Las estadísticas de inseguridad alientan a Javkin para encarar nuevo rumbo

Pablo Javkin cree que ha llegado otro tiempo para su gestión. El intendente de Rosario advierte que la inseguridad le ha dado un respiro con el que nunca contó desde que asumió el mandato por primera vez, el 10 de diciembre de 2019. Cree que si esa tendencia favorable se acentúa, algo que nadie aún puede dar por seguro, puede ser clave para lo que viene. Pasó 1.750 días en el cargo. En ese tiempo, en la ciudad que conduce, se han registrado 847 crímenes: uno cada 50 horas. Un dato atroz. El humor social de los vecinos ha sido lógicamente influenciado por esa estadística que en los últimos años fue escalando. En crueldad y en número. Los relevamientos que distintas consultoras elaboran marcan desde hace ya mucho tiempo que se trata de la problemática que más aqueja a los vecinos. Y con una amplia diferencia sobre otras cuestiones que podrían influir en el día a día, pero que es evidente no alteran en la misma medida. La gente siente que nada le ha restado calidad de vida como el delito. Ni la inflación ni el transporte público. Ni el desempleo o el estado de las calles.

Desde hace más de una década la inseguridad se ha convertido en un mal cotidiano para los rosarinos, al punto de modificar sus costumbres. La noche y la calle ya no se transitan de la misma manera. Con una sociedad sumergida en ese clima de tensión y temor, es lógico que el tema invada y condicione la agenda de trabajo de quien tiene a cargo la conducción de la ciudad. El argumento de que un intendente no es el encargado de manejar las fuerzas de seguridad ni de diseñar los operativos para contener el delito es innegable, pero también insuficiente para conformar a los ciudadanos. Las elecciones del año pasado así lo marcan. Una amplia porción de la sociedad le reprochó a Javkin distintas falencias, con la inseguridad a la cabeza. Apenas un 22 por ciento de los que fueron a votar en las primarias del año pasado, cuando estaban todas las opciones en el cuarto oscuro, lo eligió para que siguiera en el cargo. El balotaje con Juan Monteverde es parte de otra historia, un mano a mano en el que el ciudadano confió en lo conocido y, aun así, lo hizo por un exiguo margen.

Javkin se entusiasma con dejar ese escenario atrás. Sin la inseguridad mordiéndole los talones, proyecta retomar la iniciativa. “Vamos a poder hacer gestión municipal a este nivel por primera vez”, se entusiasman sus colaboradores más estrechos.

Para lo que resta del año buscan encarar obra pública de envergadura y obtener las herramientas para mejorar el transporte urbano de pasajeros. También, mejorar los parámetros que permitan explotar la nocturnidad y movilizar la economía local. Son los principales desafíos que se han trazado. 

En el Palacio de los Leones explican que el primer semestre lo ocuparon en el ordenamiento de las cuentas. El salto devaluatorio obligó a poner el foco en las tareas de mantenimiento. Cuidar el dinero y hacer sólo lo justo y necesario. Ahora, insisten, es otro tiempo. Provincia ha decidido acompañar las obras de mayor envergadura. Pero la gestión de Maximiliano Pullaro no es la única que volcará dinero en la ciudad: el municipio tomó endeudamiento del mercado de capitales para encarar, por ejemplo, trabajos de pavimento definitivo. La idea es promover y facilitar inversión. En el Palacio de los Leones creen que es la forma de enfrentar este momento de recesión. Pero además, y volviendo otra vez al tema de la seguridad, ven que el momento es propicio para avanzar con trabajos en barrios que antes estaban dominados por las bandas criminales y en los que ahora hay cierto control de las fuerzas de Seguridad. 

La Municipalidad le reconoce a Nación todo lo que ha hecho en esa materia. También en el ámbito de la Justicia. Le cuestiona, en cambio, su mirada poco federal y el escaso aporte de dinero volcado en obras. Hay un caso que marcan como testigo y que lamentan sea sólo una excepción: una intervención en Tablada donde, por las conversaciones que iniciaron con el Estado nacional, podrían tener el apoyo económico que requieren para tareas de intervención e integración barrial, con mejoras de servicio y apertura de calles. “No la obra chiquita, sino la inversión más integral en barrios enteros: en eso Nación debiera ser un actor importante”, plantean desde el municipio. 

Hay otro asunto que Javkin espera mejorar y es el del transporte público, un servicio que se ha caracterizado por sus deficiencias. El mayor déficit que tiene la caja del municipio lo provoca el sostenimiento del sistema. El aumento de las tarifas ha moderado esa pérdida, pero no logró revertir algunos problemas severos que se arrastran desde la pandemia. Un ejemplo, además del aumento de los costos: desde abril de 2023 al mismo mes de este año se perdieron 7 millones de viajes. 

Javkin ya tiene agendado para las primeras semanas de agosto una encuentro con la comisión de Transporte de la Cámara de diputados junto a los intendentes del interior del país. Hay contactos permanentes entre ellos. Javkin tiene un ida y vuelta constante con su par de Córdoba, Daniel Passerini. Juntos han acordado, incluso, el aumento del boleto para respaldar la medida en sus ciudades. Los intendentes volverán a insistir con los subsidios que Nación les recortó en febrero. Buscar en la Legislatura alguna ley que los ampare para recuperar algo de esos fondos perdidos es la idea. 

El municipio de Rosario trabaja además para buscar financiamiento bancario que permita inyectar fondos al sistema y mejorar la flota de colectivos. El vecino lo reclama desde haces años. No es lo único. La lista de exigencias es amplia. Javkin lo sabe y sueña con otro tiempo para su gestión. En los próximos tres años juega parte de su capital político. ¿El respiro que le ofrece la inseguridad será suficiente para cambiar la gestión? El tiempo, como tantas otras veces, dará la respuesta.