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Economía

Un poco de historia

Cómo fueron los grandes procesos inflacionarios de la Argentina

Cómo fueron los grandes procesos inflacionarios de la Argentina

Por Redacción

La tasa promedio de inflación anual fue del 51,0%, en el período estudiado.

El Centro de Estudios y Servicios, de la Bolsa de Comercio de Santa Fe, elaboró un informe especial que, en base a investigaciones previas de economistas, marca los hitos de los procesos inflacionarios de la Argentina, desde 1810 hasta la fecha, mostrando, asimismo, sus diferencias.

El informe visualiza los ciclos inflacionarios e hiperinflacionarios, resultando éstos prácticamente una constante, en contraposición a los cortos períodos de estabilidad de precios.

Cabe señalar que el estudio -si bien internaliza algunos aspectos económicos relevantes-, omite analizar causas políticas, a sabiendas de que también constituyen una importante variable explicativa de los ciclos.

En resumen, el informe da cuenta, entre otros datos, de las cuatro hiperinflaciones que padeció nuestro país en su historia, y señala que, en términos estadísticos, los últimos 210 años registran una tasa promedio de 51,0% de inflación anual, habiendo ocurrido el máximo histórico de 3.079,5%, en 1989. “Aún sacando del cálculo los años hiperinflacionario, el promedio anual de inflación, entre 1810 y 2022, se ubica en el 8,8%”, expresa el CES.

La evolución de la inflación en la historia argentina

Durante la primera mitad del siglo XIX, la evolución de los precios domésticos estaba estrechamente vinculada al mercado internacional y a las variaciones del tipo de cambio. Este período se caracterizó por fluctuaciones de precios tanto a la baja incluso años de deflación a excepción de algunos años particulares (25,3% en 1818, 34,3% en 1830, 19,9% en 1835), y un extraordinario ciclo inflacionario entre 1837 y 1840, registrándose un pico del 84,6% para fines de 1838. Cabe mencionar que en estos años tuvo lugar el bloqueo francés al Río de la Plata, implicando un cierre efectivo al comercio de la ciudad de Buenos Aires y a los puertos fluviales en aquel entonces, de la Confederación Argentina. Tras la finalización del bloqueo, el nivel de precios se redujo a una tasa anual del 40,0% hacia 1841.

Durante los años 1848-1952 la economía argentina enfrenta un período recesivo acompañado con una disminución de la variación anual del IPC en torno al 9,1% (promedio). Esta situación se revierte hacia finales de 1853. Entre 1855 y 1857, Argentina se encontraba emergida en un nuevo brote inflacionario, alcanzando un pico del 42,7% en 1856.

En el periodo comprendido entre 1861 y 1867 se pueden destacar dos subperíodos: los primeros tres años estuvieron marcados por expectativas inflacionarias a la suba (con una tasa de inflación anual del 9,0%), mientras que durante los años subsiguientes se registraron variaciones anuales negativas del 15,0% (deflación) en un marco caracterizado por una apreciación del papel moneda junto a un incremento de las tasas de intereses nominales y reales de referencia.

Entre 1868 y 1875 Argentina se integra a la economía internacional con la implementación de las reglas del patrón oro. Dicha política fue abandonada en mayo de 1876. Los precios que durante este período se habían mantenido prácticamente estables, se incrementaron y se registraron tasas de inflación del 10,0% a partir de dicho año y durante los dos siguientes.

Desde 1879 a 1883, la economía argentina enfrenta una nueva deflación en los precios; período en el cual se adoptaron políticas fiscales y monetarias contractivas sumado a que se evidenció una apreciación del tipo de cambio a niveles previos al régimen de patrón oro. A partir del año 1884, Argentina enfrenta un nuevo ciclo inflacionario que se prolongó 13 años, con una tasa de inflación anual promedio del 5,2%.

Por su parte, en 1899, tras la creación de la Caja de Conversión se establece un tipo de cambio fijo (2,27 pesos papel por un peso oro), paridad que se mantendría hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. En este lapso temporal, oscilaron años de inflación baja (en promedio, un 4,0% anual) y a su vez, años de deflación; finalizando el periodo con una tasa prácticamente nula. Los cuatro años subsiguientes (1914-1918) se caracterizaron por una moderada aceleración inflacionaria, cerrando 1918 con una variación anual del IPC en torno al 26,2%.

