Integraron startup que no caminó y ahora consiguieron nuevo socio estratégico

Nadie espera que un equipo, a poco de dar los primeros pasos, se termine disolviendo. En el mundo de la economía del conocimiento historias semejantes son más habituales de lo que parece. Algo así ocurrió con Wonder, una startup biotecnológica que tuvo como premisa cristalizar una salida comercial al desarrollo de biocuero a base de hongos. El proyecto, si bien fue confirmado entre los primeros en ser merecedores de u$s250.000 del fondo SF500, se terminó disolviendo por falta de acuerdo entre las partes. Pero la historia no termina allí. Las tres profesionales encargadas de la pata científica de aquella iniciativa siguieron camino y ahora estrenan sociedad con un nuevo aliado en busca de poder arribar al objetivo final: una alternativa bio al cuero sintético que implique cero impacto en los animales.

Aunque los pormenores por el momento no afloran, desde la mesa de laboratorio donde el I+D no se detiene, se habla de la falta de acuerdo con respecto a la transferencia de tecnología, entre quienes gestaron el método de producción y los socios encargados del management de la idea, liderados por el emprendedor Martín Vasquez. El diferendo terminó por hacer sucumbir la alianza y Wonder siquiera llegó a recibir el fondeo estratégico.

Lo cierto es que lejos de amilanarse, y conscientes del nivel de avance que tenían hasta el momento, Rocío Meini, Adriana Clementz y Diana Romanini, se fijaron el plan de hallar otro partner para que la idea no cayera. Lo terminaron encontrando.

“Seguimos adelante y el proyecto de biocuero sigue avanzando ahora bajo el paraguas de una nueva startup: Mycorium Biotech”, precisó Meini, la doctora en ciencia biológicas que desde el Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (Iprobyq) asegura que el plan de trabajo está más vivo que nunca.

En diálogo con Punto biz, Meini mencionó que el nuevo equipo de hecho está ultimando los detalles para intentar levantar una ronda de inversiones. Puntualmente este medio pudo saber que el fondo en el que confluye el Grupo Bioceres y el Gobierno de Santa Fe sigue interesado en financiar los estadíos iniciales del desarrollo del biocuero que no pudo prosperar cuando la sociedad Wonder se disolvió.

Además de Meini, Clementz y Romanini, la pata empresarial de Mycorium llega de la mano de Agustin Schiavio, joven referente del mundo de la economía y las finanzas, con pasado en la administración de fondos comunes de inversión, que, interesado en la temática se acercó al Iprobyq en el momento justo. 

“Hace tres años empecé a interesarme en el mundo de la biotecnología y particularmente en pensar el desarrollo de biocuero desde el lado de negocio. Yo tenía pendiente armar equipo y finalmente logramos confirmarlo”, mencionó Schiavio, en diálogo con Puntobiz.

El enfoque principal de la nueva startup recupera el ADN de la idea de Wonder. Se basan en el desarrollo del cuero a base de micelio, una alternativa revolucionaria al cuero tradicional. Este sería un material sustentable, libre de crueldad animal, escalable e innovador que tiene el potencial de revolucionar y transformar la industria de la moda.