De la cancha de paddle y el cyber al boom de los fútbol 5

Es el sueño de todo aquel futbolero, o sea, de la mayoría de los argentinos. Se calcula que hay más de 200 de estos complejos sólo en Rosario que cobran de $200 a $350 la hora diurna y entre un 65 y un 100 por ciento más en horario vespertino y nocturno -fundamentalmente entre las 18 y las 00-, cuando se encienden los reflectores. Estas franjas pueden representar más de la mitad de los ingresos, ya que la mayoría de los jugadores son amigos que se juntan después de sus obligaciones cotidianas como cursado o trabajo.

Visto desde la tribuna parece que no se necesita demasiado para arrancar y que la plata llega rápido y sin esfuerzo. Pero una vez en la cancha el panorama es otro. Por la colocación de un césped sintético hecho de polietileno y con buen hilado químico en un espacio de 600 metros cuadrados, se está cobrando unos $126 mil. Pero a esto se debe sumar el flete, la arena, el triturado de caucho y el movimiento del piso previo, que cuesta $40 el m2. La cuenta total puede dar un resultado similar al valor del césped. La opción más económica es con alfombras de 15 x 30 que sale unos $90 mil, pero es de baja calidad, dura menos tiempo y aumenta las chances de lesiones. Cualquiera de estos números hay que multiplicarlos por la cantidad de canchas que se posean.

Más allá de lo que se elija, hay que agregarle un sistema de iluminación con cableado subterráneo, que en su versión estándar cuesta entre $15 y $40 mil. En un complejo grande, la tarifa mensual de la EPE puede llegar a los $7 mil. Como estos espacios pueden funcionar con una sóla persona, la mayoría son manejados por sus propios dueños, por lo que casi no hay gastos de sueldo. Pero el ahorro por ese lado se equilibra con el gasto en alquiler. Dependiendo de la ubicación, los galpones pueden salir entre $3.500 y $15 mil mensuales. Claro que a mayor tamaño, más canchas, comodidades y servicios asociados -bar con mesas y parking resulta clave-, todo lo cual se traduce en mayores ingresos.

“La clave está en saber ocupar los horarios ociosos, y para eso tenés que armar escuelas de fútbol, torneos, fútbol femenino y cumpleaños”, contó Ramiro Fabris, uno de los socios de Tifosi. Otros también prestan las instalaciones a instituciones para diversos deportes relacionados, como hockey, o a escuelas para las clases de educación física. El joven emprendedor remarcó que la competencia hoy se volvió tan fuerte que hay que buscarle la vuelta para diferenciarse del resto. “Hay que entrarle más por el lado del show, nosotros por ejemplo entregamos el 'botín de oro' al mejor jugador, organizamos visitas a canchas profesionales y contamos con la presencia de Jorge Griffa en la escuelita”, explicó.

En cuanto a los requisitos, además de salidas e instrumentos de emergencia y seguro médico, la Municipalidad le presta mucha atención a dos cosas fundamentales: un buen número de duchas por cancha y el aval de los vecinos de la zona. Más de uno de estos proyectos se ha caído porque los residentes del barrio dejaron constancia de su negativa, y tras la mala experiencia con el boliche Esperanto, el municipio está muy pendiente de estos reclamos. Por eso muchos se instalan directamente en espacios periféricos.