Surfeando con el “modelo Santa Fe”

El gobernador Maximiliano Pullaro tiene claro que no confrontará con Javier Milei. No quiere estar en ese lugar, que cree deben tomar naturalmente otros: el kirchnerismo, la izquierda, algún sector del peronismo. El radical siente que está lejos de ellos y que, por lo tanto, no debe lanzar críticas en vano. Algo más: no pierde de vista que comparte electorado con el libertario, aun cuando vengan de lugares políticos bien diferentes. Hay muchas cuestiones que no comparte, pero está decidido a marcarlas sólo si es necesario. Lo ha hecho cuando afectaba los intereses de su gestión. Lo hará, también, cuando quiera marcar diferencias para dejar en claro algo que le interesa sobremanera: vender al país el “modelo Santa Fe”.

Esta semana le concedió su participación en la foto más buscada por Milei, la del mentado Pacto de Mayo. Pullaro creyó, desde que el presidente lanzó la idea, que debía ser parte de esa postal. Lo sintió como un aporte a la gobernabilidad. Ahora, entre los suyos, insiste en que aprobada la Ley Bases, tomado el retrato con los mandatarios provinciales en Tucumán, es tiempo ya de que Milei le imprima velocidad y consistencia a su gestión.

El santafesino se guarda alguna opinión para no lesionar al presidente, pero cree que el Pacto de Mayo es un mero simbolismo. Una acrobacia para exhibir algo de autoridad que por el momento no le da réditos, por ejemplo, frente a los mercados financieros. El radical tampoco le da mucho crédito al anuncio de Milei respecto al lanzamiento del Consejo de Mayo, una suerte de grupo colegiado que intentará llevar adelante la materialización de los 10 puntos firmados por los gobernadores y el presidente el 9 de julio pasado.

Primera cuestión que le genera reparos: ese Consejo tendrá a un solo representante de las provincias. Uno que, se supone, deberá aunar los intereses de todas ellas. Complejo pensar en un interlocutor que pueda expresar al mismo tiempo las intenciones del santiagueño Gerardo Zamora y de Jorge Macri, por citar apenas dos ejemplos de un variopinto grupo donde las ideologías, pero además los intereses productivos, económicos y sociales son bien diferentes.

La letra chica del Rigi

Pullaro representa una parte de ese arco tan amplio que compone el territorio nacional. Y persigue, como todos sus pares, las conveniencias de su provincia. Esta semana, por caso, mantuvo reuniones para escarbar en la implementación del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (Rigi). No quiere dejar escapar aquello por lo que tanto batalló haciendo lobby con los legisladores cuando se trabajaba para avanzar con la Ley Bases.

El radical fue uno de los que se oponía a la implementación tal como la proponía Presidencia de la Nación, pero cambió su postura por completo luego de que el Senado introdujera modificaciones. Pasó del rechazo a la aprobación al advertir que, con los cambios, podían beneficiarse las empresas locales.
 
El entusiasmo fue tal que se movió para que en Diputados, donde finalmente debía aprobarse la Ley Bases, no se altere lo que había bajado desde la Cámara alta, una versión que evaluó como superadora. Lo logró. De todas maneras no quiere dormirse. Esta semana mantuvo un encuentro con Juan Pazo, secretario coordinador de Producción del Ministerio de Economía de la Nación.

La reglamentación del Rigi, que se trabaja con una mesa técnica, lo inquieta. El funcionario nacional le dio tranquilidad. El gobernador salió del despacho proyectando lo que podrían hacer las empresas santafesinas proveyendo servicios e insumos a las distintas cadenas industriales. Ve en la minería una oportunidad. Intuye que la explotación del litio puede otorgar una chance a la producción santafesina. Aprovechó, incluso, para mantener un encuentro con representantes de la Cámara Argentina de Empresas Mineras. Desde ese sector se entusiasman con la “posibilidad de desarrollo de cadena de valor de la minería, donde Santa Fe puede aportar la experiencia de sus industrias”.

Quedaron en seguir hablando para armar una agenda de trabajo que vincule a las empresas de Santa Fe que proveen servicios al sector. En el gobierno valoran que son más de doscientas las que están vinculadas con el gas, el petróleo y la minería.

Pullaro cree que ha logrado avanzar contra la inseguridad, uno de los grandes flagelos que azota a Rosario. Esta semana se exhibieron públicamente las estadísticas que reflejan los homicidios en el primer semestre del año. El número, que nunca podría celebrarse como un éxito mientras se pierdan vidas, exhibe al menos una fotografía promisoria. Se trata del semestre menos cruento en una década. No es poco. Pero no es todo. Al gobernador lo obsesiona, en paralelo con la compleja realidad nacional, la economía. Pretende dinamizarla en su territorio. Por eso, se interesó en la reglamentación del Rigi o le pidió a Pazo programas de crédito y financiamiento para las industrias de la provincia. Es la misma inquietud que lo llevó también a reclamar que le traspasen la obra pública que desde Nación abandonan. Es parte de lo mismo: Pullaro no quiere que su “modelo Santa Fe” naufrague frente a una economía resquebrajada. Quiere mostrar otros métodos, dejar claro que hay otras posibilidades. No será fácil cuando la realidad que lo rodea es compleja. Esta semana su gestión tendrá una muestra de ello. El Gobierno retomará la negociación paritaria con los gremios estatales.

Los docentes pretenden una recomposición del poder adquisitivo perdido en los primeros meses del año y una propuesta que, al mismo tiempo, esté en línea con el avance de la inflación. Hacen cuentas y advierten que el Instituto Provincial de Estadística y Censo marca una inflación acumulada en los primeros cinco meses del año del 71%, mientras que el incremento salarial, incluyendo el aumento de junio, llegó a 36%. La mitad. Esa negociación, la dureza de algunos gremios que se han convertido en sus más férreos críticos frente a una oposición política adormecida, es una advertencia para Pullaro: la economía es algo que no puede descuidar ni un instante.