A Pullaro le sonríen las encuestas, a casi seis meses de gestión

La consultora Innova testeó, hace dos semanas, el humor social en Rosario. Preguntó por simpatías, aprobaciones y rechazos que generan distintos actores de la política municipal, provincial y nacional. Buceó, además, en los temas que más inquietan a la población. Una lectura rápida marca que el gobernador Maximiliano Pullaro tiene altos niveles de aprobación a casi seis meses de iniciada su gestión: el 58% la aprueba. Ni Javier Milei ni Pablo Javkin pueden exhibir lo mismo, aunque al presidente le va mucho mejor que al jefe municipal. 

Es interesante ver cómo, incluso, la gente se involucra con temas que podrían resultarles indiferentes, fuera de la coyuntura, y conecta con algunas de las políticas impulsadas por la gestión provincial. El 61% se ha puesto del lado del gobernador en uno de los puntos que más rispideces le generó en la pulseada salarial con el gremio docente: la iniciativa del premio económico para aquellas maestras y maestros que no registren inasistencias a clases. Lo que del otro lado del mostrador llaman “presentismo” y describen como una herramienta injusta.

Se ha dicho en esta columna: esa representación sindical, la de los docentes, se ha convertido quizás en el grupo que más ha resistido al gobernador. Ni siquiera desde la política partidaria ha tenido –aún– señalamientos tan duros. Con esos gremios ha tensado la cuerda hasta disponer incluso la siempre antipática decisión de descontar uno de los días de paro lanzados a principios de mayo. 

Hay más temas en los que podría pensarse que no existe interés de la gente y que la encuesta desmiente. El 62% de los consultados dice estar a favor de la reforma de la constitución provincial. También se ha marcado aquí que es ése un tema del que Pullaro no ofrece referencias en público, pensando justamente que no es un asunto que inquiete hoy a los ciudadanos. Muchas de sus principales espadas, sin embargo, trabajan para lograr avances en el mediano plazo. 

Hay, en el trabajo de Innova, un detalle interesante sobre la cuestión de la reforma y es el que, casi siempre, se ha convertido en una piedra en el zapato de los gobernadores que intentaron las modificaciones de la Carta Magna provincial: la posibilidad de que ellos mismos puedan ser reelectos. Ese punto hoy muestra cierto equilibrio: 48% lo aprueba y 44% no. Si en el momento que cosecha el 61% de respaldos menos de la mitad de la población acompaña una posible reelección, ¿qué podría suceder con Pullaro tras el desgaste de otros tres años de gestión? Se verá. Falta mucho camino por recorrer para saber si el gobernador quedará o no habilitado para participar en esa carrera. Para la política argentina sacar conclusiones a largo plazo es casi un trabajo de ciencia ficción.  

La inseguridad, siempre en el foco de los problemas

El humor social muestra también algunas curiosidades. Si bien hay una aprobación mayoritaria por la gestión, pesan en el sentir de los encuestados al ser consultados por la situación de Santa Fe sentimientos como incertidumbre (39%), bronca (14%), tristeza (11%) y miedo (10%). Un 18% dice tener esperanza y un 4% tranquilidad. 

Aquí, otra vez, pesa decisivamente sobre la población el espanto que le provoca la inseguridad. El 56% lo señala como el principal problema que tiene Rosario. Otro 20% se inclina por el narcotráfico. Dos temas que tienen una íntima ligazón. De hecho, en tres de cada cuatro homicidios los fiscales que investigan los casos relacionan el consumo y la venta de estupefacientes como causales de los ataques. 

Hay, aquí, un par de derivas interesantes. La gente percibe que el asunto está ramificado y extendido. Que es ya parte de lo cotidiano. El hartazgo y el temor han calado hondo en la población. Por eso, ya no se entusiasma con soluciones pasajeras o anuncios rimbombantes. El gobierno provincial tiene números para mostrar que exhiben un significativo progreso: terminado mayo, se han registrado en el Gran Rosario 50 crímenes. A la misma fecha, el año pasado, eran 130. La diferencia es abrumadora. El mayor patrullaje en las calles o las restricciones que podrían estar aplicándose en las cárceles con los presos de alto perfil no lo explican todo. Son múltiples las causas y es un período demasiado breve para sacar conclusiones definitivas. Aunque ese número podría resultar alentador, en la gente está arraigado un temor después de tantos años de una espiral creciente de violencia que unos pocos meses de estadísticas favorables no logran modificar. La percepción lúgubre del ciudadano de a pie se sostiene. 

Pullaro también lee eso. Ministro de Seguridad provincial entre 2015 y 2019, el mandatario asegura que el paso por esa cartera y el acceso a la dinámica delictiva lo obligó a repensar sus ideas. Admite que debió “meter la sociología debajo del brazo” para buscar resolver el problema. Ahora, como gobernador, quiere aplicar parte de ese viraje. El humor social, el cambio de época, quizás lo ayuden en su idea. El radical se admite como alguien “más duro” que Patricia Bullrich –referente de una persecución penal más dura– y empuja una legislación que no le ponga piso a la edad de imputabilidad. Para el gobernador no importa si un niño de once o doce años comete un delito grave: debe ser juzgado como si fuera mayor de edad. 

En ese tema también parece estar en línea con el sentir actual de una porción amplia de la ciudadanía. De acuerdo a la encuesta de Innova el 72% muestra su acuerdo con bajar la edad de imputabilidad a 14 años. 

El relevamiento de la consultora muestra algunos trazos gruesos de la realidad. La fotografía es interesante porque retrata simpatías, apoyos e inquietudes tras seis meses del gobierno de Unidos. Por ahora Pullaro puede sentirse respaldado. La política argentina, sin embargo, da muestras recurrentes de que todo puede cambiar de la noche a la mañana. No hay laureles para nadie. Mucho menos para que alguien se quede a dormir sobre ellos.