Cristina llamó a la unidad, pero el PJ en Santa Fe se desgrana

Otra vez el peronismo vuelve a ocupar el centro de la escena santafesina. La convulsión partidaria, la diáspora de sus diferentes espacios, alcanzó tal magnitud que esta semana debió involucrarse en el tema la propia Cristina Fernández de Kirchner, titular de la conducción nacional y protagonista central de la política argentina en el último par de décadas. 

Primera curiosidad: mientras públicamente se habla de trabajar por la unidad –lo que hoy parece una quimera– y de elaborar una propuesta que represente una renovación generacional, el partido parece cada vez más fragmentado. 

Vale repasar la secuencia de los últimos tiempos y los episodios de esta semana para tener una idea clara de las complejidades que afronta el PJ en un año electoral clave, donde además de la compulsa de medio término la provincia definirá también los 69 nombres que participarán del proceso de reforma de la Constitución después de 62 largos años.

El peronismo no logra reponerse de un proceso que incluyó una fallida gestión de Omar Perotti y la derrota más contundente que sufrió en el territorio desde el retorno de la democracia. Nunca pudo, desde diciembre pasado y tras la asunción de Maximiliano Pullaro, articularse para convertirse en aquello que impone su caudal de votos: la principal fuerza opositora. 

La mesa de acción política que armó hace algunos meses para buscar una reconstrucción no hizo más que desnudar las diferencias. Aunque se ofreció en ese cuerpo partidario un lugar de mando para todos los sectores, el primero en rechazar el convite fue el senador Marcelo Lewandowski, último candidato a la gobernación por el peronismo. Perotti –o más bien, dirigentes de su sector– participó de costado, casi con desdén. Fueron los primeros indicios de algo que terminó de cristalizarse en diciembre, durante un congreso partidario en el que pegaron el portazo esos dos sectores, pero también el Movimiento Evita. 

El partido quedó, entonces, en manos de cuatro tribus: los senadores –los ex y los actuales–, el rossismo, La Cámpora y el grupo de intendentes y jefes comunales. Con Lewandowski, Perotti y el Evita confirmando que jugarán por fuera de la estructura partidaria en las elecciones de este año, comenzó la danza de nombres para ver quién se hacía cargo de encabezar la lista de convencionales constituyentes. Urge tomar una decisión porque el 7 de febrero cerrarán las listas y porque, para colmo de los males peronistas, no habrá en este caso una Paso que ordene las diferencias internas. 

La elección de candidatos abrió una nueva grieta. Las opciones no abundan. Menos las que puedan conformar ya no a todos, pero al menos a una mayoría. Algunos fantasearon con el nombre de Rafael Bielsa, que fue desestimado antes de tomar vuelo. Cuestiones personales habrían provocado que el ex canciller ni siquiera considere involucrarse en el asunto. En los últimos días comenzó a correr la posibilidad de que el ex ministro de Transporte y actual diputado massista, Diego Giuliano, encabece la nómina. Desde La Cámpora rechazaron esa posibilidad. 

El argumento de que comanda el Frente Renovador, un espacio que formalmente no integra el PJ, es el que se habría interpuesto para tacharlo. Al menos del primer lugar. Los dirigentes de La Cámpora, el espacio ultra kirchnerista, le plantearon el asunto a Cristina esta semana. Le explicaron del proceso de división interna, de la diáspora y de la intención de generar un sacudón que revitalice las chances del partido. Hablaron, también, de la necesaria renovación de caras.

De esa charla en el Instituto Patria participaron un grupo de intendentes y de jefes comunales santafesinos. Detrás del armado de la reunión estuvo la diputada Florencia Carignano, hoy convertida en la principal referencia partidaria de La Cámpora en Santa Fe. 

Cristina escuchó y pidió trabajar por la unidad. Analizó el escenario y dijo que Lewandowski es, aun cuando trabaje para ir por afuera del PJ, la mejor alternativa para encabezar la propuesta partidaria. Les pidió, entonces, que trabajen para acercarlo y convencerlo. No parece una tarea sencilla. 

El senador pondera la figura de la ex presidenta, pero se maneja con independencia. No siente que deba seguir sus dictados. Sigue trabajando para darle sustento a su espacio y negocia con el Movimiento Evita, y por carácter transitivo con Ciudad Futura, para robustecer su propuesta. 

Aunque exploró una alianza táctica con Amalia Granata para darle batalla a Pullaro con el tema de la reforma constitucional, finalmente advirtió que las apetencias de la ex conductora se chocaban con las suyas: ambos apuestan a un 2027 en el que sus deseos por llegar a la Casa Gris los encontrará enfrentados. Y lo que hagan ahora busca abonar ese camino.

Intendentes en pie de guerra

Del encuentro con Cristina participó Pablo Corsalini, intendente de Pérez. Su nombre se menciona como una alternativa para encabezar la lista de constituyentes del peronismo. Es joven y tiene gestión: con 42 años lleva ya una década en el cargo. Podría ser tomado como ejemplo de renovación con experiencia. Él es uno de los que quedó al frente de la misión por la unidad. 

Aunque escucharon a la presidenta del partido con atención, y aceptaron que lo mejor sería ir todos juntos, en el diálogo expusieron también nuevas grietas. Los intendentes y jefes comunales explicaron que el grupo que integran los senadores y el rossismo maneja el partido a su antojo y los dejan afuera de las decisiones trascendentes. 

No fue una catarsis privada. Horas después del encuentro expusieron ese disgusto públicamente. No sólo eso: advirtieron además que están dispuestos, como Lewandowski, Perotti y el Evita, a jugar por afuera si no se los escucha. Lo admitió Gonzalo Goyechea, presidente comunal de María Teresa. Lo dijo aun cuando fue uno de los asistentes al encuentro componedor que intentó Cristina. 

“Al PJ Santa Fe, detonado por un horrible gobierno provincial, se intentó rearmarlo con humildad y de a poco en una mesa con siete sillas. Resulta que no había humildad, había mucha soberbia y quedó una mesa con dos sillas… una mesita. Y bue… a ver qué hacen… ahí la tienen”, posteó Goyechea a través de su cuenta de X y un par de días después de escuchar los consejos de la ex presidenta. El misil estaba teledirigido contra los senadores y el rossismo.  

La idea de los intendentes es clara: perseguir el mandato de CFK y tratar de convencer a Lewandowski para que encabece algo que se parezca a una lista de unidad. Como en el TEG, de no lograrse ese objetivo, buscarán ir a la elección con su propio candidato al frente de la lista. El elegido es Corsalini. Si nada de eso se consigue –ni unidad ni candidato propio al frente– amagan con marcharse y jugar por las suyas. Eso mismo le anticiparon a la ex presidenta, que los escuchó con tono comprensivo. 

Lo cierto es que, mientras la conducción nacional del PJ alienta el camino de la unidad, el peronismo santafesino parece desgranarse cada vez más. 

Si los intendentes y jefes comunales sacan los pies del plato –se supone que La Cámpora, que organizó el encuentro de esa tribu con Cristina, los acompañará en caso de que peguen un portazo– el justicialismo se convertiría casi en una cáscara vacía. La estructura partidaria quedará compuesta por un sello, un escudo, las siglas identificatorias y un grupo de caciques con más pasado que futuro.