Balotaje en llamas: entre el envión de Massa y el nuevo aparato Milei-Macri

Lo que se preveía desde hace meses ya es una realidad: Argentina se enfrenta a un ballotage de alto voltaje. Finalmente será entre el candidato de Unión por la Patria (UxP), Sergio Massa, y el de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, y en medio de una campaña electrizante cargada de novedades comunicacionales como de viejas operaciones políticas. En el peronismo nunca estuvieron más ilusionados con reelegir después de una diferencia importante de siete puntos en las generales que, por momentos, asoma como milagrosa frente a la actual situación económica. Mientras que en el espacio del libertario trataron de aclarar el aturdimiento y desorganización tras el vidrioso acuerdo que realizaron, inmediato a la derrota, con el ex presidente Mauricio Macri y la ex candidata Patricia Bullrich. Massa mantiene la ventaja conseguida en la primera vuelta y confía en que semejante envión sorpresivo lo lleve a la presidencia. Su margen, sin embargo, se achica a la par de un reacomodamiento del votante opositor. Lo que le quita el sueño a ambas coaliciones es que las campañas sean efectivas para convencer al 33% que eligió otra opción en las generales, no votó o lo hizo en blanco.

La neocampaña

Milei caminó después de las generales de manera desprolija y, sobre todo, contradictoria. El trastabilleo inicial fue tal que generó la sensación de que existía una posibilidad de bajarse de la segunda vuelta. Los insultos hasta el viernes previo a la elección contra Juntos por el Cambio, incluso más que contra Unión por la Patria, quedaron en ridículo cuando el lunes pos elecciones cedió ante Macri para conformar de hecho una nueva candidatura con el macrismo más rancio.

Eso le hizo perder carácter y pisar la bandera más destacada por sus seguidores: ser distinto a la casta y morir con la suya. Probablemente se esté frente al fin de la figura de Milei tal como se lo conoció y se someta a la sombra del ex presidente, quien buscará moldear a su gusto la nueva configuración del libertario. Si algo no hace Macri es pedir permiso para avanzar sobre el destino de otras figuras políticas: Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich fueron algunas de sus víctimas. ¿Por qué no lo sería Milei? Hasta le robó el protagonismo en pos de su objetivo principal: fundar una nueva derecha, ya sin pruritos ni limitaciones de otros socios como jura –y rezonga– que le pasó con Cambiemos. Lo cierto es que si Macri acierta con este juguete y gana la elección, se queda con todo.

Milei se sometió a un vínculo incierto a pocas horas de conocerse la derrota. El ex presidente estaba esperando la derrota de Juntos por el Cambio para poder hacer lo que pretende y sin tener que consultarlo con nadie, especialmente con los radicales. Hasta Bullrich quizás jugaba con ese plan B, y por eso volvió a apelar a la grieta en las últimas semanas de campaña donde los cañones apuntaron al kirchnerismo.

El ofrecimiento que le hicieron a Milei fue la garantía de cierto piso de paladar negro macrista que quiere la destrucción del kirchnerismo o todo lo que provenga de él, sin importar si a cambio debe acordar con un anarcolibertario semejante. Claro que la espuma del candidato bajó, sobre todo tras algunos episodios de alta exposición con comportamientos emocionales llamativos en algunas entrevistas, por lo que se vio obligado a moderarse, al menos en las formas, y a volcarse a la estrategia en la que talla Macri.

El cambio de enfoque en la campaña de la nueva coalición fue volver a la grieta: kirchnerismo vs. antikirchnerismo. El conflicto provocado por la escasez de nafta le permitió a Milei retomar la iniciativa y contrastar con Unión por la Patria, apelando al viejo hit emprendido por Cambiemos del “Vamos hacia Venezuela” como síntoma de un futuro empobrecedor. Sin embargo, Massa logró sostenerse como pudo en ese tropiezo que tuvo más por un error no forzado que por otra cosa. Fue un claro ejemplo en el que el ministro/ candidato logra vender su propio enfoque de los hechos e imponerlo. Todo un activo que hasta ahora no tiene patas cortas.

“Milei tomó el camino directo y explícito desde el minuto uno buscando el voto anti K que anida en gran parte en Juntos por el Cambio y también en Schiaretti. Ahora busca ampliar a través de la cuestión económica, pero ahí tiene el problema de que su receta no genera absoluta confianza, principalmente en los votantes blandos”, explica a Punto Biz Martín Ostolaza, director junto a Guillermo Variego de la consultora de opinión pública Innova.

Unidad nacional o destrucción

La estrategia de Massa es salir de esa grieta que le quieren imponer y por eso insiste con que el país no tiene más lugar para peleas y enfrentamientos, y habla de un gobierno de unidad nacional con distintos espacios políticos, incluso opositores. En la búsqueda de convencimiento a otros espacios, Massa tiene ventaja política y de seducción frente a Milei, quien usa modos agresivos para referirse a los otros.

Mientras tanto, el candidato de Unión por la Patria seguirá utilizando la fórmula que le dio un impulso clave para la victoria en las generales: la resistencia a la destrucción que significaría Milei en el poder. Tiene varias aristas la prédica del massismo que va desde el riesgo a quedar sin subsidios, o caer en manos de alguien que propone salvajadas como un mercado de órganos, o hasta quedarse sin derechos adquiridos e incluso sin democracia. El factor motorizante es el miedo. El factor democrático pegó fuerte en sectores más bien ilustrados, por más que revistan cierto antiperonismo. De hecho aprovechó para tocarle el corazón a la dirigencia radical encumbrando a la figura de Raúl Alfonsín, la misma que tanto agravió Milei. En cambio, la quitade subsidios mencionada impactó en el electorado de a pie porque fue explicado de manera brillante por su sencillez y pragmatismo: conmigo el boleto de transporte vale $100, con Milei $800.

“Massa va por el camino más largo e implícito y apela a un voto que no se encasilla tan simplemente y lo trabaja de un modo más sutil, vía nichos. Por un lado busca a los moderados, pragmáticos, ‘normales’ y pos ideológicos que se ubican principalmente en el espectro Juan Schiaretti y, por el otro, aquellos que hacen una valoración democrática y convivencial, que también existe en Schiaretti y en Juntos por el Cambio”, sostiene Ostolaza.

¿Cuál es el peligro de Massa si la inflación anual de 130% y una crisis cambiaria y económica en llamas no se tragaron su candidatura? Justamente que la combinación del afán de cambio por el propio desgaste del sistema y de la crisis, y el antikirchnerismo, sean potentes y le ganen a a moderación.

El ministro de Economía logró disociar a Unión por la Patria del gobierno del Frente de Todos (FdT) y, especialmente, de Alberto Fernández. El candidato es Massa, no el oficialismo. El que vota a Unión por la Patria vota a Massa, no a una continuidad de este gobierno. Por eso el esfuerzo de Massa de hablar de un gobierno de unidad nacional.

De hecho, quienes estuvieron fuera del 67% que eligió por alguno de los dos en las generales –explica Ostolaza– definirán su voto cuando logren responder la siguiente pregunta: ¿Cuál me genera menos miedo? Es decir, “van a ponderar negatividades”. Por último, el voto en blanco parece que será protagonista de la segunda vuelta. Ante esto el consultor político explica: “Dada la diferencia que Milei tiene que descontarle a Massa y que no es una diferencia menor, se puede presuponer que favorecerían más a Massa que a Milei”