Grupo con 100 años de trayectoria duplica producción con una inversión tech

Si hay una tradición que la familia Chiavassa mantiene vigente más de un siglo después de la creación de la empresa es la de la innovación. Semanas atrás, empezaron los movimientos de suelo en los terrenos en los que el establecimiento lácteo de producción primaria Grupo Chiavassa emplazará una nueva sala de ordeñe, en la que se instalará un tambo de una rotativa (E500) con 80 bajadas, el doble del tambo calesita actual. El nuevo tambo le permitirá a la empresa duplicar producción y calculan que estará completamente operativa entre finales de 2026 y principios de 2027.

“Es un tambo de ordeñe externo, diseñado para uso intensivo o heavy duty. Nos permitirá duplicar la producción actual”, confirmó a Punto biz Christian Chiavassa, cuarta generación al mando de la empresa. “La sala de ordeñe está equipada con identificación electrónica individual para cada vaca y tiene capacidad para ordeñar hasta 3.700 ejemplares, tres veces por día. Su rendimiento ronda las 550 vacas por hora, que equivale a unos 6.000 litros de leche por hora”, enumeró el titular.  

Se trata de una inversión muy importante llevada a cabo con capital propio. El nuevo esquema requerirá, además, adicionar 10 puestos de trabajo; con lo cual el plantel de la empresa orillará el centenar de trabajadores. 

La empresa arrancó con 300 hectáreas de explotación, y hoy tienen 970 propias y 1.100 arrendadas. En cuanto al rodeo, mientras que el negocio empezó a tomar color décadas atrás con un plantel de más de 100 vacas, en 2024 el grupo de Carlos Pellegrini contabilizaba 1.803 vacas, que produjeron 67.138 litros de leche ese año. Con el nuevo tambo esa cifra de producción podría doblarse.   

“Junto con el tambo incorporamos un brazo robótico que realiza tareas de post-dipping -sellado del pezón después del ordeñe-, una práctica clave para prevenir infecciones y cuidar la salud mamaria de los animales”, destacó el empresario. Y siguió: “Además, el tambo viene acompañado de la construcción de nuevos galpones para alojar a las vacas, lo que mejora su bienestar y, en consecuencia, su eficiencia productiva. Eso también se traduce en una mejor huella ambiental de la leche que producimos en nuestro establecimiento”, relató Chiavassa.

En todo ese tiempo, nunca saltaron a otras actividades, salvo el año pasado, cuando decidieron invertir en la actividad porcina al instalar un criadero para 12.000 madres.

Agregar valor, adentro y afuera de la empresa

En Carlos Pellegrini y la zona, los Chiavassa mantienen su enclave productivo, pero también su casa y la comunidad de la que forman parte. Por eso, Christian destacó el efecto multiplicador de escalar en lechería: “Mientras más vacas tenemos que alimentar nosotros, más productores de granos de la zona tienen la posibilidad de agregarle valor a los cereales primarios para vendernos forrajería. A su vez, como contracara nosotros los proveemos del fertilizante que fabricamos en la planta a partir de desechos. Se termina armando un círculo virtuoso a nivel regional”, opinó uno de los bisnietos del fundador, un piamontés que vino al campo argentino y se dedicó a ordeñar vacas Shorthorn (más tarde pasaron a la raza Holando Argentina). 

 “Llevar adelante un proyecto de esta magnitud después de haber cumplido 100 años nos llena de orgullo. Significa continuar el legado que nos dejaron quienes nos precedieron, respetando los valores que guiaron a la empresa hasta hoy, pero al mismo tiempo adaptándolos a las nuevas tecnologías y a las demandas actuales de la sociedad”, concluyó el actual titular.