Una primera pelea que se define por KO y otra con final abierto 

Santa Fe ha vivido una semana convulsionada. Hubo ganadores y perdedores. Debates y grietas. Disputas de poder que aún permanecen abiertas. En cualquier caso, la agitación que ha vivido la política provincial en estos últimos días se asemeja mucho más a la dinámica habitual de esos ámbitos. Y al equilibrio deseable para el sistema. No parece saludable que un gobierno avance sin obstáculos, marque la agenda, imponga los temas y gane una centralidad excluyente. Otras voces y otras miradas son necesarias, más allá de que las mayorías hoy le pertenecen al oficialismo y logre imponerlas. 

Esta semana Pullaro tuvo que poner el cuerpo en distintas batallas. Ganó un par en la Legislatura. La otra, que involucra al Poder Judicial, está en curso y escala. En el medio asomaron, otra vez, los gremios estatales que rechazan la reforma previsional propuesta por el Ejecutivo. Se ha dicho repetidas veces en los últimos meses: los docentes, con una oposición adormecida, inconexa, herida, asomaron durante el primer tramo de la gestión como los mayores contendientes frente a algunas de las propuestas que impulsaba el radical. 

El jueves dispusieron un paro de actividades y manifestaron mientras en el Senado se debatía la reforma previsional. Fue un trámite exprés. Unidos tiene una mayoría que le permite avanzar sin sobresaltos. En la Cámara Alta apenas un dato restaba para terminar de ver cómo estaban alineados los principales socios de la coalición oficialista: el único senador del socialismo, Julio Garibaldi, se encolumnó con la nueva norma. Un indicio claro de que el partido de la rosa, que tuvo alguna divergencia en la redacción del texto original y consiguió colar cambios, acompañará el trámite también en Diputados. 

Queda claro entonces que, aun cuando los gremios vuelvan a concentrarse y lancen nuevas medidas de fuerza ante un proyecto que, plantean, avanza contra los derechos de activos y pasivos, la reforma previsional se convertirá en ley la semana próxima. No asoman para el Ejecutivo sobresaltos. 

El segundo casillero en el que avanzó Pullaro fue el de la aprobación de los pliegos de los tres nombres que propuso para integrar la Cámara de Ejecución Penal, el organismo creado por esta gestión y al que el gobernador le confiere especial importancia para avanzar contra el delito y la inseguridad. 

Finalmente los fiscales Valeria Haurigot y Horacio Pueyrredón, cuestionados por la oposición, y que generaron incluso algunos reparos dentro del socialismo, ocuparán las sillas que les destinó el gobierno. Pullaro y sus ministros no tuvieron empacho en admitir que los eligieron siguiendo un criterio político. A un lado quedó el orden de mérito. Esa es una de las tantas grietas que se le abrieron en su relación con el Poder Judicial, que ve una inconveniente discrecionalidad en la forma de elección. 

La aprobación de los pliegos fue celebrada por el Gobierno provincial, pero dejó también algunas señales que deberá atender. La primera: quizás por primera vez desde la derrota electoral del año pasado, el peronismo dio señales de vida. Comienza a movilizarse y exhibió una unión que no le resulta sencilla, pero que sabe necesaria para reconstituirse y volver a ser una opción electoral de peso. 

Pero, además, otros sectores de la oposición se sumaron para oponerse, como el que encabeza Amalia Granata. La ex conductora y modelo estuvo ausente, pero su espacio ya viene exhibiendo desde hace tiempo una resistencia con cada uno de los movimientos que propone Pullaro. Su caudal electoral no es desdeñable. 

La batalla contra los cortesanos 

La semana pasada se contó en este mismo espacio sobre la disputa que se abrió entre el Ejecutivo y la Justicia. Hay múltiples temas que los separan. Un dato que puede ser anecdótico, casi de color, marca en qué punto está la relación. En la semana Pullaro y distintos magistrados, con el cortesano Rafael Gutiérrez como cara más visible y de peso, se cruzaron críticas y chicanas. Inquietos por la cobertura de vacantes, por el presupuesto con el que cuenta la Justicia, pero también por la reforma previsional y los cambios de nombres en la Corte, los integrantes del máximo tribunal de la provincia le pidieron una audiencia al gobernador. Desde el Ejecutivo la concedieron de inmediato, pero con una curiosidad que parece sumarse al paquete de malicias que por estas horas se dispensan unos y otros: Pullaro les dijo que los esperaba el domingo, a las 7.30, en la Casa Gris. 

Cuando esté leyendo este texto el cónclave habrá concluido. Lo que quedará abierta es la guerra que han decidido encarar desde ambos lados. 

Pullaro negoció la salida de los cuatro integrantes de la Corte que superan los 75 años de edad: Gutiérrez, María Angélica Gastaldi, Eduardo Spuler y Roberto Falistocco. Con Mario Netri, que está en la misma situación etaria, ya no hay inconveniente porque confirmó que en noviembre se marcha. Sólo encontró resistencias. 

“A mí el gobernador no me tiene que decir lo que tengo que hacer. Me voy a ir el día que yo quiera, no el día que quieran otros”, lo desafió esta semana Gutiérrez. “Se terminaron los privilegios para los jueces que creían tener coronita”, los azuzó Pullaro. El Gobierno creyó ejercer la suficiente presión evitando ocupar cargos, esquivando fondos y ascensos y planteando una reforma previsional que obligaba a los cortesanos a finalizar con sus trámites jubilatorios para marcharse a cuarteles de invierno. No parece, hasta ahora, que todo eso alcance. 

Desde el Ejecutivo insisten en que los cortesanos están ya en tiempo de marcharse al haber cumplido los 75 años de edad, tal como lo establece la Constitución nacional. Desde la otra vereda esgrimen otra parte del articulado santafesino en el que se habla de la “inamovilidad” de los cargos en la medida en que magistrados y funcionarios conserven su idoneidad física, intelectual y moral, además de tener un buen desempeño de sus funciones.

¿Estará pensando Pullaro en un decreto o en jury de enjuiciamiento para removerlos? No es una jugada sencilla –por su implementación, pero en especial por el impacto que podría causar esa medida–, pero algo de eso comienza a proyectar el gobernador. Son aprestos de una batalla que está en curso.