Sale a la venta uno de los hoteles más antiguos de Rosario

Construido a mediados el siglo pasado, el hotel Viena era hasta hace poco tiempo uno de los hoteles más antiguos de Rosario en funcionamiento. Tres generaciones llevaron las riendas del imponente edificio, ubicado en Ov. Lagos al 500, en el tradicional barrio de Pichincha, durante más de 70 años. Sin embargo, en 2020 debido a la cuarentena estricta por la pandemia, cerró sus puertas y pese a algunos intentos, nunca más volvió a abrir. Ahora sus dueños, la familia Orazi, le pusieron oficialmente el cartel de venta a la histórica propiedad que data de la década del 50.  

El inmueble -según aclaran- está en franco deterioro y se ofrece como una “inversión prometedora” ya que el comprador deberá poner manos a la obra para refaccionar el edificio. Cuenta con un hall de recepción, bar, salón desayunador y oficina privada, todo ello ubicado en planta baja. Con un estilo de arquitectura neoyorquino, el viejo Hotel Viena tiene un total de 42 habitaciones distribuidas en tres pisos, terraza accesible y un ascensor. Todo sobre una superficie cubierta de 1.420 m2.

La ubicación estratégica del hotel, fue clave para que una familia rosarina -que venía de administrar con éxito un tradicional bar del centro de la ciudad- decidiera tomar a su cargo el emprendimiento que estaba a medio construir y hacerlo crecer. “Era el lugar perfecto, ya que iba a quedar todo a mano. El edificio estaría emplazado sobre una avenida que tenía un gran futuro, como Ovidio Lagos, a ocho cuadras de la estación de trenes, y a la misma distancia de la terminal de ómnibus”, rememoró en diálogo con Punto biz uno de los nietos del fundador del antiguo hotel Viena. 

Cuenta la historia que la estructura del edificio la levantó un empresario austríaco -de allí el nombre Viena- que tras la guerra decidió retornar a su país de origen y vendió el hotel a los Orazi. La familia rosarina decidió conservar el nombre, ya que la inscripción lucía pintada en los vidrios del frente y se encargó de desarrollar el área del bar y restaurante. “Se había terminado de construir hacía muy poquito y era, dice la gente de la época, una réplica de un edificio que está frente al Central Park de Nueva York”, apuntó la fuente consultada.

Los Orazi invirtieron en equipar el edificio con una caldera, la instalación del ascensor y hasta terminaron de construir los tres pisos que se fueron habilitando progresivamente. “En esos días había más de una docena de trenes que llegaban a Rosario, tanto de intermedia como de larga distancia, así que empezó a haber un movimiento muy grande y el hotel trabajaba a full”, aportó uno de los nietos del fundador. También fue uno de los primeros establecimientos en la zona en contar con teléfono de línea, una novedad para aquel entonces. El bar por su parte, que regenteaba otra familia, era famoso en el barrio de Pichincha, al punto que la gente hacía fila en la vereda para conseguir una mesa. 

Lejos de aquella época de esplendor, el viejo hotel Viena fue quedando en el tiempo, fundamentalmente producto del crecimiento demográfico de la ciudad, que se expandió hacia otros barrios y la aparición de grandes cadenas hoteleras. El edificio luce deteriorado desde hace por lo menos una década y funcionó a duras penas los años previos a la pandemia, cuando finalmente sucumbió. Pese a los intentos por reactivarlo y alguna negociación para venderlo que no prosperó, sus dueños ya lo ofrecen abiertamente en venta. En efecto, la firma Squadra Propiedades está a cargo de la comercialización del edificio, que tiene un valor estimado de u$s850.000. Aunque, aclaran, aceptan una permuta.

El huésped que se quedó a vivir

El hotel Viena se hizo conocido en los medios nacionales cuando años atrás, con la irrupción del coronavirus y la cuarentena estricta, un huésped de origen peruano debió cumplir aislamiento en sus instalaciones. Llegó a la Argentina el 17 febrero, cuando la ciudad china de Wuhan ya había aislado a todos sus habitantes por la proliferación del coronavirus pero todavía nadie imaginaba que se iba a desatar una pandemia con decenas de miles de muertos en todo el mundo.

Así fue que a Carlos, un ciudadano peruano de 75 años, la cuarentena total lo encontró de vacaciones en un hotel de Rosario. Si bien estaba al tanto de que el virus había traspasado las fronteras del país asiático, y se conocían los primeros casos positivos en el norte Italia, él decidió seguir adelante con viaje. Ni siquiera lo hizo dudar el llamado del dueño del Hotel Viena, donde tenía hecha la reserva, quien le advirtió que la situación podría llegar a complicarse durante su estadía.

Como ya tenía comprados los tickets de avión, con fecha de regreso para el 5 de mayo, mantuvo sus planes. “Me dijo que él creía que no iba a ser para tanto. Mi miedo era que se le complicara la vuelta, pero él insistía en que todo este tema no iba a durar mucho”, dijo el propietario del hotel al recordar el episodio.