A biotech ya no le conviene trabajar con sorgo en Rosario y muda el desarrollo a EEUU

El grueso de las startups de la biotecnología siguen una lógica global y más tarde o más temprano eligen abrir oficinas y laboratorios fuera de la Argentina. Ese camino tomó hace ya un buen tiempo al rosarina BioHeuris. Si bien ahora fichó nueva superficie en la ciudad, las actuales condiciones del país la obligan a tomar decisiones estratégicas como la de trasladar a Estados Unidos la investigación y desarrollo de su línea de mejoramiento de sorgo, para lo cual busca radicar a profesionales locales en Saint Louis.

La mudanza se definió en los últimos meses y para lograr el objetivo el líder de edición genómica de la compañía ya está en el hemisferio norte para capitanear toda la tarea de I+D. “La nuestra es una compañía dinámica y en ese objetivo siempre estamos tomando decisiones estratégicas. Lo cierto es que veníamos trabajando en sorgo en Argentina y ahora detectamos que nos conviene seguirlo en Estados Unidos”, sintetizó Lucas Lieber, cofundador de BioHeuris en contacto con Punto biz. La empresa hoy alquila espacio en el complejo de Indear y tiene previsto triplicar su superficie actual instalándose en la Zona i, donde opera el Polo Tecnológico Rosario.

Hay una serie de factores que incidieron en la definición. “El desarrollo de la tecnología para el cultivo de sorgo requiere de mucha superficie de invernadero y en Saint Louis uno puede alquilar espacio con gran capacidad y calidad de infraestructura, algo que en el país hoy no corre”, amplió el ejecutivo, sobre el cambio de paradigma que rompió con años de experimentación de sorgo en Argentina.

Si bien en la zona núcleo sigue siendo muy ventajosa la contratación de personal, hay condiciones que ahora se han puesto cuesta arriba y tallan en la estrategia de startups como BioHeuris, que analizan de una manera muy puntillosa su esquema de crecimiento. “Al contar con una pata en los Estados Unidos no nos resulta descabellado mudar una línea de I+D. Esto no significa que no tengamos interés de desarrollar productos en Argentina ya que de hecho mantenemos experimentación en otros granos, pero hay variables que cambiaron”, se sinceró Lieber.

Un elemento que se volvió extremadamente tedioso es el acceso a insumos importados. “Hasta hace dos años no era complejo importar, ahora el ingreso de material fundamental para la tarea diaria está casi frenado y eso complica. En Estados Unidos contás en menos de 24 horas con mercadería que acá tenemos parada en Aduana y lleva más de 3 meses ingresar”, sumó.

“De por sí una startup tiene que demostrar alta flexibilidad, eso sumado a que trabajar en investigación y desarrollo tiene una dosis extra de incertidumbre. No sabemos lo que va a pasar en el futuro. Lo cierto es que analizamos muy bien de qué manera podemos recuperar la inversión que hacemos y si se complican las tasas de retorno no es descabellado evaluar la realización de procesos en otros sitios”, indicó Lieber, que adjudicó las últimas decisiones a una “crisis de crecimiento”, algo que a su juicio no termina siendo una mala noticia.

El nuevo esquema implica el pedido de visa de trabajo para algunos integrantes del equipo argentino con miras a que lideren el laboratorio en los Estados Unidos. 

Lieber fue claro a la hora de plantear que el manejo de las licencias de algunos granos dificultan el horizonte a nivel local de determinados desarrollos. El caso más palpable es el de la soja, donde la innovación genética alrededor del cultivo ya no mira Argentina por la falta de claridad respecto de la patentes para la comercialización.