Tras levantar nueva nave, semillero busca ahora equipar laboratorios

Todavía recuerdan la decisión de Bayer de dar de baja en el mercado argentino a Intacta, el programa de mejoramiento de soja. La decisión de la multinacional alemana representó un golpe durísimo para semilleros como el Criadero Santa Rosa, que hacían genética en base a tecnología desarrollada por los gigantes del agro. A dos años de aquel episodio, el plantel de la firma de base cooperativa está creciendo en metros cuadrados y nuevos desarrollos en torno a la oleaginosa. 

Con cuarteles centrales en la localidad de Díaz, departamento San Jerónimo, la Cooperativa de Provisión de Servicios Agrícolas Criadero Santa Rosa en la actualidad está conformada por 19 cooperativas, 2 empresas no cooperativas y personas físicas. La estructura corporativa trabaja bajo la marca Santa Rosa Semillas y tiene también oficinas en Paraguay al 800, a metros del edificio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Desde allí digita la nueva lógica del negocio de la multiplicación de granos.

“Por un lado, con una inversión de u$s500.000 habilitamos en plena pandemia una nave de 1.000 m2 dentro de las 18 hectáreas del campo experimental de Díaz en las que hay oficinas y laboratorio. Ese último sector es el que pretendemos terminar de equipar ahora a partir del fichaje de un último subsidio confirmado en diciembre. Allí el plan es enfocarnos en la toma de muestras y avanzar en el desarrollo de marcadores moleculares. Paralelamente la estrategia es la de sumar más herramientas en el otro laboratorio con el que trabajamos y que está operando en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) orientado 100% a la edición génica y cultivos in vitro”, sintetizó Rinaldo Gosparini, gerente general de Santa Rosa Semillas, en contacto con Punto biz.

El recorrido de la firma viene de ser galardonado por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) por las novedades en el rubro “Industria Agro-Alimentos”.

Al margen del desembolso puesto en la base técnica de Díaz, desde Criadero Santa Rosa destacan la política en marcha para acaparar subsidios estratégicos. “En los últimos años superamos los $40 M en términos de fondos otorgados y más de $120 M entre las convocatorias a las que nos presentamos a partir del despliegue en conjunto con la UNR”, indicó el ejecutivo.

Panorama gris

La salida de mercado de Bayer terminó por dejar en el piso el negocio de la genética en soja y, desde esa base, Santa Rosa Semillas se propuso resurgir de las cenizas. “Con la salida de Intacta ocurrió que el negocio estaba en pleno despliegue. El mercado pedía esa tecnología y quien la había desarrollado decidió retirarse, el resultado fue el de la expansión de la bolsa blanca. Todos los obtentores veníamos con los programas de mejoramiento funcionando a plena máquina y lanzando muy buenas variedades. En nuestro caso tuvimos que cortar la comercialización y cualquier procedimiento de mejoramiento, generando un resultado muy dañino”, dijo Gosparini.

El resultado fue el fortalecimiento de un incipiente modelo de gestación de tecnología propia al margen del de las multinacionales del agro. “Decidimos impulsar avances incipientes que teníamos previamente a la salida de Bayer de mercado. Es así que afianzamos vínculos con partners estratégicos como la firma BioHeuris con quienes venimos trabajando fuerte en esquemas de edición genética en soja”, destacó el referente del semillero que hoy es uno de los accionistas de la compañía biotecnológica.