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Política

Con gendarmes no basta

Combate al narco: la compleja tarea para sacar a la Justicia del default

Cúneo Libarona y Maximiliano Pullaro compartieron una actividad en Rosario.
Mauro Aguilar

Cúneo Libarona pretende apurar el cambio del sistema acusatorio a los ponchazos, pero el fuero federal requiere modificar una infraestructura que se mantuvo desvalida durante años.

Rosario fue, hasta hace unos pocos días, centro de la atención nacional. Los homicidios en serie, los ataques contra inocentes para dejar un mensaje y disputar el poder del Estado, volvieron a colocar a la ciudad en el peor de los sitios. La llegada de agentes de seguridad federales, el desembarco repetido de ministros, los anuncios en serie, parecieron traer algo de sosiego a una sociedad atribulada por la violencia. El estado de descomposición, sin embargo, no ha cambiado. No podría. Salir de un laberinto salpicado por la sangre no es sencillo. Lo de los últimos días es, apenas, una tregua.
“El que piense que con quinientos gendarmes cambiamos esto no entiende nada”, subrayaba la semana pasada un hombre cercano a Maximiliano Pullaro, un rato después de los anuncios presentados para Rosario por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, siempre solícita para mostrarse activa, aun cuando sus acciones no terminen de dar los resultados esperados. Mal no le va: distintas encuestas la muestran como una de las dirigentes más valoradas por la gente.
Como los 450 agentes federales enviados por el Gobierno nacional no son suficientes para bajar la fiebre que hace al menos una década padece la ciudad, esta semana se activaron otros mecanismos. Parte de la batería de medidas que merece un cuadro tan complejo. Bullrich se corrió de escena y el que tomó un papel protagónico fue el mediático Mariano Cúneo Libarona, quien funge desde diciembre pasado como ministro de Justicia libertario.
El jueves 14 envió una orden a la Justicia de Rosario que generó escozor: llamó a poner en marcha, en 96 horas, el nuevo Código Procesal Penal Federal que ya funciona en algunas jurisdicciones, pero que en Santa Fe no entró en vigencia. Rosario, que sigue con el sistema inquisitivo, con procesos e investigaciones desarrollados a través de expedientes y a puertas cerradas, sin oralidad ni juicio público –salvo en algunos casos–, es una de ellas. Todo esto aun cuando la necesidad de contar con una Justicia más veloz y transparente, con audiencias públicas –como propone el modelo acusatorio–, sea vital para una ciudad con la tasa de homicidios más alta del país. Y no es que el fuero federal se involucre en resolver crímenes, pero sí con muchas de las causas que los provocan. Una realidad que durante años ha visto de soslayo.
Empujado por el espanto que provocaron los últimos episodios de violencia urbana en Rosario, Cúneo Libarona leyó que era el momento para apretar el acelerador y poner en marcha lo que hace años está postergado. Desde la Justicia Federal de Rosario acuerdan con la idea, pero no con los plazos propuestos por el ministro para poner el nuevo sistema en práctica.
A través de una acordada plantearon que no era posible cumplir con el deseo en cuatro días. Pidieron una aplicación paulatina y expusieron que faltan cubrir vacantes, disponer oficinas, mobiliario, tecnología, además de readecuar funciones y hasta crear un área vital: la Oficina de Gestión Judicial. Esa repartición es clave para darle soporte a todas las tareas, asignando, por citar un ejemplo, algunos procedimientos. Es necesario, para ello, capacitar personal. Nada que pudiera lograrse de un jueves al lunes siguiente.
Desde Rosario detallaron a la Corte Suprema de la Nación y al Consejo de la Magistratura estas necesidades. Pidieron tres meses de plazo. Cúneo Libarona contrarrestó con una fecha impostergable: les dijo que el 6 de mayo próximo todo deberá estar funcionando. Habrá que ver cómo se llega a ese día.

Kilómetros que demoran a la Justicia
La Cámara de Apelaciones comparte las ventajas del proceso acusatorio respecto del actual sistema mixto, pero advirtió sobre deficiencias “estructurales e institucionales”. Entre otros puntos detalló, para pedir que se extendieran los plazos, que no se cubrieron aún los cargos dispuestos como parte de la Ley de Fortalecimiento de la Justicia Federal Penal de Santa Fe. Son doce lugares que siguen en veremos.
Hay magistrados que, frente a situaciones de vacancia, deben viajar kilómetros para cubrir los baches. Apenas un par de ejemplos: el juez Aurelio Cuello Murúa es titular en un juzgado de Venado Tuerto y subroga en otro de Santa Fe. Debe recorrer 336 kilómetros para cumplir una doble tarea. Carlos Vera Barros se traslada 244 kilómetros para unir Rosario con Rafaela, ciudades en las que desarrolla sus labores. A Marcelo Bailaque le va un poco mejor: apenas tiene 70 para movilizarse entre Rosario y San Nicolás. Otro tipo de caso, pero que también marca la precariedad del sistema: el único juez federal titular de Santa Fe capital está desde hace tiempo en edad de jubilarse. El año próximo cumplirá 75 años y tramita ante el Ministerio de Justicia, el mismo que maneja Cúneo Libarona, una prórroga para continuar en funciones.
La Justicia Federal cuadruplicó el número de detenidos en la última década. En la actualidad dicta, en promedio, veinte sentencias por día. Las deficiencias, como los expedientes, se acumulan. Todas las ampliaciones edilicias proyectadas en Rosario, Santa Fe, Rafaela, Venado Tuerto y San Nicolás están detenidas. En la acordada se reclamaron salas de audiencia. Faltan, además, equipos de audio y de video. Ni siquiera el software informático con el que operan los jueces actualmente es el que se requiere para el nuevo sistema que apura Cúneo Libarona. Demasiadas cuentas pendientes.
El gobernador santafesino, Maximiliano Pullaro, respaldó públicamente la orden de Cúneo Libarona. El radical tiene claro que un puñado de gendarmes no resolverá el flagelo de la inseguridad. Se necesita mucho más que eso. Desde acciones sociales profundas hasta una Justicia aggiornada a los tiempos que corren. La estructura persecutoria, en el fuero Federal de Rosario, estuvo estancada durante décadas. El narcotráfico tomó nota y sacó ventaja. Muchos no supieron leer esa realidad. Otros no quisieron. La realidad, brutal y sangrienta, no se podrá cambiar de la noche a la mañana. Urge empezar. El recorrido será complejo y extenuante, pero ya se sabe: todos los diluvios empiezan, siempre, con las primeras dos gotas.

 

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