Startup rosarina va por millones para desarrollar la cura de la artrosis

La startup Dharma Bioscience avanza a paso firme en el desarrollo de un formulado que busca curar o mejorar el cuadro de los pacientes con artrosis, un tratamiento que actualmente no existe en el mundo. 

El emprendimiento liderado por tres profesionales rosarinos acaba de lanzar una primera ronda de negocios para levantar capital por u$s800.000, que se utilizará para realizar pruebas en animales. Luego habrá una segunda ronda, que buscará recaudar unos u$s5 M para practicar pruebas en humanos, la etapa previa a la comercialización del formulado.  

“Las pruebas en humanos son más complejas porque aparecen más variables en juego, desde las diferencias fisiológicas entre pacientes hasta factores como el estado emocional o el tipo de actividad física que realizan, y los resultados llevan más tiempo, además de que se va mejorando el formulado. Aún queda camino, pero confiamos mucho en nuestro desarrollo. Puede llevar más o menos intentos, pero estamos enfocados en la meta”, explicó el médico fisiatra Gastón Topol, fundador de la startup y director del Centro Dharma de Medicina Regenerativa.

El profesional explicó que, si funciona, el desarrollo marcaría un hito científico global, teniendo en cuenta que aportaría un tratamiento accesible y mejoraría la calidad de vida de más de 500 millones de personas en el mundo, quienes padecen de esta enfermedad. 

La pasión, intacta

La inquietud científica no viene de ahora. Los creadores de Dharma Bioscience -Topol la cofundó junto con el kinesiólogo Franco Cescotti, COO de la startup; y el biólogo Diego Croci- ya en 2016 habían comprobado que era posible regenerar cartílago en pacientes con artrosis severa a través de un estudio experimental. En 2022 -año en que se fundó la startup- dieron un paso más: identificaron microARNs clave en la evolución clínica de la enfermedad en un ensayo con 80 pacientes. 

Esa base científica sólida fue la que les permitió avanzar hacia el desarrollo de un formulado concreto y, más recientemente, obtener la patente en Estados Unidos.

Con el capital que ya levantaron a través de dos inversores ángeles y del fondo SF500 -que aportó u$s250.000 en la etapa inicial-, lograron terminar la formulación del producto y validar el método de vehiculización. En otras palabras, demostraron que el microARN modificado se puede transportar sin degradarse y permanece activo en el líquido sinovial de las articulaciones, que es donde realmente tiene que hacer efecto. También superaron la fase de las pruebas en laboratorio.

Lo que viene

Tras el lanzamiento de la primera ronda de inversión por u$s800.000, buscan dar el salto hacia los estudios en animales. La agenda incluye ensayos de toxicidad -para asegurar que el producto no genera efectos secundarios riesgosos- y de biodistribución, que determinarán si el formulado se mantiene donde tiene que estar: en el cartílago afectado. Ya tienen varios interesados en invertir. Los primeros resultados podrían estar listos en apenas un mes.

Más adelante,  si los ensayos preclíinicos cierran con buenas señales, será el momento de conseguir unos u$s5 M para avanzar con pruebas en humanos. "Es un monto mayor, pero todos acuerdan en que será más fácil porque en ese nivel el interés es mucho mayor", explicó Topol.   

El objetivo final es lograr un producto inyectable que regenere el cartílago dañado, sin necesidad de recurrir a tratamientos invasivos o intervenciones quirúrgicas. La meta es ambiciosa: poner en el mercado un tratamiento definitivo, accesible y que pueda ser aplicado por médicos en cualquier parte del mundo, sin necesidad de infraestructura sofisticada.

Si todo sale como lo esperan, el plan es aplicar la tecnología detrás del formulado a otras enfermedades musculoesqueléticas y patologías degenerativas asociadas a fallas celulares. Un desarrollo con sello rosarino que, si consigue la inversión necesaria, puede cambiar las reglas del juego en medicina regenerativa.

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