Le quitan la sed a las grandes y ahora invierten para competir en los súper

Un padre que marcó el camino emprendedor, un golpe de suerte, el “noviazgo” con las empresas más grandes de la región, y muchísimos años de trabajo: todo eso tiene la historia de los hermanos Marcelo y Germán Traverso, socios Gerente de Agua Mar Azul. Los Traverso empezaron de abajo, repartiendo sifones con su papá, quien había vendido su campo para invertir todo en la Rosario de la década del '70. Más tarde -a finales de los 90-, les tocó a ellos vender el único auto que tenían para poner en marcha su emprendimiento.

Actualmente, la compañía familiar tiene varias unidades de negocio: fabrican 5.000 litros de agua embotellada por hora en su planta de la zona sur de Rosario (Avenida Uriburu y Pasaje Bolonia), distribuyen agua y dispensers de frío-calor a las grandes empresas de la región (Cargill, General Motors y Sipar Aceros, entre otras) y la venden en bidones descartables en distribuidoras. Todo a bordo de una flota propia de 14 camiones. 

Tienen también una fábrica de hielo que, bajo la marca Ártico, provee a las estaciones de servicio de YPF y a la industria de la construcción. En los últimos dos años, tras la compra de una importante inyectora china -que les costó unos u$s200.000-, se convirtieron en los únicos fabricantes de envases de agua de Rosario, atendiendo la demanda de numerosas compañías “colegas” del interior del país. A partir de allí, el crecimiento fue vertiginoso.

“Tenemos mucha demanda pero nos quedamos sin espacio para crecer. Primero alquilamos dos galpones para sumar capacidad a los 1.000 m2 de nuestra planta, pero ahora ya nos vuelve a faltar lugar. Tampoco nos alcanza la potencia energética a la que podemos acceder en Rosario ni el suministro de agua potable. Necesitábamos dar el paso hacia un parque industrial”, señaló Marcelo Traverso.  

Por eso, recientemente le pusieron el gancho a la compra de un lote de 3.000 m2 en el flamante Parque Industrial de la Región Central Argentina, desarrollado por FTM Construcciones. Allí proyectan destinar u$s1 M a la construcción de una nueva planta, que ocupe el 80% de la superficie adquirida y que se sume a la de zona sur. Calculan que la mudanza será entre mediados y finales de 2024.

Una vez instalados, se viene una temporada de inversiones fuertes, porque el plan es hacerse del equipamiento necesario para ir detrás de un nuevo sueño: llevar los bidones descartables de etiqueta propia a las góndolas de supermercados e incursionar también en la fabricación de botellas, tanto para la marca propia como para vender a terceros. El sueño ya está en marcha: solo necesitan hacerle lugar.

Maestros multinacionales 

“Nosotros aprendimos a trabajar de manera profesional gracias a las exigencias y los consejos de nuestros clientes grandes, esa fue la llave para profesionalizarse. Veníamos trabajando sobre la marcha, resolviendo las urgencias del día a día, pero para ser proveedores de las empresas grandes hay que estar armado. Así que fuimos invirtiendo para estar a la altura y ese fue el puntapié para nuestro propio crecimiento”, admitió Traverso.

La puerta de entrada al mundo corporativo fue Cargill, un negocio que se dio por estar “en el lugar indicado, el día indicado”, dirá Traverso. “Estábamos en el camión repartiendo dispensers a nuestros clientes domiciliarios de Pueblo Esther cuando estaciona frente nuestro un auto negro y muy llamativo. Se baja un hombre y nos pregunta si nos animábamos a ser proveedores de una empresa. Le dijimos que sí porque decíamos que sí a todo, y nos citó a una reunión unos días después. Llegamos al encuentro sin saber con quién nos encontrábamos, y después resultó que era un ejecutivo de Cargill, y que estaba coordinando el armado de la planta del puerto de Alvear. Nos preguntó si teníamos 15 dispensers frío-calor y le dijimos que sí, aunque era mentira, no teníamos nada. En los días posteriores estuvimos como locos consiguiendo esos dispensers, y cumplimos”, relató. Agregó: “Mucho tiempo después, mi hermano viajó a China, y ahora importamos todos los equipos desde allá”, relató.

En estos 35 años de trayectoria en la industria de las bebidas, el crecimiento fue gracias al boca en boca. “Nos ha pasado de llevar dispensers a la casa de un gerente de Compras de una multinacional, que la persona quede conforme y después nos convoque para proveer a la empresa en la que trabaja”, detalló. En parte por eso, Agua Mar Azul mantiene el reparto a domicilio: “Seguimos por cábala y por una cuestión sentimental, para honrar nuestro origen. Hoy tenemos una empresa sólida y diversificada, pero si me preguntás a qué te dedicás, seguramente te voy a decir que soy sodero”.