Famosa por tener un auto en la vidriera, peletería resiste el paso del tiempo

Eran otras épocas. No había cuestionamientos por parte de los ambientalistas y a las mujeres les gustaba mucho ostentar sus pieles y cargar suntuosos tapados. Corría la tercera década del siglo XX, y en Rosario abría sus puertas la peletería Federico –hoy Pieles Federico–, y el local de Maipú 834 todavía alberga el esplendor de antaño. Era la casa familiar de los Wurm. En la puerta habían colocado un cartelito que decía “No tire su ropa vieja, tráigala acá”, y así empezaron con los primeros arreglos. 

El puntapié fue el año 1935. Después se mudaron y montaron ahí el negocio, que hoy es reconocido por tener un auto en su vidriera y ser ya todo un clásico del centro. Está en la misma cuadra que la corbatería Picaddilly, otro emblema que resiste el paso del tiempo en la ciudad, y a metros de la cigarrería El Clásico. Pablo es quien sigue al frente, la tercera generación. Heredero de toda una tradición artesanal, reconoce que el sector ha sido golpeado pero asegura que los diseños y el acabado de cada prenda marcan la diferencia. 

Llegaron a tener en su mejor momento dos plantas y una cámara frigorífica de 200m2 a la vuelta para conservar las pieles y los cueros. “Lamentablemente, hoy nos quedamos con una sola planta y la cámara está cerrada”, confiesa Pablo en contacto con Punto biz. En el segundo piso del inmueble supo funcionar un bar, que ahora solo forma parte del recuerdo. Habla de los tragos y de la distribución del mobiliario como si no hubieran pasado décadas. El tiempo parece haberse detenido al interior del local. La estructura y los percheros con vitró reflejan la elegancia de toda una época que 86 años después se mantiene intacta. 

Si bien es un rubro difícil porque las piezas son exclusivas y el precio es funcional a la calidad, la trayectoria y el boca a boca les ha significado ser el centro de la moda de cuero en Rosario. Así lo define Pablo. “Sabés que podés gastar un poco más, pero te vas a llevar una prenda para toda la vida”, confía. La vedette son las estolas y los sacos de piel que están ordenados por color en un perchero a metros del ingreso y también la ropa de cuero, e impactan las imágenes y cuadros que forman parte de la decoración y que se corresponden con las distintas épocas del negocio. 

Y ahora, cuando la gran mayoría de las firmas están apostando por las pieles sintéticas en un escenario amigable con el medio ambiente, Pablo no escapa a las críticas, aunque sabe que hay mercado para todos: “Nosotros tenemos nuestros clientes y seguimos firmes en Rosario como hace 86 años”.