Entre 1919 y 1929, periodo donde la economía argentina retoma una senda positiva de crecimiento tras la recuperación por el estallido de la guerra, se registraron (a excepción de 3 años) tasas de inflación negativas, que en promedio alcanzaron un -2,0% anual.

La década del 30, en sus comienzos estuvo marcada por años deflacionarios (variación anual promedio del -3,8%) de manera concomitante a la caída registrada de los precios mundiales; mientras que en la segunda parte (los últimos 5 años) se registraron tasas anuales positivas, en torno al 3,6%.

Desde 1940 hacia finales de la década de los 60, tras la aceleración de la tendencia alcista de los precios, Argentina ingresa en un nuevo ciclo inflacionario con una tasa promedio del 23,7%. En este periodo cabe mencionar que la tasa de inflación alcanzaría su máximo histórico (hasta ese momento) en 1959, año que podría considerarse hiperinflacionario tras evidenciarse un incremento de precios del 113,7% anual.

La inflación continuó su ritmo creciente en los primeros años de la década del 70 (en promedio, una tasa del 44,4% anual) y tuvo su estallido en 1975 (tras el “Rodrigazo”), registrando una variación anual del IPC en un 182,8%. A partir de entonces, se inicia un ciclo hiperinflacionario que se extendió por 17 años, el cual puede subdividirse en tres etapas. Desde 1975 a 1982, la tasa de inflación anual promedio rondaba en un 188,5%; acelerándose de manera inédita hacia finales de 1983. Durante los dos años subsiguientes, la variación del IPC sobrepasó el 600,0% anual.

La implementación del Plan Austral (junio de 1985) permitió una notable reducción de la tasa de inflación, ubicándose en un 90,1% hacia fines de dicho año.

Sin embargo, la crisis económica de 1989 vuelve a desatar el crecimiento abrupto de los precios, aunque en este caso, a niveles nunca antes registrados en el periodo bajo análisis. En este año, el incremento del IPC alcanzó un máximo histórico del 3.079,5%.

El quiebre en esta tendencia se evidencia desde la puesta en vigencia de la Convertibilidad en 1991. A excepción de los dos primeros años (1992 y 1993) en los que aún se registraba tasas anuales de inflación elevadas (24,9% y 10,6% respectivamente), la relativa estabilidad de precios (tasa de inflación promedio del 0,7%) caracterizó la evolución de la economía argentina hasta el año 2001.

La dinámica inflacionaria desde la salida de la convertibilidad

En el año 2002 se deja atrás el tipo de cambio fijo establecido por la Convertibilidad y se devalúa la moneda. La depreciación cambiaria se traslada parcialmente a precios y dicho año la tasa de inflación cerró en 25,9%.

Los cuatro años subsiguientes, se observaron tasas de inflación relativamente bajas, siempre por debajo del 15,0%, concluyendo con un promedio entre 2002 y 2006 del 13,3%.

Sin embargo, en 2007 la variación del IPC vuelve a superar el 20,0% anual, situación que se vuelve una nueva normalidad hasta el 2013 inclusive, llevando al promedio del periodo 2007-2013 al 23,5%.

En el 2014 se produce un nuevo salto inflacionario, estimándose una tasa del 38,5% en el año. A partir de allí, con las excepciones de 2015 y 2017, la inflación anual superó siempre el 35,0%, con un pico del 54,0% durante 2019. Así, el promedio de inflación desde 2014 se ubicó en torno al 39,9% anual.

Durante el presente año, se acumula una inflación del 46,2% en los primeros siete meses, con una inflación interanual del 69,2% en julio. Adicionalmente, las expectativas de inflación para los próximos doce meses de acuerdo al relevamiento llevado adelante por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), muestran que esta tendencia alcista se acentuaría con mayor intensidad, ubicándose la tasa de inflación en promedio en torno al 83,0% anual.

En este marco, considerando que se cumplen en gran medida los criterios básicos establecidos por las NIC (citadas al inicio), de ocurrir un nuevo aceleramiento en la escalada de precios, podríamos encontrarnos en las puertas de un nuevo proceso hiperinflacionario, aunque aún muy lejos de los ratios observados en etapas previas de la historia argentina.

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