Un conflicto gremial amenaza con desabastecer a la construcción

La planta Villa Constitución de la firma Acindar, del grupo indio Arcelor Mittal, atraviesa un conflicto que determina mermas en el régimen de producción, una situación que amenaza complicar el aprovisionamiento de la industria de la construcción. El problema radica en el quite de colaboración del plantel de personal nucleado en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que reclama que la compañía perteneciente al grupo multinacional Arcelor Mittal, se haga cargo de las deducciones de Ganancias que debe enfrentar el plantel de empleados, en particular cuando se realizan horas extras.

La firma acusó recibo de la merma de la actividad, por la no realización de horas extras y un elevado ausentismo del personal. El sindicato busca que Acindar absorba al menos en parte los descuentos por el impuesto a las ganancias del personal. Ese pago se debe sobre todo a las horas extras que realiza el plantel en tren de cumplir con los objetivos de producción que tiene la compañía. Según información de la firma, se dejaron de producir 11 mil toneladas de acero, que requerirán ser sustituidas por importaciones, en un escenario complicado porque Ucrania es uno de los grandes abastecedores de hierro y aceros a nivel mundial. 

Se trata de un conflicto que se desarrolla en una zona gris. Si bien los operarios no tienen derecho a pedir la transferencia a la empresa del pago de un impuesto que corresponde a los trabajadores, lo cierto es que la realización de horas extras no pueden ser impuestas por la patronal. Sin embargo, un grupo de un centenar de trabajadores fue intimado por Acindar para dejar de lado el quite de colaboración. El Ministerio de Trabajo ya dictó una conciliación obligatoria en torno al conflicto, pero el requerimiento de deponer actitudes que se aplica en este tipo de procedimientos no rige para este tipo de situaciones. 

La UOM a nivel nacional viene de arreglar un acuerdo paritario que fue resistido por muchas seccionales del gremio, al punto que le costó la cabeza a su exsecretario general, Antonio Caló. El malestar también se expresa en las fábricas, donde las vertientes más radicalizadas de izquierda presionan para modificar el status quo. Ese cruce de intereses también juega en el conflicto de Acindar, donde el cuerpo de delegados detenta una posición más dura que la comisión directiva.