Van por estructuras más pequeñas, promos bancarias, y la vuelta a lo artesanal. La pelea con Sturzenegger que los pone en riesgo.
Salió a luz esta semana que los dueños de la histórica Librería Técnica colgaron cartel de venta y alquiler en el emblemático inmueble de la peatonal Córdoba en el que funcionan desde hace más de medio siglo. Y aunque los dueños aclararon que la decisión no es sinónimo de cierre total, lo cierto es que buscarán sobrevivir al achicamiento del mercado en otro lugar, con otro nombre y otros productos; aliándose con una cafetería y un coworking.
Así, los rosarinos deberán despedirse de la última pata de lo que fue el triunvirato de grandes librerías locales, compuesto también por Ross y Ameghino (ambas cerraron en 2014).
La pelea de las librerías por subsistir no es una particularidad del mercado local; el negocio en general camina en la cuerda ante la caída generalizada del consumo. Según la Cámara Argentina del Libro (CAL), en marzo las ventas cayeron un 40% interanual y la producción un 25%. No hay plata, y los libros no son primera necesidad.
Luego está el desafío de permanecer como negocio contracultural, porque si bien las cifras ratifican que al libro no se le movió un pelo con la llegada de la lectura digital, ahora tiene enfrente al poderoso enemigo de la N roja. “Me comentaba un amigo muy lector que en su círculo social cambió la pregunta que abría cualquier charla: antes uno preguntaba “qué estás leyendo” y ahora “qué serie estás viendo”?, admitió Gabriel Riestra, uno de los socios de Homo Sapiens, que está cumpliendo 45 años en el mercado editorial y librero.
El tiempo es finito y las pantallas se lo devoran: el consumo de contenidos audiovisuales por streaming pasó del 41% al 65% entre 2017 y 2022, y los que consumen streaming, lo hacen un promedio de tres horas por día, según la Encuesta de Consumos Culturales en Argentina que publica el (Sistema de Información Cultural de la Argentina) Sinca.
A pesar de todo lo anteriormente mencionado, Argentina tiene más librerías por habitante que cualquier otro país de América Latina.
El fantasma de las disquerías
“Las disquerías se extinguieron, pero las librerías no desaparecieron ni lo harán”, aseguró Riestra. “Mientras que la música es independiente de la plataforma en la que se escucha, el libro es un objeto irremplazable. La lectura digital ha ganado terreno en las noticias y el material de estudio, pero el avance en literatura es mínimo. Hoy las grandes cadenas hablan de que los ebooks representan un 15% de su negocio. Los lectores quieren leer con un libro en la mano, y el formato digital es solo un complemento”, señaló Pablo Pérez, el tercer eslabón de la empresa.
José Perico Pérez, otro de los socios, todavía recuerda la angustia que sintió en un Congreso Internacional de Editores en 2001. “Había una sala llena de empresarios del sector, de fondo sonaba la quinta sinfonía de Beethoven y disertaba el número dos de Microsoft, El libro no iba a existir en cinco años, dijo. No solo yo estaba desolado: los directivos de Planeta y de Random House se preguntaban qué vamos a hacer ahora, se acabó todo. Más de 20 años después, acá estamos”, recuerda.
El cuco son las plataformas de streaming, que hoy marcan la cancha. De hecho, las ventas del libro más leído del momento, Este dolor no es mío, se dispararon porque fue mencionado en una serie que es furor en Netflix: Mi otra yo.
Los libreros saben que esa batalla recién empieza. “Creo que subsisten las librerías que crean un paisaje para despertar el deseo de lectura, y los libreros que son mediadores de ese deseo. No queremos ser anacrónicos en el mal sentido: tenemos nuestra tienda digital y está en construcción la web, sumamos la edición de ebooks y los vendemos a universidades de otros países, pero también somos anacrónicos en el buen sentido, porque para sobrevivir tenemos que hacer mejor lo que hacemos desde siempre: transmitir el deseo de leer un libro”, analizó Riestra. ¿Un ejemplo de volver a las bases? Homo Sapiens está organizando eventos culturales en la cafetería Nuria, con quien comparte salón, apostando a una suerte de café literario.
Librerías más chicas y la vuelta a lo artesanal
En un año de vacas flacas, y teniendo en cuenta que el aumento del precio del papel duplicó a la inflación entre abril de 2023 y de 2024 (el precio de la materia prima para fabricar un libro en Argentina hoy es el 60% del costo total, según indicó la CAL), a la rentabilidad hay que encontrarla entre las piedras.
