Saltan de la antigua fábrica del barrio a una planta cuatro veces más grande

Después de 66 años, Resortes Pugliese dejará su histórico emplazamiento del barrio de Alberdi, en la zona norte de Rosario. La mudanza es por una buena causa: la fábrica de resortes y formas de alambre para la industria dará el mayor salto de su trayectoria al dejar el taller pionero para estrenar una planta industrial que cuadriplicará la actual superficie productiva, y que estará ubicada en el Park Empresario de Rosario.

La ganancia es múltiple: dejarán la vida de barrio para aprovechar las ventajas de estar en un área industrial, y además tendrán espacio suficiente para incrementar producción, almacenar stock, sumar equipamiento y agregar un turno de trabajo. 

“Vamos a pasar de un taller de 250 m2, a una planta de más de 1.300 m2, con una nave de unos 1.000 m2, y otro tanto de oficinas. También vamos a ganar en altura: hoy tenemos unos 4 metros, y la nave nueva tiene el doble”, detalló Franco Pugliese, tercera generación al mando de la empresa familiar. “Estimamos que vamos a estar en condiciones de duplicar la producción”, agregó.

Tras el final de las obras -a cargo de Tensar-  la mudanza a la nueva planta se concretaría a principios de 2025.

El cambio será sustancial en varios aspectos. De por sí, pasar de un área residencial a una industrial redunda en facilidades. “Si bien nosotros tenemos habilitación perpetua para trabajar en el terreno en el que estamos y nunca hemos tenido inconvenientes, estar en un barrio implica limitantes a nivel logístico, tenés que respetar los horarios de descanso y los tiempos de la vida doméstica. Le pone techo al crecimiento”, explicó Pugliese.

“Además, como vamos a tener mucho más margen en altura vamos a pasar del monorriel a un puente grúa, con la posibilidad de almacenar stock en altura”, planificó.   

A conquistar demanda para el nuevo volumen

Si algo aprendió Franco Pugliese de sus padres y de sus abuelos es que el rubro en el que están especializados les permite sortear las crisis rastreando la demanda en numerosos rubros, porque casi todos los objetos que se manufacturan usan resortes como insumos. 

“Un auto tiene más de 100 resortes, y hay un resorte o piezas de alambre en la manija de un balde, en una lámpara, un lavarropas, o en la cerradura de cualquier puerta. Entonces, si en los años precedentes veníamos trabajando a full para la industria de los electrodomésticos, ahora que cayó la demanda en ese sector compensamos incrementando pedidos para la industria de la maquinaria agrícola”, explicó Pugliese, De hecho, el fundador de la compañía, abuelo de Franco, arrancó fabricando en exclusiva para la industria de la bicicleta, en un momento en el que Rosario era una plaza reputada en ese segmento. Luego, ese sector desapareció a manos de las bicis importadas.  

Precisamente la adaptabilidad a múltiples rubros es lo que les permite, por ejemplo, competir contra la escala manufacturera de los países asiáticos. “Para un fabricante de maquinaria agrícola que necesita un resorte o una pieza de alambre a medida puede ser muy engorroso explicarle a una compañía de Asia la especificidad de lo que precisa, y el resultado termina siendo un fracaso”, contó, y sumó: “Otro punto es que fabricamos algunos productos que son específicos de ciertos mercados. Por poner un ejemplo, hacemos resortes para bombillas de mate que se venden en todo el país”, aclaró. 

Así, cuando -ya instalados en el nuevo emplazamiento- la producción dé un salto, la idea es buscar mercado en todos los canastos. “Mi plan es que salgamos a vender a Uruguay y Paraguay. Donde hoy tenemos tres clientes, queremos tener cinco”, se entusiasmó Pugliese.   

Tres generaciones hasta el presente  

Resortes Pugliese arrancó por la veta emprendedora de José Pugliese, que se retiró temprano como trabajador de los ferrocarriles y aprovechó los conocimientos que tenía en alforja para sumarse al boom bicicletero en la Rosario de la década del 60.  

“El primer gran salto cualitativo lo llevó adelante mi papá. Se fue a vivir un tiempo a Estados Unidos, donde trabajó en una fábrica de resortes. Volvió de ese viaje muy empapado de toda la automatización con la que se trabajaba afuera, incluso se trajo varios equipos que en la empresa en la que trabajó accedieron a venderle. Cuando al tiempo esas máquinas quedaron obsoletas fuimos sumando más y hoy ya no entramos con todos los equipos en el espacio que tenemos”, señaló, a propósito de la mudanza.

“Después de 66 años, seguimos como equipo. La planta nueva es una meta profesional y al mismo tiempo un sueño familiar cumplido”.