El PJ en su laberinto: nadie conduce, nadie acompaña  

En los setenta, en plena etapa de deshielo en una relación oscilante y compleja, Ricardo Balbín le concedió a Juan Domingo Perón una definición que proyectaba el reparto de roles que impondría un resultado electoral. “El que gana gobierna, el que pierde acompaña”, propuso el radical dejando claro que en caso de ser derrotado no se convertiría en un obstáculo para la gestión de su adversario. Con el paso del tiempo, ya sin su indiscutido líder, el PJ reformuló aquella máxima para aplicarla cada vez que asomaban dificultades en su armado interno. Así, impuso aquello de que el que triunfa conduce y el resto, los caídos, acompañan. Pero, ¿y si todos pierden? ¿Quién conduce y quién acompaña? Cuando la derrota es tan concluyente como la que sufrió el justicialismo en Santa Fe el año pasado, ¿hay un paraguas capaz de contener a todos? ¿Qué elementos son capaces de ordenar a una tribu variopinta y dispersa? 

El peronismo provincial sufre hoy las consecuencias de un big bang que multiplica los espacios internos. Algunos evalúan incluso la conveniencia de jugar con sus propias estructuras, y por fuera del sello partidario, en las elecciones de medio término del año próximo. “En cualquier momento vamos a tener una corriente por cada dirigente afiliado”, ironiza un cacique con unas cuantas batallas en su currículum electoral. 

Divergencias, recelos, egos, apetencias personales colocan por ahora lejos, muy lejos, aquella máxima de la marchita que proclamaba la unión de todos para lograr el triunfo. En el peronismo santafesino cada uno parece tener su propia receta para salir del hoyo. Y en el proceso de reconstrucción se tejen relaciones con nombres y espacios de toda clase. Algunos, hasta hace tiempo, inverosímiles. Va de Juan Monteverde a Amalia Granata y pasa, también, por Guillermo Francos. 

Ese estado de dispersión y búsqueda alcanza a sus principales figuras. Marcelo Lewandowski proyecta un espacio propio para competir en las elecciones del año próximo. Jura que será dentro del PJ, aunque quiere tener las manos libres para no estar supeditado a la estructura de otro. Omar Perotti cavila si es conveniente pulsear por fuera del partido. Agustín Rossi remozó su vieja Corriente de la Militancia y aspira, una vez más, a ocupar un lugar en Diputados. La Cámpora debate nuevos liderazgos. Otro sector se arrima al fogón que armaron el Movimiento Evita y Ciudad Futura pensando en un proyecto que salte el cerco de la disputa en Rosario, donde a punto estuvo de imponerse. Así anda el peronismo santafesino a un año del peor traspié que ha sufrido en esta provincia desde el retorno de la democracia: buscando su rumbo. 

Entre los propios y los de afuera 

Quizás 2025 sea el escenario para validar lugares y poder. Hay intendencias, comunas y concejalías en juego. Son pocos, por ahora, los que traccionan para jugar en equipo. Aunque se conformó la Mesa de Acción Política para confrontar la agenda del oficialista Unidos y del gobernador Maximiliano Pullaro, muchos dentro del PJ recelan de esa herramienta. No terminan de verle su utilidad.

Lewandowski ni siquiera la integra. Perotti se siente relegado. Otros directamente la denostan. Algunos intendentes dicen no estar contenidos. Un grupo de ellos, incluso, enfiló esta semana hacia la Casa Rosada. Se sentaron con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para reclamarle el avance de algunas obras. La consigna fue empujar alguna gestión más que reclamar dinero. Por las dudas el funcionario les dejó claro desde el comienzo mismo de la charla que no hay fondos disponibles para destinar a sus ciudades.

Los intendentes peronistas de Funes, Fray Luis Beltrán, Reconquista, Las Parejas y San Cristóbal, además de un representante del municipio de Capitán Bermúdez, se retrataron, sonrientes, con el funcionario libertario. Juran que no hay ninguna vía abierta para arrimarse a La Libertad Avanza, pero…. En el Gobierno piensan que cualquier movimiento que pueda extender las fronteras actuales de su armado, captando el favor de dirigentes de otros partidos, es bien recibido. No es casual que Francos haya publicado en sus redes sociales la foto del encuentro con seis representantes del PJ. El encuentro suma. 

Ese grupo de intendentes se siente discriminado por Pullaro. Por eso fue directamente a pedir auxilio a Nación. Son administradores que, además, quedaron corridos de “Avanza Santa Fe”, el espacio que nuclea a otros colegas del PJ provincial que sí tienen al menos algún puente tendido con el gobernador. Ese sector es conducido por Pablo Corsalini, a cargo del municipio de Pérez. Es parte de una de las tantas grietas que hoy atraviesan al justicialismo. Ni siquiera los pocos que se salvaron de la debacle electoral y cumplen la misma tarea pueden ponerse de acuerdo.

Lewandowski reparte su tiempo entre su trabajo en el Senado y las recorridas por la provincia. Se sienta a tomar café con Granata y no descarta que, para oponerse a Pullaro, puedan trabajar en algunos temas juntos con la ex conductora y modelo. No es el único dentro del PJ que coquetea con la posibilidad de armar algo con ella. 

Por lo pronto, el periodista pretende aglutinar a representantes, dentro y fuera de la política, para disputar el año próximo concejalías en las principales ciudades del territorio. En algo parecido anda Perotti, quien tiene estructura legal para jugar por fuera del partido. Un dato no menor: la conducción del PJ está en manos de un senador impuesto por Armando Traferri, convertido desde hace años en su enemigo interno. Suficiente motivo para sentirse apartado y a disgusto con la estructura partidaria. 

El ex gobernador intenta revalidar su peso con algunas acciones. Por caso, en cada foto que se toma junto a Pullaro. Cuestiones institucionales, quizás el diálogo abierto para colaborar con algunas de las reformas que todavía le quedan pendientes al radical, permiten verlos juntos con una frecuencia sugerente. Dejó la Gobernación, pero no se resigna a seguir perdiendo poder. Como el justicialismo santafesino, donde hoy cada uno parece atender su juego. Salir de los laberintos que propone una derrota, muchas veces, es una tarea compleja. Mucho más cuando nadie conduce y ninguno quiere convertirse en una mera compañía.