“Creo que vamos a un modelo de librerías con estructuras más pequeñas, atendidas por sus dueños. Hoy vos tenés que mantener un local físico compitiendo con todos: las editoriales que venden directo al consumidor desde sus plataformas, las grandes plataformas de venta, como Amazon y Mercado Libre, además de las cadenas de librerías, las plataformas de streaming y las redes sociales. En un momento en que las personas tienden a llenar el carrito en la comodidad de su casa, nosotros les proponemos que salgan y se metan en otro universo. Somos contraculturales, esa es nuestra debilidad y, a la vez, nuestra fortaleza”, opinó Marcos Buchin, dueño de la librería homónima y aclaró que “el libro nunca fue un producto de venta masiva”.
"Creo que si hoy dos tipos como Perico y yo quisiéramos armar una librería desde cero, no podría tener el tamaño de Homo Sapiens. No lo veo viable", admitió RIestra.
Martina Mainelli, hija de la editora y librera Silvina Ross, abrió hace unos años su propio espacio, El cuco no existe, una cálida librería especializada en niñez y adolescencia que funciona en la antigua casona de sus abuelos. “Ante la erosión del poder adquisitivo hemos perdido a un público importante que era el cliente que venía todos los meses y nos pedía recomendación. Hoy subsiste la compra para una ocasión: cumpleaños o día del niño. Vuelven al local porque nos conocen y saben que realmente nos gusta lo que recomendamos. Creo que esa es la clave: la gente vuelve a partir de un vínculo de confianza”, señaló Mainelli.
A nivel estrategia comercial, los libreros consultados por Punto biz admitieron que en este último tiempo se volvieron imprescindibles las promociones bancarias: “Traccionan muchas ventas”, aseveró Mainelli. Teniendo en cuenta que el libro tiene el mismo precio en todo el mercado (por ley), el descuento de la tarjeta hace la diferencia.
En el ring con Sturzenegger por una ley clave
Mucho más que Netflix, las series turcas y Mercado Libre, en este momento la personificación del enemigo para toda la cadena librera (desde los pequeños editores hasta las grandes cadenas) es el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger.
El dilema: el Gobierno intenta derogar la ley 25.542, promulgada en 2002 y conocida como “de defensa de la actividad librera”, que establece que los libros tengan un precio fijo en todo el país.
“La prohibición de que los libros no puedan ser más baratos nos parece algo de una crueldad y de una actitud anticultural increíble. Hay amplia evidencia de que permitir los descuentos reducen el precio. En Estados Unidos, la irrupción de Amazon hizo que los libros hoy salgan 40% menos que hace diez años”, había dicho el funcionario dilecto de Milei.
Desde el rubro editorial sostienen, en cambio, que si se deroga la norma, las cadenas de librerías, las grandes superficies como supermercados e hipermercados y las plataformas como Mercado Libre o Amazon podrían vender libros a precios más bajos que los sugeridos por las editoriales y afectar a librerías chicas e independientes, que no podrían competir y terminarían desapareciendo. “Se tendrán que reconvertir”, opinó el economista.
El sector en pleno se sublevó contra esta posibilidad. Argumentan que la ley proteccionista existe en todos los países de Europa, y contradicen los beneficios que señala el Gobierno.
"Ninguna ley prohíbe que el libro sea más barato, las editoriales pueden bajar su precio todo lo que quieran. Lo que sostenemos es que, derogada a ley, empresas del tamaño de Amazon o un hipermercado podrían vender por debajo de ese valor que establece la editorial, hacer dumping, como sucede en otros sectores. Nuestra postura no es una ilusión hippie, las leyes antidumping existen alrededor del mundo y son una institución del sistema capitalista para evitar que se destruyan ciertas industrias nacionales", argumentó Buchin.
“Hoy las editoriales, que son las que establecen el precio de venta del libro, aplican un descuento para librerías y es con ese descuento que nosotros sostenemos las estructuras de nuestras tiendas, pagamos impuestos, servicios, sueldos, alquiler y además percibimos un margen de ganancia. Si quitan la ley, no hay chance de que podamos competir contra Amazon y Mercado Libre, no hay reconversión posible más que el cierre de librerías”, afirmó Mainelli. Y aclaró: “No solo va a ser un perjuicio para los libreros, también se afecta gravemente la bibliodiversidad. A la larga, lo que sucede es que van a circular únicamente los libros que tengan una lógica ultracomercial para Amazon y Carrefour”.
Perico Pérez, de Homo Sapiens, cuestionó la supuesta baja de precios. “¿Quién podría oponerse a que los libros cuesten más baratos? Nosotros estaríamos encantados. Creo que, sin la ley, podrán bajar al comienzo los que tengan menos demanda, y luego volverán a subir cuando dejen de editarse, se achique la oferta y se concentre la demanda. Si quieren bajar los precios de los libros deberían exigirle a Ledesma y Celulosa que respeten el precio internacional del papel, algo que no hizo ningún Gobierno a pesar de los reiterados reclamos del sector librero y editorial.”, disparó. Y recordó. “El Presidente ha dicho muchas veces que quiere que nos parezcamos a Irlanda y Alemania. Ambos países tienen en vigencia la misma ley que él quiere derogar”.
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