La estrategia fina de Pullaro para salvar el año electoral 

Si un tema conocía Maximiliano Pullaro al lanzarse como candidato a la gobernación, era el de la seguridad. Ministro del área durante la gestión de Miguel Lifschitz, el radical trajinó durante cuatro años intentando moderar los resortes de la violencia urbana, los nichos de corrupción policial y las deficiencias en el trabajo de la Justicia para abordar un tema que terminó por trastornar la vida de los rosarinos. 

Desarrollando esa tarea entendió cabalmente que no había solución posible con los recursos propios. Un acuerdo con Nación era perentorio. Pero no sólo para desperdigar a un puñado de agentes federales por las calles. Se necesitaba un plan. Un diseño integral. Un trabajo conjunto que permitiera ponerle alguna clase de cerco a un flagelo cruento y desbocado. Hubo, en aquellos años, un atisbo de alianza con las fuerzas federales. Un anticipo, quizás, de lo que a fines de 2023 se montó con otra determinación. Era lógico: Mauricio Macri, por entonces presidente, y Lifschitz, se medían con un celo que no permitía sentarse a la mesa sin egoísmos ni reproches.  

Pullaro se marchó de su misión en el Ejecutivo y desde la Legislatura, como diputado provincial, vio cómo el gobierno de Omar Perotti crujía con ese tema. Concluyó que si pretendía cumplir su sueño de comandar la Casa Gris el tema de la seguridad debía ser prioritario. Prometerle a la gente un cambio, pero no quedarse sólo en palabras. Elaborar un esquema adecuado para el control de las calles era perentorio. 

Las carambolas electorales terminaron por concederle una herramienta valiosa para cumplir su objetivo: a la cartera de Seguridad de la Nación llegó la misma funcionaria con la que había trabajado en sus tiempos de ministro y con la que logró tejer un lazo fluido. 

Patricia Bullrich y Pullaro no demoraron nada en concluir que una solución al problema que vive Rosario era conveniente para ambos. Una carta que, en caso de mostrar resultados exitosos, podrían jugar cada uno como un logro. Lo que no alcanzaron a cristalizar Macri y Lifschitz.

Estratégicos, pragmáticos, entendieron que ese acuerdo debía lograr sortear cualquier vendaval que asomara con una disputa electoral. Por el momento lo han logrado, aún cuando cada tanto asoma algún chisporroteo o algunos representantes de La Libertad Avanza azuzan al gobernador. Pero eso es parte de otro juego. 

El tema de la seguridad los mantiene unidos, como tripulantes de un mismo barco: el año pasado, cuando lograron reducir notablemente el número de crímenes y ataques, y en este incipiente 2025 donde las mismas estadísticas volvieron a agitarse con números inquietantes. 

El viernes, Bullrich y Pullaro volvieron a exhibir su alianza. Junto al intendente Pablo Javkin compartieron una videollamada donde celebraron la aprobación de la Ley Antimafia, que endurece el tratamiento de los delitos cometidos por el crimen organizado y las penas que se aplicarán. 

Sonrientes, el ministro y el gobernador coincidieron al repasar la nueva ley que “el que las hace, las paga”. Es un discurso que comparten, aun cuando entienden además que una porción de la sociedad reclama mayor dureza frente al delito. 

Pullaro lee esa tendencia y prometió, en caso de imponerse en las elecciones para la reforma de la Carta Magna provincial, que “no habrá un solo concepto garantista en la nueva Constitución”. No es un concepto que en el socialismo, su principal socio en Unidos, escuchen con agrado. No es tiempo ahora de mostrar desavenencias públicas.

Otro ejemplo de esa línea discursiva que Pullaro se preocupa por subrayar: el gobierno santafesino lanzó un programa de recompensas para esclarecer crímenes. Él mismo se puso al frente del anuncio, cuando pudo dejar esa tarea en manos de sus funcionarios del área. 

“Si una persona está dispuesta a matar por doscientos mil pesos, el Estado está dispuesto a pagar cuarenta veces más para que esa persona termine con perpetua y sepa que alguien de su entorno lo va a entregar”, aseguró con dureza. 

Elección con sello santafesino y defensa de Milei   

El gobernador cree que ese trabajo conjunto que realiza con Bullrich es casi todo ganancia. Primero, porque el vecino advierte que se trabaja en el tema que más los inquieta desde hace mucho tiempo. Segundo, porque esa misma ciudadanía comprueba que dos políticos son capaces de dejar a un lado diferencias para trabajar juntos en un tema sensible. Es parte del reclamo que se le hace a la política y que derivó en 2023 en resultados inesperados. 

Lo tercero refiere a lo electoral: Pullaro no quiere peleas con Nación. Reclamará en cuestiones donde siente que es impostergable hacerlo –obra pública, por ejemplo–, pero midiendo el tono. 

No quiere exabruptos. Ni propios ni de los suyos. Entre otras cuestiones porque entiende que comparte electorado con el oficialismo libertario. La reforma constitucional es su gran obsesión. Por eso pretende para el 13 de abril una discusión circunscripta a los temas y actores locales. Nada de nacionalizar la disputa.  

En la semana volvió a exhibir parte de esa estrategia de no confrontar con el oficialismo nacional, de mostrarse cercano toda vez que le sea posible. Al ser consultado por el escándalo de la criptomoneda protagonizado por Javier Milei, y por la posibilidad del juicio político contra el libertario que impulsan desde distintos espacios políticos, Pullaro la desestimó de plano y pidió por el contrario que no se “erosione la figura del presidente”.  

“Completamente disparatada esa idea. No la acompaño. Sí, por supuesto, que las instituciones puedan investigar y que la investigación pueda ser seria”, opinó. Pidió estar “juntos y unidos”. Como si se tratara de un eslogan. Pero no. Es parte de una estrategia para cerrar la disputa a los límites de su distrito. Nada debiera, según su previsión, correrse de esa frontera.