La previa: que se juega en cada espacio con la elección de concejales

Acostumbrado en el último par de años a imponerse en las urnas –la interna frente a Carolina Losada, la elección que lo consagró como gobernador con una paliza al peronismo y la que lo consagró como uno de los convencionales constituyentes–, pero también con sus propuestas en el debate legislativo –cambios en la Corte Suprema, en el sistema previsional y hasta en la reforma constitucional–, el gobernador Maximiliano Pullaro ha decidido jugar su figura y una parte de su capital político en la elección que este domingo terminará por renovar a casi la mitad del Concejo municipal de Rosario. Otras 19 ciudades elegirán intendentes y otras 64 también modificarán la composición de su cuerpo legislativo, pero Rosario tiene elementos que le confieren a su compulsa electoral algo especial.  

Frente a eso, el radical decidió ponerse al hombro una campaña que para el oficialismo lucía empinada. Unidos para Cambiar Santa Fe finalizó la Primaria del 13 de abril, como fuerza, en el tercer lugar. Pero no sólo eso. La candidata Carolina Labayru, quien se impuso en la interna, cosechó 38.462 votos. Menos de la mitad de los 87.272 que sumó Juan Pedro Aleart y de los 83.784 que acompañaron a Juan Monteverde. 

Pullaro no quiere perder en Rosario. Es un bastión que considera clave para su proyecto político. La ciudad, a la que le puso un énfasis especial para enderezar el problema de la inseguridad, no le respondió en los comicios para la Asamblea Constituyente tal como esperaba. Ganó, es cierto, pero con porcentajes que si se los compara con otros puntos de la provincia podrían considerarse magros. 

En el departamento cosechó el 27,73% de los votos y fue el lugar donde el peronismo estuvo más cerca de Unidos. En sitios como San Martín o General López la lista del gobernador superó u orilló el 50%. Pero no sólo eso: su candidato a constituyente por el departamento, Ciro Seisas, fue derrotado por Aleart. Lo mismo le sucedió a Unidos como frente en la disputa por el Concejo. 

La ciudad más poblada de la provincia se ha convertido en un desafío que Pullaro decidió enfrentar, aun cuando podría haberse apartado de esa tarea. 

El radical salió a la cancha con todo. No sólo con su rostro en un afiche. Por caso, el miércoles cerró la campaña de Unidos en Rosario con un discurso y un tono que no se le recuerda. Ni siquiera en medio de campañas cruentas, como aquella frente a Losada, donde recibió duras acusaciones de su adversaria. 

En el Bioceres Arena, frente a la militancia, pidió que se salgan a buscar los votos “abajo de las baldosas” para darle a los adversarios “una paliza para que no se la olviden más”. Dijo, además, que Unidos no se dejaría arrebatar la ciudad “por chetos de izquierda o chetos de derecha”. Al hueso y en clave disruptiva. Nada de lo habitual en él. 

El gobernador abordó también un punto clave que la coalición oficialista intenta plantar como discurso motivador en los últimos días y que algunas encuestas –se verá en las urnas la precisión y el rigor de las mismas– marcan: un repunte significativo de Labayru. “Los otros que la creían ganada están asustados”, arengó Pullaro a la tropa propia. En Unidos creen que pueden ganar. O que al menos eso ya no es un escenario imposible. 

Se repite: para Pullaro, para su gestión actual y para su futuro, Rosario es un lugar clave. Por su peso poblacional, por su historia, por su alcance económico, por su ubicación estratégica, por el impacto nacional que tiene lo que en ella sucede y, también, por las problemáticas que arrastraba, es una ciudad que puede exhibirlo como un administrador con proyección. Si la violencia es definitivamente moderada, si las obras ayudan a mejorar su perfil económico y social, podrá mostrar al país un modelo. Pero necesita que eso sea refrendado por la ciudadanía local. Nada mejor que una elección para dejarlo claro.

Si los comicios del domingo concluyen con buenos resultados para Unidos, Pullaro se colgaría algunas medallas: podrá decir que su irrupción en la campaña levantó a una candidata que no tiene el nivel de conocimiento con el que cuentan sus adversarios, que logró superar el desgaste que la gestión municipal provoca en un sector de la población y que pudo vencer, además, la polarización entre peronistas y libertarios, un fantasma que amenaza con instalarse y condicionar las elecciones de todo el país. Todo eso está en juego para Pullaro.  

La apuesta de los otros 

Enfrente de Unidos hay dos candidatos que tienen chances de imponerse, que aspiran a hacerlo, pero que, sin embargo, parten desde lugares muy diferentes. Monteverde tiene mucho para ganar, pero también mucho para perder. Aleart, en cambio, juega esta partida más relajado: La Libertad Avanza proyecta un domingo en el que todo lo que consiga, en su primera elección formal con el sello de los hermanos Milei, será todo ganancia.

El  líder de Ciudad Futura ha elegido un cierre algo apagado, sin actos ni el raid de entrevistas tan acostumbrado por los candidatos en el sprint final. La situación del peronismo, atravesado por la condena a Cristina Fernández de Kirchner, golpeó especialmente en Rosario porque estalló justo en el medio de la campaña. 

Monteverde intentó sortear el asedio que provocó esa situación, aunque no le fue sencillo: lo golpearon por derecha y por izquierda. Desde Labayru y Aleart hasta los peronistas Roberto Sukerman y Lisandro Cavatorta. Los dos primeros para asociarlo a la figura de la ex presidenta. Los otros dos, para socavar algo del voto propio acusándolo de no defender lo suficiente a Cristina ni enarbolar las posturas históricas del partido. 

El candidato por el panperonismo confía en el nivel de conocimiento que tiene en la población y en la adhesión que alcanzó en las últimas elecciones. Por eso bajó la exposición y apostó a las recorridas y reuniones barriales. Entre sus últimas acciones exhibió el respaldo de Leonardo Caruana, ex secretario de salud del municipio y referente del Frente Amplio por la Soberanía, el espacio que comanda Carlos Del Frade. Cada voto, en una elección que puede ser cerrada, suma. 

El apoyo de Caruana y de su frente termina de configurar, además, lo que en Ciudad Futura ven como el sesgo ideológico y la forma de hacer política que se pondrá a consideración de la población en estos comicios. O se vota a Monteverde o se apostará a lo que desde su espacio ven como dos variables de un mismo modelo, representadas por Javkin o Aleart. 

Para Monteverde será una elección clave: un buen resultado ensanchará su proyecto político en el Concejo y lo ubicará de otra manera para la pelea por la intendencia, en 2027. Perder puede debilitarlo y abrir un signo de interrogante pesado en su alianza con el peronismo. 

En La Libertad Avanza creen que ganar en Rosario podría convertirse en un hito con repercusión nacional pensando en las elecciones de octubre. Si Aleart venciera, podría interpretarse además como el primer paso para buscar en dos años el gobierno de la ciudad. Falta mucho, pero llega rápido. 

Todos hacen sus propias cuentas. Proyectan, se ilusionan. Mientras tanto, es una incógnita saber la conducta que adoptará la ciudadanía. El nivel de ausentismo en las urnas debiera ser para la política una de sus principales preocupaciones. Muchas conductas en la campaña, sin embargo, no hacen más que profundizar el hastío, el malestar y la indiferencia de la gente frente a lo que está en juego.