Tenían la vaca atada, pero un cambio de reglas los obligó a activar plan B

En línea con otras empresas que sufren los repentinos cambios de reglas, la firma Carreteles Rafaela decidió transformar la adversidad en una oportunidad. Luego de verse afectada por un traspié administrativo en la licitación de caravanas electrónicas para ganado organizada por la Secretaría de Agricultura y el Senasa, la firma con sede en la ciudad cabecera del departamento Castellanos optó por expandir su infraestructura, invertir en maquinaria y diversificar su línea de productos.

En los últimos meses, la empresa sumó 6.000 m2 de superficie operativa en un nuevo predio alquilado sobre la Ruta 34, donde consolidó todas sus operaciones bajo un mismo techo. Además, destinó $300 M de pesos a la adquisición de maquinaria para la producción de nuevos artículos, como bolsones industriales tipo BigBags y hasta fogoneros para asados, lo que marca un fuerte viraje hacia nuevos segmentos de mercado.

Este proceso de expansión se dio en paralelo a un desafío financiero inesperado: la inversión de $1.000 M de pesos en stock importado de caravanas electrónicas y bastones lectores, productos que la empresa adquirió bajo la premisa de que serían de uso obligatorio a partir de 2024. Sin embargo, la licitación adjudicada a un solo oferente terminó en un fracaso administrativo, dejando a Carreteles Rafaela con un importante volumen de mercadería sin colocar.

Desde hace años, Carreteles Rafaela es un actor clave en la fabricación de caravanas tradicionales y electrónicas para el control de ganado. En línea con la normativa impulsada por Senasa, la empresa se preparó para la transición hacia el sistema de caravanas electrónicas, apostando fuertemente a la importación de insumos y tecnología.

"Nosotros siempre fabricamos caravanas comunes y oficiales. Cuando el Senasa anunció que sería obligatorio el uso de caravanas electrónicas, nos preparamos para abastecer esa demanda", explicó Guillermo Guntern, titular de la firma, en contacto con Punto biz. "Invertimos $1.000 M en mercadería importada, confiando en que el mercado estaría garantizado a partir de este año", acotó.

Sin embargo, el proceso licitatorio tomó un rumbo inesperado. Aunque en principio se esperaba que varias empresas pudieran abastecer el mercado, la licitación fue adjudicada a un solo oferente, Datamars, de capitales suizos, que erróneamente ofertó por el 100% de las caravanas en lugar de una porción del mercado.

"Ellos mismos se dieron cuenta de su error, pero como no lo confirmaron por escrito, la licitación siguió adelante. El Senasa sabía desde el día uno que no iban a poder abastecer, pero confiaron en que podían renegociar. Finalmente, todo se cayó", detalló Guntern.

El resultado, -que fue anunciado este verano por el secretario de Agricultura, Sergio Iraeta ante la Mesa de Enlace- fue el de la postergación de la trazabilidad individual y electrónica para 2026. Así, la licitación original se terminó anulando, dejando sin margen de acción a las empresas que, como Carreteles Rafaela, se habían preparado con stock para responder a la demanda.

"Nos quedamos con más de un millón de caravanas electrónicas y 800 bastones lectores. Imaginate que se venden cinco bastones por mes, es un volumen de mercadería inmovilizado enorme", explicó el empresario.

Lejos de quedarse en la espera, la firma decidió rediseñar su estrategia y diversificar su oferta. "Siempre estuvimos enfocados en caravanas y electroplásticos, pero ahora decidimos expandir nuestra producción", afirmó Guntern. Una de las principales novedades es la incorporación de una línea de BigBags, bolsones industriales utilizados en múltiples sectores para el almacenamiento de materiales como arena, fertilizantes o granos. La empresa además tuvo participación en Expoagro 2025 donde precisamente presentó sus nuevas variantes de mercadería.

Además, la empresa hasta decidió incursionar en el segmento de productos para parrillas y asados con fogoneros y accesorios metálicos, aprovechando su experiencia en la manufactura de artículos de plástico y metal.

Para hacer realidad esta expansión, la firma unificó todas sus operaciones en un nuevo predio de 6.000 metros cuadrados, donde alquiló espacio en una zona industrial compartida con otras fábricas. "Antes estábamos distribuidos en varias locaciones. Ahora tenemos dos naves operativas, lo que nos permite optimizar recursos y ganar eficiencia en la producción", explicó Guntern.

Expectativas para el futuro 

A pesar del golpe financiero sufrido este año, Guntern es optimista de cara al futuro. El Senasa ya confirmó que a partir del 1 de enero de 2026 el mercado de caravanas electrónicas se abrirá sin licitación, permitiendo que cada productor agropecuario adquiera los productos directamente a la empresa que elija.

"Eso nos da esperanzas de poder colocar nuestro stock a partir del año que viene. Lo que más nos perjudicó fue la incertidumbre y la falta de respuesta del Senasa, pero al menos sabemos que el mercado se va a abrir sin intermediación", aseguró el empresario.

Mientras tanto, la empresa enfrenta otro desafío estructural: la caída en la rentabilidad de muchas industrias en el país. "Hace seis meses vendíamos 1.000 unidades y facturábamos $1.000 M. Hoy vendemos 1.200 unidades, pero facturamos $800 M. No llegamos a la facturación necesaria porque los precios bajaron y los márgenes se achicaron", explicó Guntern, graficando un problema que afecta a muchas compañías en el país.

Sin embargo, la empresa confía en que la clave para sostenerse en el tiempo es la innovación y la diversificación. "Tenemos la política de sumar nuevos productos para compensar. No somos una empresa monoproducto, y eso nos permite adaptarnos mejor a los cambios del mercado", aseguró el empresario.