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Negocios

Tres firmas locales

Perdieron todo en el fuego y se levantaron: cómo lo hicieron

Las llamas dejaron en el suelo la fábrica Gemplast.
Patricio Dobal

Sus plantas quedaron en el suelo pero lograron la reconstrucción luego de las llamas.

Describen al detalle el momento en que se enteraron que el fuego estaba devorando sus fábricas y coinciden en que en esos segundos de desesperación tuvieron margen para pensar de inmediato que había una salida hacia la reconstrucción. Punto biz contactó a tres empresarios de la región que compartieron cómo fue el trance hasta volver a producir. Anécdotas, escollos administrativos y un denominador común: el respaldo de familia, clientes y colegas como fórmula para pensar en una salida con final feliz.

“Debemos ser los argentinos que tenemos el récord de estadía más breve en China. Llegamos un domingo a las 6 de la tarde y al otro día a mediodía ya estábamos tomándonos un avión de vuelta”, repasa Santiago Aloisi, hoy al frente de Laboratorio Peyte, compañía familiar con base en el Parque Industrial de Venado Tuerto que se quemó el 4 de mayo de 2018. “Ya en las eternas conexiones de regreso empezamos a hacer números y fue antes de pisar suelo argentino que habíamos tomado la decisión de no prescindir de los empleados”, mencionó en diálogo con Punto biz.

La columna de humo podía verse a varios kilómetros de Venado Tuerto en el incendio de Peyte.

En medio de lo que puede significar perder todo lo invertido durante años, desde Peyte aseguran que se trató de un siniestro “fácil de liquidar”. “Hay que decirlo si bien la compañía de seguros se portó bien con nosotros, la verdad es que no estábamos bien asesorados respecto de la póliza con la que contar, algo que después detectamos en el monto de la liquidación, pero en medio de lo complejos el asunto, entendemos que el plazo de cobro de cinco meses fue razonable”, expuso el venadense.

Respecto de las cláusulas que la póliza debería haber tenido y con las que no contaba hay elementos clave. “No estaban contemplados gastos de limpieza, el lucro cesante por la planta parada y un dato más, el contrato no estaba indexado al dólar y justo ese año nos comimos una fuerte devaluación que redundó una pérdida sever del valor de la compensación cuando se liquidó el pago desde la aseguradora”, indicó.

La columna de humo podía verse a varios kilómetros de Venado Tuerto en el incendio de Peyte.

Sin estar curtidos previamente en las lides de un incendio, las posturas empresarias confluyen en que desconocer la “letra chica” del seguro, complica la reconstrucción.  “El valor del seguro era muy bajo. No llegaba ni al 10% del valor de la empresa”, graficó Edgardo Geminelli, dueño de la industria plástica Gemplast, que se incendió en abril de 2015, quien insiste en aconsejar a sus colegas: “el seguro que ser lo más real posible respecto de la tasación de los activos, porque al margen de la respuesta inmediata de la compañía aseguradora, que en nuestro caso se portó muy bien, la compensación puede terminar siendo exigua, como nos ocurrió a nosotros”.

El caso de los Geminelli es ciertamente singular. Es que en medio del proceso de reconstrucción del complejo fabril ubicado justo en el límite entre Rosario y Pérez y por efecto de la sorpresiva suba de tasas que afectó el sistema de créditos, la firma tuvo que recurrir al salvavidas judicial del concurso de acreedores. “Fuimos a convocatoria y con mayor margen pudimos acomodar el pasivo. Afortunadamente el año pasado cumplimos con todas las deudas y salimos del concurso”, sumó el empresario que hoy administra la industria junto a sus hijos que tomaron más protagonismo en el gerenciamiento tras el fuego. “Los senté a la mesa y les pedí compromiso al exponerles que solo no iba a poder hacerme cargo de la reconstrucción. La disposición fue inmediata y eso fue central en los posterior”, asegura.

Las llamas dejaron en el suelo la fábrica Gemplast.

“La verdad que al principio era un panorama que era muy difícil. Los días fueron devastadores”, buscó representar Román Guajardo, que muy joven tomó las riendas de la firma JMG con base en Roldán. La compañía antes del fuego era una mera distribuidora de solventes y en plena reconstrucción migró a fabricante, en una decisión en la que primó el precepto de “renacer y ser aún más fuertes que antes”. “A nosotros la tarea de otra vez de pie la empresa nos llevó un año. Sí pudimos mediante la colaboración de familia y colegas atender el requerimiento de los clientes de forma relativamente inmediata, pero en términos de capacidad operativa terminó siendo un plazo de 12 meses y después varios años más para equiparar la estructura con la que contábamos antes del siniestro”, puntualizó.

El paso del fuego convirtió una distribuidora en fábrica en Roldán.

“Un incendio te deja enseñanzas que son fundamentales para la gestión de la reconstrucción, es un aprendizaje forzoso que deja importantes aprendizajes”, calificó Guajardo. En la misma línea se sitúa Geminelli. “El fuego y la convocatoria de acreedores nos ayudó a orientarnos. Nosotros hoy sabemos lo que tenemos, trabajamos con una mejor gestión y dando pasos más en firmo apalancados en un a prolijidad que antes no teníamos”, mencionó el hombre a cargo de Gemplast, quien asimismo con el paso de los meses le da cada vez más lugar a sus hijos en el gerenciamiento. “Hoy duermo tranquilo, puedo tomarme tiempo para viajar y descansar partiendo de la base de una estructura familiar que se puso la camiseta para el manejo de la empresa”, adicionó, sobre una estructura que hoy nuclea a 200 empleados con un depósito de 10.000 m2 repletos de mercadería.

Nada es azaroso y si el resultado tras el paso de las llamas es el de empresas mejor paradas, existe “buena madera” como cimiento para haber iniciado una rápida reconstrucción. “Haber tratado de ser siempre cumplidores con clientes y proveedores fue fundamental para poder poner en marcha en nuestro caso una primera máquina que teníamos pendiente de instalar en la fábrica quemada en un depósito prestado”, comenta Aloisi. “De todas maneras, cinco meses después del incendio ya habíamos reconstruido las naves 1 y 2 que nos garantiza la reanudación de la producción en el emplazamiento original”, dijo el venadense.

La columna de humo podía verse a varios kilómetros de Venado Tuerto en el incendio de Peyte.

“Si bien las llamas nos robaron un año de crecimiento, hoy el complejo fabril es más seguro en lo que respecta a higiene y seguridad, un hecho que no es menor para alguien que ha sufrido una adversidad como las que nos tocó atravesar. El mensaje es claro: la salida no es la quiebra, hay que redoblar esfuerzos pero se sale”, cerró Aloisi.

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