Un año subidos a la montaña rusa

La actividad económica fue de menos a más en 2024. Incluso terminó mejor de lo esperado a comienzos de año, cuando la inflación crecía sin freno y muchos hasta llegaron a pronosticar la caída del presidente electo Javier Milei. Nada de eso ocurrió, a fuerza de ajuste y ajuste, el ministro de Economía Luis Caputo logró domesticar la inflación a su mínima expresión en años, el dólar blue quedó empatado con el oficial y Milei conserva el mismo respaldo en las encuestas de imagen que antes de asumir.

En el medio, la caída de ventas y el impacto en todas las ramas de la producción fue inevitable y todavía las señales de recuperación no alcanzan para consolidar una tendencia. El consumo sigue en negativo y expertos calculan que recién habrá números en alza en marzo o abril de 2025. Pese a todo, los síntomas de desaceleración del derrape y algunas luces verdes parecen alcanzar para mirar lo que viene con cierta expectativa y optimismo.

La industria padeció un primer semestre marcado por recortes y ajustes de personal contratado. La pasó mal el sector que componen las empresas del llamado “polo del frío”, los fabricantes de artículos para el hogar, la metalmecánica y el mueblero; entre tantos otros penaron durante los primeros meses. En efecto, todos sufrieron en mayor o menor medida el impacto. Todos con excepción de uno: el que provee a la minería, el gas y el petróleo. De la mano de la aprobación del Régimen de Incentivo para las Grandes Inversiones (Rigi), los negocios vinculados al “Oil & Gas” se convirtieron este año en el rubro más dinámico de una grilla llena de casilleros en rojo y sembraron la esperanza de cara al futuro.

El potencial que ofrece el negocio minero en la Argentina no solo atrae al capital internacional sino también a jugadores locales que empezaron a ponerles fichas a negocios como el cobre y, por supuesto, el litio. Los números son más que elocuentes y marcan que el sector podría generar inversiones por u$s25.000 M hacia 2030. Y en ese circuito es donde las empresas de la provincia de Santa Fe quieren jugar fuerte como proveedoras de infraestructura y servicios. Ya son más de 200 las que se lanzaron a hacer negocios con compañías mineras instaladas en el noroeste argentino.

Los mercados festejaron las medidas de desregulación de la economía del ministro Luis Caputo, volaron las acciones argentinas en Wall Street, bajó el riesgo país a su valor más bajo en cinco años y se afirmaron las obligaciones negociables como alternativa de crédito. La fusión Matba Rofex marcó un hito con la aprobación de los accionistas, al consolidar un avance decisivo en la creación de A3. La Bolsa de Rosario también jugó fuerte en tren de conseguir financiamiento para obras de infraestructura.

Aunque de a poco, la política de “cielos abiertos” del gobierno nacional empezó a traer vuelos al Aeropuerto de Rosario. Latam retomó la conexión que unía la terminal de Fisherton con Lima, Copa sumó frecuencia hacia Panamá, y Avianca pidió autorización para volar directo a Bogotá todos los días. La ausencia de las low cost y la demorada obra del nuevo edificio del aeropuerto quedaron en la columna del debe.

El consumo vivió un año de sobresaltos y los supermercados debieron adaptarse a los cambios en el comportamiento del consumidor que dejó atrás el “stockeo”, eligió marcas alternativas y se tiró de cabeza a las promociones de bancos y aplicaciones. En Rosario, Nelson Graells realizó la movida más importante en el centro de las últimas décadas -sólo comparable con la vuelta de La Favorita- al reconvertir el inmueble donde funcionó el shopping Palace Garden en un mega local de Sport 78, la tienda deportiva más grande del país. Se pusieron de moda los “arenas”, y en poco tiempo la ciudad tendrá tres microestadios para espectáculos y eventos deportivos.

La caída de la obra pública marcó a la industria de la construcción. Recién empezó a repuntar en la segunda parte del año de la mano de la obra privada que la puesta en marcha de grandes desarrollos inmobiliarios en las afueras de Rosario. La vuelta incipiente del crédito hipotecario, fórmulas como las “hipotecas divisibles” y el régimen de blanqueo de capitales que impulsó el gobierno de Javier Milei empezaron a dinamizar un mercado inmobiliario que estaba por el piso. El fin de la ley de alquileres generó un impacto positivo en la oferta de unidades de vivienda que volvió a crecer después de haber entrado en crisis a finales del año pasado. Si la inflación continúa a la baja en 2025, el mercado locativo volverá a tener índices predecibles tanto para el inquilino como para el propietario.