Laboratorio logró convertir quiebra en concurso pero enfrenta otro problema

La trama judicial y regulatoria que rodea a un laboratorio controvertido agregó un nuevo capítulo. Apenas un mes después de que el Juzgado Civil y Comercial de la 13ª Nominación de Rosario decretara la quiebra de Laboratorio Polybius, la empresa consiguió revertir ese escenario y transformarlo en un concurso preventivo de acreedores. La decisión fue adoptada el 29 de agosto por la jueza Verónica Gotlieb, quien dejó sin efecto la sentencia de quiebra y habilitó el inicio de un proceso que le permitirá a la compañía negociar con sus acreedores y ganar tiempo para ordenar sus finanzas. Ahora bien, el establecimiento enfrenta otro problema. 

El oxígeno que Polybius obtuvo en el terreno judicial se ve amenazado por el frente regulatorio. Es que en paralelo, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) ordenó la clausura preventiva de las actividades del laboratorio. El organismo sanitario adoptó la medida tras detectar incumplimientos graves a las Buenas Prácticas de Manufactura, que ya habían sido señalados en inspecciones anteriores y que comprometían la seguridad en la elaboración de soluciones parenterales. La decisión significa que, aunque la firma se mantenga viva jurídicamente bajo la figura del concurso, no puede fabricar ni comercializar sus productos hasta tanto no subsane las irregularidades detectadas.

El nuevo esquema concursal mantiene en funciones al síndico designado, el contador público Marcelo Muñoz, y fija un cronograma que se extenderá por casi un año. De acuerdo a lo resuelto, los acreedores podrán verificar sus créditos hasta el 10 de octubre, mientras que la presentación de los informes individuales está pautada para el 25 de noviembre. El síndico deberá elevar su informe general el 10 de febrero del 2026, y para el 28 de mayo del mismo año está previsto el plazo final de presentación de la propuesta de acuerdo. Recién el 18 de junio se celebrará la audiencia informativa en sede judicial y, pocos días más tarde, el 25 de junio, vencerá el período de exclusividad, que definirá si la empresa logra o no la homologación del plan.

La situación deja a la compañía en un delicado equilibrio. Por un lado, busca recomponer sus pasivos y preservar su estructura operativa dentro del concurso preventivo; por el otro, se enfrenta a la imposibilidad de funcionar en el día a día debido a la clausura. De hecho, fuentes del gremio de la Sanidad ya venían advirtiendo sobre la fragilidad laboral que rodea a la empresa, con decenas de trabajadores afectados por contrataciones irregulares y pagos fragmentados.

Polybius forma parte del entramado del Grupo Rivero, un conglomerado que también controla los laboratorios Rivero y Par-Sol, y que desde hace años acumula fricciones con los organismos de control. La historia reciente de la compañía ya estaba marcada por observaciones críticas de la Anmat y por acuerdos de emergencia con el Ministerio de Trabajo de la Nación para preservar la empleabilidad, aunque las mejoras comprometidas nunca se concretaron plenamente.

Ahora, la continuidad del laboratorio dependerá de su capacidad para avanzar en dos frentes en simultáneo: cerrar acuerdos económicos con sus acreedores y cumplir a rajatabla con las exigencias técnicas de la Anmat. Sin una resolución en ambos planos, la empresa seguirá atrapada en un callejón sin salida, con riesgo para su operatoria, sus proveedores y, sobre todo, para los puestos de trabajo que dependen de su supervivencia.