El impacto de la ola importadora en las góndolas y la industria pyme

La apertura de importaciones, medida implementada por el Gobierno Nacional con la intención de moderar los precios internos, generó múltiples reacciones y un análisis sobre su efectividad real en la lucha contra la inflación. La iniciativa, inicialmente apuntada a alimentos y productos de consumo masivo, ya lleva unos dos meses en vigencia. Los especialistas afirman que los efectos buscados aún se estarían viendo a cuentagotas.

"La apertura de las importaciones no generó en términos históricos, decisivas bajas en el tema inflacionario", afirmó consultado por Punto biz Miguel Ponce, especialista en comercio exterior con más de 40 años de experiencia y exgerente de la Cámara de Importadores de la República Argentina. En cambio, atribuye la reciente baja de la inflación en Argentina al enfriamiento de la economía.

En esa línea, Ponce resaltó que las facilidades para importar no resuelven todas las cuestiones de manera uniforme y subraya la diversidad de impactos según los sectores. "No en todos los rubros aparecen soluciones que puedan ser comparables o puedan ser analizadas de manera homogénea", explicó.

Por otro lado, apuntó a que la distorsión de precios entre productos importados y nacionales es evidente. "El retraso cambiario permite conseguir productos argentinos de marcas argentinas un 30 y un 35% más barato afuera en dólares que acá", señaló. Este fenómeno provocó un aumento en la importación de productos alimenticios y delicatessen, como fideos italianos, salmón y bondiolas brasileras.

Por su parte, empresarios del sector y referentes de cámaras supermercadistas advierten sobre una cuestión no menor: no hay dólares en el mercado para poder importar. “El Estado no está soltando los dólares como para poder importar con el dólar oficial. Además, para las cadenas medianas o chicas, las cantidades que trae un contenedor son excesivas”, apuntó sobre este asunto Sergio Cassinerio, presidente de la Cámara de Supermercadistas de Rosario.

Por otro lado, aseveró que “el consumidor está en modo ahorro y no está esperando ansiosamente productos importados como atún, cervezas, chocolates u otros tipos de alimentos”. “Incluso hay que observar cómo se comportan los mercados, porque hasta hace poco los países vecinos hacían colas para comprar acá y ahora es al revés. Importar alimentos no se puede hacer de un día para otro; hay tiempos administrativos, bromatológicos y aduaneros que no facilitan el ingreso. Esto es más una advertencia del gobierno a la industria que algo de fácil aplicación”, señaló.

Al mismo tiempo, comentó el caso de Arcor que está considerando no enlatar atún en el país y traerlo de afuera enlatado, y esto podría suceder con otros productos. En los formatos regionales de supermercados se espera este tipo de acción. “Una vez más, son medidas que no tienen un impacto significativo en el interior del país, y mucho menos en las áreas más alejadas. Estos anuncios suelen estar dirigidos más hacia el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) que hacia el resto del país. Esto no es ninguna novedad, ya que es lo que ocurre normalmente”, opinó.

Asimismo, dijo que en la industria en general se está viendo la aparición de promociones en ciertos productos, tal vez como un efecto del anuncio del Gobierno, además de la recesión actual. En esa línea, confió que los consumidores están en una postura más cautelosa y las empresas buscan formas de incentivar las ventas en un contexto económico difícil. “La dinámica entre importación y consumo local sigue siendo compleja, y las medidas anunciadas parecen estar más orientadas a generar una respuesta inmediata en el mercado que a ofrecer una solución sostenible a largo plazo”.

En cuanto a la distribución de productos importados, Ponce diferenció entre las grandes cadenas de supermercados y las pequeñas tiendas del interior del país. "En las grandes se ven más productos importados, en las otras se ven también, pero es irrelevante en términos corporativos", afirmó. Los supermercados de grandes cadenas tienen una mayor capacidad para importar, lo que les permite ofrecer una variedad más amplia de productos extranjeros en comparación con los pequeños autoservicios locales.

Las medidas de apertura de importaciones tuvieron como objetivo paliar los aumentos de precios tras la devaluación de diciembre pasado, pero “los efectos hasta el momento no fueron de la dimensión que se esperaba", opinó Ponce. “Aunque se esperaba que la apertura ayudara a moderar los precios, la realidad demostró que el pass-through, es decir, el traslado de la devaluación a los precios, tuvo un impacto mayor”, detalló.

Ponce también menciona casos específicos de importaciones que han afectado el mercado interno. "Algunos de los productos ya los mencioné, básicamente estamos hablando de pan lactal de una marca conocida, inclusive han traído gaseosas de marcas que se fabrican en el país trayéndolas desde países vecinos donde los costos son menores", detalla. Esto no solo refleja las distorsiones de precios, sino también la complejidad de las decisiones económicas que se toman a nivel macro y su impacto en el nivel micro.

Sobre este asunto, el experto indicó que el Gobierno nacional tiene un desafío mayor, que es asegurar la equidad entre los distintos actores del mercado. En este contexto, afirmó que los grandes grupos que tienen más espalda para importar salen beneficiados. “Las economías regionales, que no tienen acceso facilitado al Mercado Único Libre de Cambio (MULC) y enfrentan condiciones de pago más desfavorables, ven cómo sus productos se vuelven menos competitivos frente a los importados”, reflexionó.

Por último, subrayó que la apertura de importaciones si bien busca moderar precios y ofrecer más opciones a los consumidores, también puso de manifiesto las profundas desigualdades estructurales que desde hace años arrastra el mercado argentino. “Las decisiones económicas deben ser cuidadosamente equilibradas para no perjudicar a los sectores más vulnerables”, cerró.