

Extraña que el peronismo haya planteado ese escenario. Mucho más en momentos en que, el oficialismo y el principal partido opositor, se aprestan a iniciar una ronda de diálogos para organizar el andamiaje de la histórica Asamblea Constituyente que reformará la Carta Magna después de 63 años. No parece el mejor preludio. 

 En ese mismo escrito, el PJ reprocha a Rosatti haber aprobado la condena contra Cristina olvidando su pasado dentro del justicialismo. Le recuerda haber sido elegido intendente en Santa Fe representando al peronismo. No fue el único lugar de peso que ocupó el cortesano dentro de la estructura del justicialismo: fue convencional constituyente en la reforma de 1994, pero también funcionario del gobierno de Néstor Kirchner, donde ocupó el cargo de Procurador del Tesoro y fue ministro de Justicia y Seguridad. Nada menos. 

“Hoy traiciona no sólo los principios del justicialismo, sino también a la ciudadanía que alguna vez dijo representar”, le dedican sus viejos compañeros del Consejo Consultivo del PJ santafesino. 

Ahora bien, ¿las voces uniformes que se escucharon esta semana desde todos los sectores del peronismo local permitirían pensar que todas las tribus comenzarán a caminar de aquí en más unidas? De ninguna manera.

En la misma semana del respaldo a Cristina, quedó exhibida la distancia y los intereses que alejan a los distintos actores del peronismo local. El gobierno avanzó en la Legislatura con el permiso para tomar deuda por mil millones de dólares. Mientras los senadores justicialistas levantaron rápidamente la mano para aprobar el pedido del oficialismo, en diputados hubo disputa y hasta modificaciones impuestas por el socialismo al proyecto original. 

Perotti, al que no suele escucharse mucho en la Cámara baja, esta vez decidió hablar. Lejos de su postura habitualmente acuerdista con el pullarismo, fustigó las formas y el fondo del pedido oficial. Recordó sus tiempos al frente de la Casa Gris, sus pedidos para tomar deuda y el rechazo para avanzar de los que ahora son oficialistas. Finalmente se inclinó por la negativa. 

En Unidos algunos leían esa actitud como una forma de posicionarse de parte del rafaelino en momentos en los que el peronismo santafesino está disperso, buscando una brújula y un líder. Perotti tuvo el poder y lo perdió. No es fácil acostumbrarse a eso. Ejemplos, en la política, sobran. 

 

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