Maximiliano Pullaro, en una semana con motivos para celebrar 

Maximiliano Pullaro ha concluido una semana cargada de buenas noticias. La militancia partidaria lo ha colocado en un lugar de peso dentro de la escena nacional, logró que la Legislatura provincial avance con herramientas clave para su gestión y, como si eso fuera poco, dio un paso decisivo para concretar uno de sus proyectos más ansiados: la renovación total de la Corte Suprema de Santa Fe.

El gobernador demostró el viernes que es un actor clave dentro de la Unión Cívica Radical, el partido en el que milita desde la juventud y en el que conduce una de sus corrientes internas. Un dirigente de su riñón, que le responde con lealtad y que adhiere a la forma de conducción del hughense, quedó nada menos que al frente del Comité Nacional de la UCR. 

Lionel Chiarella, joven intendente de Venado Tuerto, se impuso para suceder a Martín Lousteau en una elección trabajada. Caídos los candidatos naturales –el correntino Gustavo Valdés, ex gobernador de su provincia, era respaldado por los caciques boina blancas, pero desistió del convite–, a mediados de semana comenzaron a explorarse alternativas. 

La de Chiarella fue una opción que empezó a crecer a medida que transcurrían las horas y se acercaba la elección. El intendente puede mostrar representación federal, gestión y renovación. 

El dirigente comenzó a militar en el radicalismo a los 15 años y tuvo una carrera que le permitió ser electo en su ciudad, en 2019 y con apenas 30 años, convirtiéndose en el intendente más joven en la historia de Venado Tuerto. Su candidatura, representando al radicalismo, permitió desbancar al peronismo luego de 24 años ininterrumpidos en el poder. En 2023 fue reelecto con el 83 por ciento de los votos. 

Pero además de ese recorrido, hay otros tópicos que Pullaro valora en extremo y que han convertido a Chiarella en un hombre de su riñón. El intendente anticipó en su ciudad el experimento que luego se replicaría a nivel provincial bajo un paraguas que llevó el nombre de Unidos y que juntó a radicales con el PRO y el socialismo. 

Chiarella experimentó esa alianza en el ámbito legislativo y luego en su propia gestión, sumando a dirigentes de distinta extracción política. Desde 2021 reclamaba, junto a su compañero de ruta, correligionario y ahora ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, que se aplique en Santa Fe el mismo mecanismo de alianza para derrotar al peronismo que por aquel tiempo gobernaba la provincia de la mano de Omar Perotti.  

Ese acuerdo multipartidario terminó con Pullaro en la gobernación. La ola de votos que consiguió para llegar a la Casa Gris tuvo en Chiarella a un militante clave en el sur santafesino. El intendente golpeó puertas, reclamó a los vecinos apoyo y adhesión. Las urnas acompañaron ese pedido. Sucedió en la interna con Carolina Losada y se replicó muchas otras veces en este último par de años, incluso en los comicios para elegir a quienes debían redactar la nueva Constitución provincial. 

En la parte baja de la bota Pullaro suele conseguir los mejores resultados del territorio. Hay allí una combinación en la que el aporte territorial y militante del nuevo jefe de la UCR es clave. 

Pero hay otras cuestiones que han convertido a Chiarella en un hombre cercano y confiable para Pullaro: su modo de transitar la gestión. No sólo es leal al gobernador desde el discurso. También lo es desde las acciones. El intendente de Venado Tuerto ha impulsado, como su jefe, una conducción que se sustenta en la obra pública y en el relato contra la inseguridad y el narcotráfico. 

Más de una vez se ha puesto al frente del reclamo de los vecinos y señaló con nombre y apellido a los jueces que convierten los procedimientos punitivos “en una puerta giratoria”. También amonestó a los representantes de la policía nacional y provincial, a los que les reclamó mayor ahínco en el patrullaje. Huellas que se han visto en la conducción del gobernador, muy preocupado con una problemática que trastornó la vida de los ciudadanos en las grandes urbes.  

Esa vieja relación de trabajo y militancia, y la falta de un nombre fuerte dentro del radicalismo, desembocaron en el plan B empujado por Pullaro para que Chiarella se convierta en el nuevo jefe del radicalismo. Que el gobernador lo imponga habla del peso de su voz dentro del partido.  

No sólo ha logrado imponer un nombre, sino también contribuir en el perfil que tendrá el radicalismo en el próximo tiempo. No estuvo solo. Lo acompañaron en la cruzada la mayoría de los gobernadores que alumbraron Provincias Unidas, el saliente presidente partidario Lousteau y el jujeño Gerardo Morales. 

Ese grupo ganó la pulseada interna contra el mendocino Alfredo Cornejo o el chaqueño Leandro Zdero, cercanos al gobierno de Javier Milei. Si se imponía esa corriente, la UCR podría haberse convertido en una herramienta de poder alineada con la gestión libertaria. No sucedió. 

Pullaro logró para su partido lo que pretende para su construcción política nacional: generar una tercera vía. “Pragmática y responsable”, según sugieren en el entorno del santafesino dando a entender que podrían acompañar iniciativas del Gobierno nacional, pero buscando diferenciarse del peronismo y de los libertarios.

Se verá si Chiarella, asistido y rodeado por los dirigentes de más experiencia que apostaron por él, logra imprimirle dinamismo, presencia y peso a la conducción partidaria. Lo contrario sería estar al mando de una cáscara vacía, un mero sello con los integrantes del partido –en especial los que tienen representación parlamentaria– moviéndose frente a cada proyecto o reforma de acuerdo a sus conveniencias personales. 

El gobernador santafesino podría haberse dado por satisfecho con esa noticia. Pero no: esta semana logró torcerle el brazo a los dos cortesanos que resistían su corrimiento. La presión política, la amenaza de firmar un decreto que los dejara afuera por superar el límite de 75 años de edad para ejercer la función que ahora también establece la Constitución provincial, provocaron que Rafael Gutiérrez y Roberto Falistocco anticipen su salida: en noviembre de 2026 finalmente se jubilarán. Se suman a Eduardo Spuler, otro de los que excede el límite de edad y que en septiembre próximo ya anunció que se marchará. 

De esta manera, Pullaro tiene las puertas abiertas para colocar a tres nuevos supremos, la misma cantidad que ya designó bajo su mandato. Serán siete miembros y el único heredado de gestiones anteriores es también un profesional que tiene lazos con el radicalismo: Daniel Erbetta. 

Para terminar una semana casi perfecta, la Legislatura colaboró para que Pullaro tenga en breve dos herramientas clave para su gestión: el presupuesto y una nueva ley tributaria. El primero, aun con críticas por el nivel de endeudamiento que podría tener la provincia, fue acompañado por la mayoría en la Cámara de diputados. Resta ahora que el trámite se replique en el senado. Es un hecho que eso sucederá por la mayoría con la que cuenta Unidos. La ley tributaria recorrió un camino contrario: ya se aprobó en la Cámara alta y ahora quedará en manos de los diputados, donde el oficialismo también tiene mayoría. Como se ve, los acontecimientos de esta semana le han dado a Pullaro motivos para celebrar.