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Negocios

Un “salmón” de la biotecnología: se instaló en Rosario para conquistar el mundo

Marianela Bocanegra

Nadó a contracorriente cuando dejó su carrera en Buenos Aires y relegó ofertas del exterior para hacer ciencia en la ciudad. Hoy, Héritas se alista para cotizar en Wall Street. 

Martín Vázquez, cofundador y titular de Héritas (Grupo Bioceres) tiene dos metas entre manos: por un lado, está llevando a América Latina su unidad de negocios Rewell, un programa de coaching y medicina preventiva personalizado de acuerdo a la genética de cada organismo (lo disruptivo del programa es que incluye dos test de ADN y microbioma intestinal que la persona se autopractica, y todo el proceso se realiza a domicilio). Por otro lado, el objetivo es seguir los pasos de Bioceres y Moolec Science, otra de las empresas del grupo, y lograr la cotización de su firma en Wall Street.  

Antes de liderar el desarrollo biotecnológico desde Rosario al mundo, Vázquez era un científico porteño hecho y derecho (graduado del Nacional de Buenos Aires y doctor en Biología Molecular de la UBA). Después de 10 años de estudio y una todavía más larga trayectoria en el Conicet, decidió nadar contra la corriente: en cambio de mudarse al exterior para asegurar un desarrollo profesional estable, decidió apostar a todo o nada y se instaló en Rosario. Era 2010 y “biotecnología” todavía era una palabra exótica para el diccionario económico de la región. 

Vino seducido por la propuesta de Bioceres, cuyo despegue internacional prometía. Hizo carrera en la compañía de Federico Trucco (fue director Científico), y en 2016 se asoció con Fabián Fay, CEO de Cibic, y cofundaron Héritas, la pata en medicina de precisión y genómica de Bioceres (Vázquez tiene un 10% del paquete accionario de la compañía, Fay otros 10 puntos y Bioceres y Cibic detentan el 40% cada uno).  

Aunque al principio el empresario había quedado con un pie en cada lado de la autopista (iba y venía de Capital cada fin de semana), ya hace más de una década que toda su familia se radicó en Funes. Hoy, el ritmo de vida rosarino -”más tranquilo"- le sienta como anillo al dedo.

- Cuando te instalaste en Rosario ya eras un científico y académico con peso específico y tenías varias propuestas ¿Qué tenía Bioceres que no podías encontrar en las empresas del primer mundo?

- Yo venía trabajando en Bioceres como asesor y me pareció que no había mejor desafío que ser parte de una aventura como lo era convertirse en la primera empresa biotecnológica argentina que cotiza en la bolsa de EE.UU. El riesgo era alto, pero la recompensa también lo era para mí. 
Además, lo que más me interesa es probar que no necesitás estar ni en Buenos Aires ni en ninguna otra gran capital para desarrollar ciencia con estándares internacionales. La terrible centralización que existe en nuestro país me molesta, no sirve como modelo de desarrollo y no funciona en otras partes del mundo. No me canso de repetir que Rosario tiene todo para ser un polo tecnológico, como lo es San Francisco en Estados Unidos: tiene un muy buen nivel de científicos, un ecosistema emprendedor aguerrido y además está cerca de Buenos Aires. 

Lo que necesitamos son más fondos de inversión, que promuevan a una mayor cantidad de startups. Cuando fundamos Héritas, en 2016, no existían ni incentivos ni fondeos, Bioceres creó un ecosistema “de guapo”, sin red. Hoy existen, pero necesitamos más. Si el SF500, que promueve 20 startups, tenemos que ir por 100 para que lleguen más al mercado. 

- Una de las metas de Héritas es cotizar en la Bolsa de Nueva York, ¿en qué parte del camino están?

- Estaremos en un 70% del camino, la idea es salir este año. De momento estamos en la parte del filing, firmando acuerdos de entendimiento, buscando inversores que hagan la suscripción primaria de acciones. Bioceres hizo tres intentos hasta lograrlo, puede suceder, pero vamos firmes en esa dirección. 

- Esta semana Punto biz publicó que adquirieron una compañía mexicana para desembarcar con Rewell. ¿La idea es hacer pie en México para luego abrir la puerta a Estados Unidos?  

- Potencialmente, pero en principio la idea es ir a fondo por el mercado latinoamericano, que está bastante desatendido en medicina preventiva basada en ADN. Solo hay una empresa brasileña que ofrece un kit para hacer un testeo similar, pero Rewell no es solo un kit, es un programa de coaching a medida que te propone un proceso de cambio en tu vida basado en tu predisposición genética y tu microbioma intestinal. El test es el punto de partida: una vez que llega el kit a tu casa, tomás las muestras de saliva y de heces, Héritas las recoge, las analiza en Rosario en el caso de los usuarios del país, y en pocos días están listos los resultados. A partir de ahí, un equipo de profesionales elabora un programa hecho a la medida de cada organismo, teniendo en cuenta su predisposición a determinadas enfermedades. El fin de esas recomendaciones es que vos sepas cuáles son los mejores hábitos para prevenir las enfermedades a las que tu organismo tiene cierta tendencia y que ganes en calidad de vida.

- Desde su lanzamiento, a finales de 2022, Rewell acumuló 300 pacientes. El crecimiento de la cantidad es exponencial, 30% mensual, pero la cantidad nominal parece incipiente. ¿La curva viene de acuerdo a sus expectativas? 

- Sí, está acorde al despegue de cualquier producto muy disruptivo. En estos casos se habla de que primero existe una fase de early adopters (usuarios tempranos) y luego deviene una curva exponencial. Nosotros además elegimos arrancar paso a paso para pulir el funcionamiento y ajustar la logística, por eso hasta el momento solo atendíamos Rosario y Buenos Aires, y este mes ya planeamos ofrecer el servicio en todo el país. No está pensado para ser un producto masivo porque el costo antepone cierto límite pero yo siempre digo que, aunque uno puede ver el precio y creer que es ridículamente caro (sale $120.000), el error es pensar que ese es el costo simplemente de un test de ADN. No es el caso: Rewell provee un programa y un seguimiento que va a hacer que, si lo aplicás a tu vida, en 10 años te ahorres una fortuna en médicos, medicamentos y paliativos para enfermedades crónicas que generan procesos inflamatorios que, si no los estudiás, pasan desapercibidos. Es una forma muy precisa y personalizada de prevenir.

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