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Agro

Estrategias

Tranqueras adentro: cómo incrementar superficies y rendimiento en soja

Tranqueras adentro: cómo incrementar superficies y rendimiento en soja

Por Redacción

El Seminario Acsoja dejó relevantes desafíos para el productor en busca de aumentar la performance de los cultivos. 

Más del 85% de la producción de soja que se produce en Argentina se exporta, y en el país existen plantas que podrían industrializar 70,4 millones de toneladas por año. No obstante, el uso de la capacidad instalada viene cayendo y llegó al 61% en 2022. Si bien actores del sector reclamaron durante la edición 2023 del Seminario Anual de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja), volvieron a reclamar políticas que apunten a la agroindustria e hicieron un llamado puntual a los candidatos que aspiran a ocupar la presidencia para presentar cartas claras al respecto, también se trazaron líneas de acción que sirvan para retomar el crecimiento, pero desde la óptica agronómica y así lograr una pauta que hoy parece incalculable: que se lleguen a los 65 Mt de producción de soja en el año.

En la apertura del evento, el presidente de Acsoja, Rodolfo Rossi, afirmó que “desde 2016, los altos impuestos a la exportación, en definitiva, impuestos al precio, y principalmente en relación con otros cultivos, han generado una dramática reducción del área de siembra, menor uso de tecnología y reemplazo de superficie por otros cultivos”, cuando sería posible crecer de manera sustentable.

Rossi hizo un llamado de atención acerca del escaso uso de fertilizantes en el cultivo de soja. Por eso, consideró indispensable “retomar el camino de la fertilización para la correcta reposición de nutrientes y para el rendimiento”.

Además, sostuvo que al no haberse resuelto “un sistema razonable de captura de valor del germoplasma y la biotecnología en la semilla”, se redujeron las inversiones y el número de los programas de mejoramiento de soja. Sin embargo, valoró que “en 2022 se alcanzó el récord de registro de nuevos cultivares, motivado por una nueva tecnología de tolerancia a herbicidas”. Y advirtió que en Argentina “ya nos vamos quedando atrás de los países competidores” en materia tecnológica. “Se mantiene la ganancia genética, aunque menor que en otros países”, dijo.

A los planteos del titular de Acsoja le siguió un panel técnico que intentó arribar a soluciones de la mano de los productores. Desde el impulso a la innovación en semillas con nuevas tecnologías aplicadas en investigación a la idea de profundizar en la rotación de cultivos y la necesidad de retomar la senda de la fertilización en soja.

Sobre este último punto, Martín Díaz Zorita, profesor en producción de cereales y oleaginosas en la Universidad Nacional de La Pampa, remarcó que el 60% de los lotes de soja hoy tienen deficiencia de fósforo (P), el 30% presenta limitaciones en potasio (K) y azufre (S) y el 8% en nitrógeno. Además, indicó que un estudio realizado en 2018 señala que existen limitaciones generalizadas de materia orgánica que llevan a deficiencias de nitrógeno, azufre y boro.

“El fósforo ha caído a razón de una parte por millón por año en los últimos siete años”, dijo Díaz Zorita.

“El 70% de la región pampeana presenta deficiencias en fósforo y limitaciones generalizadas de nitrógeno y azufre”, dijo el especialista. Asimismo, se han detectado limitaciones localizadas de micronutrientes y de potasio en diversas regiones.

En las zonas donde se aplica fertilizante, la dosis medida utilizadas es de 63 kilos por hectárea, y la composición, de acuerdo con lo que reveló Díaz Zorita es de: 92% fosfatados; 6% azufrados, 2% otros y cero en nitrogenados. En tanto, el uso de inoculantes con rizobios llega al 80 %.

En promedio, para cultivos de 3.000 kg/ha, los aportes al fertilizar cubren hasta el 60% de las necesidades de fósforo y hasta el 30% de las necesidades de azufre.

Tal como explicó Díaz Zorita, hoy el manejo de la nutrición explica brechas del 15% al 23% entre los rendimientos alcanzables y los actuales.

Para alcanzar altos rindes en soja, el experto instó a hacer diagnóstico de limitaciones, correcciones de fósforo, azufre y micronutrientes limitantes según las expectativas de rendimientos logrables.

En cuanto a la inoculación, señaló que queda un 20% de la superficie de soja sin recibirla. “Al inocular aumentan los rendimientos en 228 kilos por hectárea, es decir, un 8,1%”, contó Díaz Zorita. “La columna vertebral de la nutrición pasa por el nitrógeno”, aseguró. Y advirtió que el 8% de los rendimientos están definidos por la inoculación.

Finalmente, subrayó que “las condiciones actuales de fertilidad y de manejo limitan los rendimientos, pero con estrategias balanceadas de nutrición, la producción podría aumentar del 15% al 23%”.

Rotación para acortar la brecha de rendimientos

Integrante del Inta Oliveros, la investigadora Silvia Bacigalupo señaló que el escenario actual de la producción de soja en Argentina muestra una gran brecha de rendimientos, desde cosechas en promedio de 2,2 tn/ha en el sur, a 6 tn/ha en la región núcleo. “Pero el rinde logrado es de 3,2 tn/ha en soja de primera; y en soja de 2da la brecha es de 30%. Esto quiere decir que podemos ganar mucho en producción sin aumentar la superficie”, aseveró.

También la especialista destacó la importancia del cultivo basado en otras dos cuestiones: es la principal fuente de proteína de origen vegetal y la leguminosa de mayor contenido proteico; y su importancia en la captura de nitrógeno del aire.

En los ensayos que realizó el Inta también se probó la diferencia en rendimientos y en sustentabilidad cuando la oleaginosa se realizó dentro de un esquema de rotación. “El ciclo soja-soja compacta el suelo; con cultivos de cobertura, o con maíz o trigo, los bloques (de tierra compactada) se van desarmando”.

Bacigaluppo precisó que la respuesta de la rotación no fue inmediata, sino que se dio después de algunas campañas. “En los años normales la mejora fue de 16% y en años ‘secos’ fue de más de 40%”.

“El cultivo de soja ‘siempre está’ pero debe ser un integrante más del agroecosistema”. En este sentido reforzó que “las rotaciones mejoran la calidad química, física y biológica del suelo”.

“Las secuencias que minimizan los períodos de barbecho son estratégicas para aumentar los rendimientos de los cultivos por unidad de superficie”, concluyó.

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