Capeó una crisis financiera y ahora emite bonos verdes para grandes empresas

Cuando termine 2023, Worms, la firma de Arroyo Seco dedicada a la reutilización de desechos industriales, habrá terminado de ordenar y acordar el grueso de las deudas que habían puesto a sus anteriores dueños contra las cuerdas, según indicaron a Punto biz los actuales gerenciadores.

Pensando en un 2024 más despejado en materia financiera, desde la firma están incursionando en nuevos mercados, como el de la emisión de bonos de carbono, también llamados bonos verdes. ¿Qué son estos bonos? Una herramienta para que las empresas cuya actividad implica un daño medioambiental puedan compensar sus emisiones de dióxido de carbono.

Empresas como Worms, dedicadas a mitigar el impacto medioambiental, pueden emitirlos y venderlos, teniendo en cuenta que obtuvo la Certificación de Sostenibilidad Internacional y de Carbono (ISCC), que verifica con normas internacionales la trazabilidad e la recuperación de los desechos y residuos que entran a la planta. Además, también logró la certificación global como empresa B+ (de triple impacto).     

“En la Unión Europea y decenas de países de otros continentes [como China o México] hay empresas que están obligadas a compensar la emisión de dióxido de carbono que producen. Papeleras o aerolíneas son algunos de los rubros en donde la compensación es obligatoria. Una forma directa de hacerlo es comprando bonos de carbono. En otros casos, sin estar obligadas, las compañías optan por adquirir bonos porque tienen objetivos medioambientales”, explicó Pablo Zimmerman, al frente de Worms.

Sobre la emisión, aclaró: “Tenemos 8 hectáreas de canchas de compostaje en las que disponemos residuos sólidos orgánicos para transformarlos en compost. Por cada tonelada de compost, yo puedo emitir un bono de carbono. Actualmente estamos en unos 1.500 bonos mensuales y a mediano plazo hay potencial para emitir más”, indicó Zimmerman. Cada bono cuesta u$s2.  

El corazón del negocio

El ingreso al mercado de bonos verdes es una de las últimas incursiones de la empresa, cuyo métier es la transformación de residuos industriales en productos de valor. “Nos entran unas 80.000 toneladas mensuales de residuos”, cuantificó. Tras el tratamiento, se obtienen desechos orgánicos líquidos, que luego se exportan y se utilizan en el exterior para la fabricación de biodiesel de segunda generación (hecho en base a residuos líquidos comprobables con ISCC) y combustible para aviones de segunda generación.

“Tenemos clientes de la talla de Chevron, Neste y Prio, multinacionales que vienen ampliando la producción y cada vez demandan más. En muchos países hay beneficios impositivos para la utilización de productos obtenidos del tratamiento de residuos”, señaló. 

En su planta de Arroyo Seco, además de las canchas de compostaje Worms tiene 10 piletas homologadas para la recepción de líquidos no peligrosos provenientes de plantas de biodiesel, aceiteras, celulosa y agroindustrias. Además, son la única compañía argentina con planta de reciclaje y valorización a escala industrial de neumáticos fuera de uso (NFU). “Al NFU lo convertimos en caucho granulado, textil, piso baldosas, postes y más”, indicaron desde Worms. 

De acuerdo a la Base de Deudores del Banco Central, a mitad de año Worms tenía una deuda bancaria de $248,3 M con cheques rechazados por un valor total de $586.538.651,10. “Establecimos calendarios de pagos entre privados y estamos saldando las deudas paso a paso. La idea es terminar el año con otro panorama”.