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Política

Política santafesina

Nuevos maridajes aparecen en el escenario santafesino

Nuevos maridajes aparecen en el escenario santafesino
Mauro Aguilar

La sanción de la reforma jubilatoria empezó a marcar un antes y un después. Surgen apareamientos tanto corporativos como de cara a las elecciones de medio término.

Amalia Granata se detuvo en el hall, elevó la mirada y levantó el brazo cerrando su puño, en claro gesto triunfal. En su rostro se advertía un gesto que oscilaba entre la incredulidad y la satisfacción. Los empleados de la Justicia santafesina habían abandonado sus despachos para tributarle un sostenido aplauso. Ella, junto a sus colegas del bloque Somos Vida, presentaban en los Tribunales santafesinos un pedido para que se declare la inconstitucionalidad de la reforma previsional, uno de los proyectos que Maximiliano Pullaro considera clave para seguir ajustando los números de la caja provincial y que, vale decirlo, afecta a los mismos magistrados, secretarios y trabajadores que saludaban calurosamente la movida de Granata. 

El argumento para elevar ese pedido ante la Justicia es lo que el bloque de “celestes” observa como “irregularidades graves en el proceso de sanción”. Se recuerda: la Legislatura fue atacada por manifestantes mientras se debatía la reforma y ante esa situación los legisladores de Unidos decidieron apurar la votación en general del proyecto suspendiendo el debate, sin contar con los dos tercios necesarios que se requieren para refrendar esa decisión.

La de los aplausos de la familia judicial en los Tribunales no fue la única imagen que tuvo, el jueves pasado, un alto voltaje político. En las escalinatas, y una vez concluido el trámite para requerir la anulación, la diputada y ex panelista de televisión se encontró con un afectuoso saludo de Rafael Gutiérrez, el presidente de la Corte Suprema que resiste la embestida del gobernador para correrlo a él y a varios de los integrantes del máximo tribunal de Justicia. 

No pareció ser un gesto casual. Muy por el contrario. Los dos, cada uno desde su butaca, son actores centrales del poder en Santa Fe. Los dos, por conveniencias y proyectos propios, son hoy quizás de los más acérrimos opositores de los planes que maneja Pullaro.

En el escrito que presentaron los diputados de Somos Vida, con Granata a la cabeza, se plantea que “no se pretende judicializar un conflicto político” y se marca, además, que “la misión más delicada de la Justicia es saberse mantener dentro de la órbita de su jurisdicción sin menoscabar las funciones que incumben a los otros poderes o jurisdicciones”. Será difícil que eso suceda con un tema que atraviesa e interesa al gobernador, a los legisladores y a los jueces. 

Pullaro pretende una justicia “ágil y eficiente”. Para ello apura algunas salidas, al mismo tiempo que evita ocupar vacantes y entregar partidas de dinero que reclaman desde el Poder judicial. En su cruzada empuja una reforma previsional que, por los aportes que deberán hacer, por las jubilaciones recortadas que recibirán en el futuro, afecta a los empleados judiciales, los mismos que aplaudieron a Granata y que ahora deben resolver demandas como las que presentan los representantes de Somos Vida. Que, además, se espera no sea la última. Cualquier fallo que surja de esas presentaciones podrá entonces ser leído de múltiples formas, incluso como una “intromisión” –con la sospecha de parcialidad, por lo antes dicho– de un poder sobre el otro.  

Un café, ¿y una alianza?    

No es casual, habida cuenta de la centralidad que ganó Granata en medio de la accidentada votación para reformar la ley previsional, que desde algunos sectores del peronismo comenzaran a explorar la posibilidad de un trabajo en conjunto con ella. 

Frente a la mayoría que impone el oficialismo en la Legislatura provincial, muchos ven como un camino necesario el de una confluencia de los opositores. No los unirá el amor, claro, pero sí lo que ven como un espanto: un Pullaro marcando las reglas de juego y ganando todas las partidas, aun cuando, como sucedió en el caso de la última ley aprobada, deba pagar costos.   

En la semana hubo un café que nadie se preocupó por ocultar. Por el contrario. El senador nacional Marcelo Lewandowski recibió a Granata. La intención es clara: juntar fuerzas para enfrentar al oficialismo que, aun con divergencias internas, funciona hacia afuera como un bloque cohesionado. El ex comentarista deportivo y ahora legislador nacional comienza a armar su propio espacio dentro del peronismo, alejado de la conducción partidaria en Santa Fe, de la que recela. Granata también empieza a jugar su partida de cara al año próximo. Su apuesta, aseguran en su entorno, es insistir con la prédica de la antipolítica que tan buenos resultados ofrece por estos tiempos, y ensanchar su poder territorial en la provincia. Si tendrá espalda suficiente es algo que se verá en el futuro. Con nula experiencia política, no le ha ido hasta ahora mal en las elecciones, logrando armar un nutrido bloque de diputados. Sin embargo, de allí a sumar poder territorial como pretende, hay un gran paso. Las estructuras no se montan de la noche a la mañana.

En todo caso deberá lanzarse a una pileta en la que ya proyecta nadar con otra presencia La Libertad Avanza, el partido de Javier Milei que el año pasado debió guarecerse en una alianza con Unite y que ahora ya se siente con el suficiente poder como para jugar en Santa Fe en soledad y con otro peso. Milei reclama más legisladores para sostener sus leyes, y su hermana Karina –en este distrito junto a Romina Diez y Nicolás Mayoraz– teje para darle el gusto. En Santa Fe y en cuanta provincia pueda hacerlo. Ambos espacios comparten un electorado por el que deberán pelear. 

Volviendo a la posible alianza legislativa de Granata con un sector del peronismo, vale decir que por el momento desde el espacio que lidera Omar Perotti la resisten. Al menos públicamente. El rafaelino teme, en una acción de ese tipo, recibir el abrazo del oso. Armar una estrategia que empodere a Granata y que le reste a él el peso y la cuota de poder que cree tener aún. Pullaro lee eso y no pierde oportunidad de mandarle a Perotti señales de concordia. Cuando puede sumarlo a alguna foto institucional, lo hace. En algún momento, por caso cuando se empiece a debatir la reforma de la Constitución, necesitará de sus votos. O los de Granata, que hoy parecen estar cada vez más lejanos. Aunque en política nunca se sabe.  

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