Pullaro juega a sus anchas a la conquista de todos los territorios posibles

Como en el Plan Táctico y Estratégico de la Guerra, el juego de mesa ideado en la década del 70 al que popularmente se conoce como TEG, Maximiliano Pullaro vuelca sus fichas y avanza buscando conquistar todos los territorios posibles. Se ha dicho en este espacio más de una vez: el gobernador santafesino busca aprovechar el ímpetu que le ha otorgado el respaldo de una elección en la que se impuso con holgura. Intenta, en tiempo récord, apurar iniciativas de fondo, complejas. Diferenciarse de sus antecesores logrando hacer lo que otros no pudieron. Su agenda incluye reformas previsionales y de la Constitución. Renovación de la Corte Suprema. También, y más temprano que tarde, comenzará a avanzar para definir cambios en la Empresa Provincial de la Energía o en Aguas Santafesinas SA. 

Esta semana se empeñó en ponerle el cuerpo a una batalla contra los gremios docentes que ha decidido dar ubicándose en la primera línea de combate. “Sindicalistas que son muy duros con nosotros y fueron muy blandos en otros momentos”, los azuzó. La pelea es en clave política. “Si tenían votos docentes, los perdieron todos”, le devolvió Martín Lucero, titular de Sadop, la representación que nuclea a los maestros del sector privado. Buena parte de la docencia esperaba encontrar en Pullaro a un dirigente más afín, después de atravesar una relación compleja con Omar Perotti, su antecesor. Expectativa versus realidad. 

El radical no demoró mucho en exhibir su objetivo, buscando atenazar a esas representaciones sindicales. Primero, les advirtió que los aumentos paritarios estarían atados a los ingresos provinciales. Luego, puso el dedo en la llaga marcando niveles de ausentismo y los costos que eso representaba para el Estado. La tercera estocada fue la implementación del programa “Asistencia perfecta”, un incentivo que suma dinero al salario de los trabajadores que no registren inasistencias. 

Los gremios calificaron esa idea de “inconstitucional y discriminatoria”, y como un ataque contra el régimen de licencias. Lejos de tomarlo como un premio lo compraron con el presentismo aplicado en los 90. Ese esquema para incentivar a los maestros terminó por declarar la guerra y meter una cuña. 

En estos días, después de una oferta paritaria de 9,95% de aumento a pagar en tres tramos que los sindicatos consideraron magra, se vio el impacto que causó el plan “Asistencia perfecta”. Primero, el gobierno de Pullaro logró desacoplar la estrategia común que históricamente llevan adelante los gremios que nuclean a docentes del sector público y del privado. 

Amsafé dijo no al incremento propuesto y lanzó un paro. Los afiliados a Sadop, en una votación cerrada, terminaron aceptando el ofrecimiento. Sus dirigentes hablaron de “extorsión” sabiendo que sus representados, vencidos, terminaron por darle peso a lo obvio: una medida de fuerza los llevaba a perder ese extra que genera el programa de asistencia perfecta, pero, además, provocaba un descuento que el gobierno ratificó aplicaría contra quienes no dictaran clases. 

La crisis provoca necesidades. Ceder dinero no está hoy entre las posibilidades de muchos trabajadores. La herramienta que encontró Pullaro terminó por generar una encerrona. Quedó expuesto no sólo por la aceptación resignada de Sadop a la oferta salarial, sino también por el acatamiento que terminó teniendo el paro impulsado por Amsafe. 

De acuerdo a los datos relevados por el Gobierno, el 28,8% adhirió a la medida de fuerza, mientras que el 71,2% presentó la declaración jurada que demuestra su presencia en las escuelas. De 57.336 docentes, 40.823 dijeron presente. “Más de 40 mil docentes concurrieron a las escuelas, lo que demuestra que la herramienta del paro se agotó”, celebró el ministro de Educación, José Goity. 

Dispuesto a avanzar sin dejar flancos abiertos, Pullaro dispuso además aplicar por decreto el aumento para los docentes, estén afiliados al gremio que lo aceptó, pero también al que lo rechazó. En la cúpula gremial de Amsafe tomaron la decisión como una nueva provocación. “Desconocen el ámbito paritario”, plantearon. 

“Lo que no nos perdonan los gremios es que hagamos controles de ausentismo y lo hayamos bajado. Con los controles de las carpetas médicas se bajaron las mismas un 70 por ciento”, marcó Pullaro como parte de la pulseada que decidió sostener hasta las últimas consecuencias y que lo coloca, incluso, en un tono de confrontación que no le es habitual o que no ha necesitado desde que asumió frente a contendientes políticos que parecen todavía estar recalculando el panorama después de la última elección. En algún momento despertarán de ese letargo. Es necesario que lo hagan. El equilibrio del sistema político los necesita.