Hace 10 años amasó su negocio y ahora va por el local propio

Hace diez años, Antonella Covacevich decidió dejar su profesión de lado y agarrar el delantal. Estudió Comercio Exterior y también es profesora de inglés, pero siempre tuvo una pasión: cocinar. Lo trae en los genes. Su abuelo era chef y su mamá tiene muy buena mano para lo dulce. Desde entonces fue prueba y error. Encontrarse cocinando y experimentando con nuevos sabores para darle vida a Doña Kova, el emprendimiento que amasa desde hace una década y cuyos budines y alfajores podés encontrar en la feria La Pérgola y en el bloque 4 de productos de la economía social del Mercado del Patio. La apuesta ahora es ir por el local propio. 

“La idea es poder poner un local chiquito, una par de mesas, una máquina de café, vitrinas, vender por unidad y en caja, y hacer alfajores, budines y tortas por porciones para el que consuma el café”, confió Antonella a Punto biz. Lo cierto es que aunque el proyecto está digerido, baraja qué es lo que más le conviene en un contexto de incertidumbre económica. “La verdad es que justo agarramos un momento complicado del país, con los alquileres que se están yendo para arriba”, precisó la joven emprendedora. Antonella habla en plural porque este Doña Kova es un sueño a concretar en pareja, con su novio Matías. Por lo pronto, logró colocar sus productos en varias pastelerías de la ciudad, también como una forma de promocionarse. 

“Fueron pasando los años y uno va puliendo lo que hace como en cualquier profesión, y un día empecé a armar recetas de cero. Hoy Doña Kova tiene todas recetas propias, por eso el logo dice ‘recetas de autor’. Desde la tapa de los alfajores hasta los rellenos son míos. Inclusive tengo un budín de café, la receta es mía y nadie lo hace”, confesó Antonella. Se crió viendo a su abuelo y a su mamá cocinando, y se ganó una beca para estudiar en el Sindicato de Pasteleros. A pesar de haberse dado muchas veces la cabeza contra la pared, dice que sigue eligiendo la pastelería y le busca la vuelta para que Doña Kova tenga un diferencial. 

“Entiendo como gorda de alma, como persona a la que le gusta comer, la alegría de compartir una sobremesa en familia con algo dulce. Creo que una buena estrategia de ventas es ¿qué compraría yo a la hora de vender?”, se preguntó. Doña Kova encierra varios significados: un apócope de su apellido -de origen yugoslavo-, pero también con “Doña” quiere dar la sensación de algo casero, hogareño y que te recuerde a tus abuelos. “A la gente le genera identificación un nombre que tenga que ver con uno”, sostuvo. 

Los alfajores tienen nombre de seres queridos y el alfajor de nuez es honor a su papá porque era su favorito. “Cuando yo arranqué con el emprendimiento, mi papá me ayudaba a envolver los productos. Él falleció en 2015, estuve como un año y medio sin cocinar hasta que volví al ruedo”, confesó Antonella. Las recetas para los budines y pan dulces de fin de año también son suyos -aunque más estacionales-, y reconoció que cuando “sos emprendedor no podés con todo”. “Me he dado muchas veces la cabeza contra la pared, te encontrás con gente que no cree en vos, pero de a poquito vamos dando grandes pasos y por eso está la idea de abrir un local propio", explicó la rosarina.